17 de noviembre de 2025
La candidata de izquierda, Jeannette Jara, enfrentará en segunda vuelta al ultraderechista José Antonio Kast. El avance reaccionario y las claves de un proceso electoral marcado por el descontento.

Santiago. Discurso de Jara a sus seguidores, luego de que se difundieran los resultados oficiales.
Foto: Getty Images
La candidata del oficialismo, Jeannette Jara (26,8%), y el ultraconservador José Antonio Kast (23,9%), líder del Partido Republicano, definirán en un balotaje el 14 de diciembre próximo la presidencia de Chile para el período 2026-2030, tras una campaña centrada en la inseguridad, la inmigración y un creciente rechazo a la política tradicional. El resultado de los comicios consolida el fortalecimiento de la derecha en el país vecino.
Fueron las primeras elecciones presidenciales con voto obligatorio desde el regreso de la democracia en 1990.
En sus trazos más gruesos el panorama había sido anticipado por los sondeos. Todos registraron que una segunda vuelta iba a ser protagonizada por alguno de los integrantes de la tríada de partidos más conservadores de derecha integrada por Kast, por el candidato del Partido Libertario (PL), Johannes Kaiser (13,9%) y por la aspirante de «Chile Vamos», Evelyn Matthei (12,5%). Todos apellidos alemanes.
Poco después de las 21, Kaiser y Matthei (cuarto y quinta respectivamente en el escrutinio final), se dirigieron al búnker del ganador ubicado en el coqueto barrio de Las Condes, en el oriente de Santiago, para expresar su apoyo rotundo a Kast y pedir allí a sus propios adherentes que el 14 de diciembre respalden al Partido Republicano.
También había pocas dudas respecto a que sería Jara la que sumaría más votos en esta instancia. Sin embargo, la ventaja que separa a la exministra y militante comunista del segundo, apenas en torno a los 3 puntos, no fue la esperada y el escenario para ella se vislumbra cuesta arriba. La suma de los tres candidatos de derecha alcanza el 50,3%.
La gran sorpresa la dio el candidato Franco Parisi, del «Partido de la Gente» (PDG), que logró un inesperado 19,7%. Sus votos serán clave. Parisi es definido como un populista opositor al gobierno de Gabriel Boric, inclinado a la derecha, pero los analistas coinciden en que no representa un voto ideológico, por lo que la cifra que lo acompañó no debería ser automáticamente transferible a la derecha.
«Les tengo una mala noticia al candidato Kast y a la candidata Jara. Gánense los votos. Gánense los votos, gánense la calle», declaró poco después de conocidos los resultados, marcando así su indefinición frente a los dos candidatos que avanzaron a la segunda vuelta.
«No le firmamos un cheque en blanco a nadie», remarcó Parisi desde su comando, insistiendo en que el PDG «no necesita ningún favor», y descartando de plano la posibilidad de endosar sus votos.
Desde el palacio de La Moneda, sede del Gobierno chileno, el presidente Gabriel Boric, acompañado por el ministro del Interior, Álvaro Elizalde, y su portavoz, Camila Vallejo, felicitó a los ganadores, a quienes pidió «un debate con altura».
«Nuestro país puede decir y celebrar la solidez, la confianza y el eficaz funcionamiento de sus procesos electorales. Chile tiene una democracia sana, una democracia robusta que no podemos dejar de cuidar todos los días. La institucionalidad democrática chilena tiene que seguir siendo fortalecida», afirmó el mandatario.
Estrategias a la vista
Con los resultados ya consolidados y una participación del 85,3%, muy por encima del promedio histórico, Kast y Jara iniciaron de inmediato la carrera final y pusieron en marcha sus estrategias.
Jara, una mujer de origen popular, en general moderada, realizó un discurso más confrontacional ante sus adherentes en un escenario montado en el centro de Santiago en el que aclaró que no aceptará que el miedo sea el eje de la campaña de su rival, además de lanzar guiños a los candidatos que quedaron en el camino, cuyos votos podrían aumentar su caudal.
En un claro gesto por ampliar su base elogió algunos fragmentos de los programas del candidato Parisi (como la devolución del IVA en medicamentos) e incluso de Matthei (como la reducción de listas de espera oncológica).
«Soy una luchadora, y así vamos a enfrentar la segunda vuelta», dijo, apuntando directamente a la estrategia de Kast. «No dejen que el miedo congele sus corazones», agregó, y criticó las soluciones «imaginarias» de la derecha y su despliegue de una narrativa que «hace creer que hay que esconderse del pueblo de Chile».
Kast, por su parte, se mostró agradecido y visiblemente aliviado. Dijo que el desafío es «recuperar y reconstruir Chile», y que para eso es necesaria la unidad monolítica de la derecha, ya que solo eso permitirá «evitar la continuidad de un muy mal Gobierno».
Con esas palabras, el candidato buscó despejar tensiones tras una campaña cruzada por fricciones en la tríada conservadora, que ahora deberá mostrarse unida y sin fisuras. «Chile es más importante que los partidos», dijo, y llamó a trabajar durante las cuatro semanas que quedan para el balotaje.
Es la tercera vez en la que el ultraderechista se candidatea a la presidencia. En 2017 obtuvo el cuarto lugar con alrededor del 7,9% de los votos. Luego, en 2021, ganó en primera vuelta, pero en el balotaje perdió ante el actual presidente Gabriel Boric.

En carrera. Kast suma apoyos de la derecha con miras al balotaje del 14 de diciembre.
Foto: Getty Images
El escenario
«Chile será la tumba del neoliberalismo», dijo Boric al triunfar en las primarias presidenciales del progresismo en 2021. Apenas cuatro años después esas palabras quedaron en el olvido, y el ajustado resultado da cuenta de un escenario muy diferente. El desafío del progresismo es frenar el avance de la ultraderecha.
Así, lo que se enfrentará en el balotaje es por un lado la continuidad del actual Gobierno en justicia social y políticas públicas, representada por Jara, y por el otro, un creciente conservadurismo encarnado por Kast, que prometió un Gobierno de emergencia para Chile, centrado en temas como seguridad, el achicamiento del Estado y la mano dura con el tema migratorio.
Se vislumbra entonces un último tramo muy polarizado y con altas posibilidades de desarrollarse alrededor del encuadre anticomunismo versus antiultraderecha. Pero también se trata de un debate entre dos modelos. La duda es en qué dirección funcionará el «cordón sanitario», como llamaban los franceses al acuerdo para frenar a Marine Le Pen.
El estallido social iniciado en octubre de 2019, que reunió millones de chilenos en las calles en reclamo de cambios al entonces Gobierno de Sebastián Piñera, y el fallido proceso constitucional que siguió a esa protesta, evidencian que el país atraviesa una crisis.
No es una crisis económica. Chile posee estabilidad y equilibrios macroeconomicos sólidos, que incluyen avances en materia social, como incrementos del sueldo mínimo y jubilaciones, además de disminución de la jornada laboral, todas medidas impulsadas por Jara en su rol de ministra del Trabajo y Previsión Social.
Se trata de una sociedad enojada que en las elecciones presidenciales hace 20 años que favorece a la oposición, en busca de un cambio que hasta ahora no llegó.
Las encuestas muestran que los chilenos expresaban más preocupación que esperanza en estos comicios y que, de modo similar a lo que ocurrió en Argentina, la frase «me da lo mismo quién gobierne, si igual tengo que salir a trabajar» despierta un alto grado de identificación entre los ciudadanos.
Este es el país que deberá gobernar quien resulte electo en menos de un mes, cuando 15,7 millones de electores elijan al sucesor de Gabriel Boric.
