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Las palabras del año

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Facundo Báñez

¿Cuáles son los términos que marcaron el pulso de la actualidad durante 2025? Los principales diccionarios del mundo presentaron sus balances lingüísticos y el debate está abierto.

Foto: Jorge Aloy


Si el espíritu de una época modela su lenguaje, el vocabulario de este 2025 parecería forjado por el auge de la IA, por los vaivenes arancelarios en la economía mundial y por esa lógica de algoritmos que invitan a la devoción lo mismo que al odio hecho mensaje. Así, al menos, se desprende de los términos que, a criterio de los principales diccionarios del mundo, marcaron el pulso de la realidad durante el último año: «arancel», «rage bait», «slop» o «parasocial» fueron algunas de las palabras que se subieron al podio amplio e imaginario de las llamadas «palabras del año». ¿Pero cómo se eligen? Y en todo caso: ¿para qué?

«La idea es dar cuenta de algún tipo de novedad social que se refleje en un interés mayor por cierta palabra», explica Santiago Kalinowski, director del Departamento de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas de la Academia Argentina de Letras, para quien lo que se busca es «captar ese interés para poder calcularlo y medirlo, entenderlo, de modo de dar una pauta de lo que sucedió en el año y cómo se reflejó socialmente».

La Fundación del Español Urgente –entidad que asesora sobre el uso del español en los medios y cuenta con el respaldo de la Real Academia Española‒ eligió «arancel» como palabra del 2025. Para sus integrantes, las imposiciones comerciales promovidas por el presidente de Estados Unidos, especialmente las relacionadas con las exportaciones e importaciones, fueron las protagonistas de la información internacional durante buena parte del año, lo que derivó en que «arancel» fuese un vocablo mucho más utilizado que lo habitual. «Esta voz pasó de estar reservada a los especialistas y al ámbito técnico a estar en boca de todos –argumentan–. Se trata de un término ya recogido en el Diccionario de autoridades de 1726 y habitual en los ámbitos de economía y el derecho. No obstante, la actualidad informativa hizo que su uso se dispare y llegue, desde las áreas especializadas y técnicas, al diálogo social».

Así como «confinamiento» fue la elegida del 2020 y «vacuna» la del año siguiente, la elección de palabras –si bien busca sintetizar un clima de época– no suele seguir siempre los mismos parámetros de parte de las casas editoriales. «Podría decirse que es una decisión arbitraria nombrar una palabra como “la palabra del año” –opina Kalinowski–. ¿Por qué le cae a una o a otra esa etiqueta? En realidad, lo que se cruzan son distintos criterios que tienen que ver con las condiciones de funcionamiento de cada institución. Merriam-Webster, por ejemplo, levanta las métricas de su diccionario y ahí ve, al margen de las fluctuaciones normales como puede ser la palabra “amor” en San Valentín, cuáles son los picos de interés o los aumentos en la búsqueda de términos que tienen que ver con eventos propios de ese año y que no se habían dado antes, lo que hace que una expresión tenga mayor preponderancia. Este año, por caso, los editores eligieron «slop», una palabra relacionada con el auge y lo que ocurre con la inteligencia artificial».

Traducida al español como «bazofia», explica el lingüista, la palabra resume el caos digital de las redes y la saturación de contenido de baja calidad a partir de la proliferación de materiales generados por IA. Para muchos, «slop» es el término que mejor representa el estado actual de internet: una mezcla insípida y repetitiva de información y entretenimiento producido tanto por máquinas como por personas que dejaron de preocuparse por la calidad.

Otro de los diccionarios que cada año elige su palabra es el de la editorial Oxford University Press. Esta vez, la seleccionada fue «rage bait», traducida al español como «anzuelo de ira», cuya definición enciclopédica es «contenido en línea creado deliberadamente para provocar ira o indignación, con el objetivo de aumentar el tráfico web y la interacción en redes sociales». Su uso, según la editorial británica, se triplicó en los últimos doce meses, algo que acrecentó la necesidad de nombrar esa táctica de manipulación y de proliferación de odio que habita el entorno digital. «Aunque la gente no haya oído nunca la palabra –plantean los electores de Oxford–, de inmediato sabe lo que significa. Y quieren hablar de ella».

Detrás de esta elección hay una realidad que también es marca de época. Si antes la red se centraba en despertar la curiosidad a cambio de un clic, ahora la lógica del algoritmo influye en nuestro deseo y parece modelar cada una de nuestras reacciones. A veces el llamado «rage bait» puede ser burlón y hasta inofensivo, pero de un tiempo a esta parte el término perforó en el discurso colectivo y se hizo caldo de cultivo para realzar la indignación y, comentario en redes mediante, dirigirla con virulencia contra figuras públicas o usuarios desconocidos.

Si bien comparten el escenario digital, la palabra que eligió por su parte el diccionario de Cambridge, otro de los más prestigiosos en idioma inglés, tiene un sentido distinto. En su caso, la palabra del 2025 fue «parasocial», un adjetivo que hace referencia a la conexión que, buena o mala, alguien puede sentir por un famoso, una serie o un personaje imaginario. Las búsquedas de la expresión crecieron a partir del 30 de junio pasado, cuando el popular streamer IShowSpeed bloqueó a un seguidor al que calificó como su «parasocial número uno». Tres meses después de ese episodio, su definición tuvo una actualización para incluir en el término la relación que se puede establecer con una IA. El diccionario justificó la elección de la palabra por su crecimiento en las búsquedas de internet, su uso en redes y el aumento de la popularidad de los asistentes de IA, que junto a las celebridades se convirtieron, de acuerdo con Cambridge, en objeto de «devoción parasocial».

Cada institución, dice Kalinowski, pone el foco en distintas palabras de acuerdo a mecánicas propias y a las posibilidades que tienen. «Algunas levantan las métricas de búsqueda en sus diccionarios y otras, acaso más basadas en sus contactos con la prensa como la RAE, relevan medios y la información que circula», explica el lingüista, quien subraya que, al margen del procedimiento y las formas de cada elección, «lo que se pretende es captar esas palabras que reflejan o señalan las marcas de una época».

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