8 de agosto de 2018
El alcalde de la localidad francesa de Briollay, André Marchand, exhibe como principal cualidad el ingenio para comunicar sus medidas. Como suele ocurrir en esa región, que pertenece al departamento de Maine y Loria, el desborde del río Sarthe provocó inundaciones, aunque esta vez fueron acompañadas por una invasión de mosquitos que afectaron a casi 3.000 pobladores. Frente a los fuertes reclamos de la comunidad, el alcalde decidió colocar trampas hechas de cilindros de anhídrido carbónico y feromonas con el fin de atraer a los insectos y eliminarlos. Pese a ello, al observar que persistía el problema y no contaba con fondos suficientes para comprar más artefactos, dispuso firmar un decreto destinado a prohibir el ingreso de mosquitos en Briollay. Fue la manera irónica de dar a entender a sus vecinos que no tenía mucho para hacer. Lo curioso es que, coincidentemente, la plaga se redujo en forma notoria producto de que el ciclo de los holometábolos había concluido.