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El dragón despierto

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Diego Rubinzal

Las importaciones de productos de origen chino crecen de manera exponencial en un contexto de desregulación total. Desde textiles y tecnología hasta caños jaquean la producción nacional.

Acelerado avance. Entre enero y octubre de 2024 y el mismo período de 2025, las importaciones desde China crecieron 109%.

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El crecimiento económico chino produjo una intensa reconfiguración geopolítica en las últimas décadas. El gigante oriental es una aplanadora tecnológica, productiva y comercial. Antes de asumir, Javier Milei sostuvo que no iba a vincularse con China: «no voy a hacer negocios con ningún comunista». Sin embargo, el Gobierno ensayó un curioso giro a poco de andar. En septiembre de 2024, el presidente declaró que China era «un socio comercial muy interesante porque ellos no exigen nada. Lo único que piden es que no los molesten». Más acá en el tiempo, el secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent sostuvo que el salvataje financiero al Gobierno «libertario» tenía como contrapartida «sacar a China de Argentina».

Lo cierto es que, más allá del alineamiento incondicional con los Estados Unidos, el intercambio comercial argentino-chino continúa en ascenso. Entre enero y octubre de 2025, las exportaciones a China crecieron un 42,8% interanual, mientras que las importaciones desde ese país se incrementaron un 61,3%. En particular, las importaciones textiles en plataformas digitales (principalmente las chinas Shein y Temu) crecieron un 292% interanual, en los primeros diez meses del año.

Para hacer frente a esta invasión de productos chinos, la Unión Europea cobrará 3 euros a los paquetes de bajo costo provenientes de Temu, Shein o AliExpress que entren en el mercado comunitario. La tasa, para todo envío inferior a 150 euros, estará vigente desde el 1 de julio de 2026.

Volviendo a Argentina, el fuerte incremento de las importaciones «puerta a puerta», producto de la apertura indiscriminada y eliminación de exigencias regulatorias, encendió las luces de alarma en la Cámara Industrial Argentina de Indumentaria. En el trabajo «China invade el placard de los argentinos: la avalancha de ropa barata y de baja calidad está creciendo sin parar», la Fundación Protejer sostiene que «en solo tres años, China pasó de explicar poco más de la mitad de los despachos de importación textil en Argentina a representar siete de cada diez prendas que ingresan al país. El avance es tan acelerado como profundo: entre enero y octubre de 2024 y el mismo período de 2025, las importaciones de origen chino crecieron 109%, mientras que el promedio general lo hizo un 89%».


Susto para todos
La competencia china también asusta a poderosos empresarios de Argentina. Por ejemplo, el presidente de Mercado Libre en Argentina, Juan Martín de la Serna, reclamó un endurecimiento de las regulaciones sobre las plataformas chinas de comercio electrónico. En su cuenta de X, el diputado Miguel Pichetto chicaneó: «Fui el primero que habló sobre la necesidad de gravar fuertemente a los productos de las plataformas chinas Shein y Temu. Ahora veo que hay mucha gente preocupada, también el señor Galperin de Mercado Libre».

En un encuentro industrial un año atrás, Paolo Rocca ya sostenía que «nuestra industria no logra competir con China. Hace falta que las políticas de los Estados nos apoyen. Las importaciones chinas pueden servir para contener la inflación, pero tienen un componente destructivo para el desarrollo industrial».

De semifeudal a potencia mundial.  A fines de 2020, China erradicó la pobreza extrema, en base a la incorporación de residentes rurales a la industria.

Foto: Getty Images

En la cumbre regional de fabricantes de acero celebrada en Cartagena (Colombia), el CEO global de Termiun, Máximo Vedoya alertó: «China producía el 4% de las manufacturas en 2002, hoy es el 30% y apunta al 45%. Lo hizo con subsidios y sin cumplir ninguna regla. Es muy difícil competir con estas condiciones». En esa misma reunión, el mexicano Jorge Guajardo, exembajador en China agregó que «no se puede competir con China. No hay eficiencia que alcance, tecnología que sea suficiente. No queda más remedio que prohibirla».

La «amenaza china» es fruto de un largo proceso histórico. Los logros económicos sociales fueron muy impactantes en las últimas décadas, sobre todo si se recuerda el punto de partida. En 1949, el Partido Comunista de China (PCCh) tomó el comando de un país agrícola, semifeudal y con el 80% de la población analfabeta. La pobreza extrema china, según el parámetro de 1,90 dólares diarios de ingresos, se redujo del 72% al 1,2% en 2015. El director del Banco Mundial para China, Mongolia y Corea, Bert Hofman, sostuvo que China logró «la tasa más rápida de reducción de la pobreza jamás registrada en la historia de la humanidad». En febrero de 2021, el presidente chino Xi Jinping anunciaba: «Hemos completado la ardua tarea de erradicar la pobreza extrema». Napoleón Bonaparte ya lo advertía a principios del siglo XIX: «Cuando China despierte, el mundo se conmoverá». Eso ya pasó hace rato. 

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