11 de septiembre de 2018
Casitas de madera, heladeras viejas o simplemente una ventana con rejas son las diferentes estructuras en las que vecinos generan las «Bibliotecas al paso»: un espacio de libre circulación de publicaciones donde solo funciona una consigna: «Llevate un libro, dejá otro».
«Estas bibliotecas irrumpen en el espacio público y habilitan el encuentro entre vecinos», expresa Natalia Cristóbal, del Colectivo del Barrio Rawson, un grupo de vecinos que creó La Maga, una biblioteca ubicada en el barrio porteño donde vivió Julio Cortázar.
La primera de estas experiencias en Argentina fue creada por Inés Kreplak hace dos años, en el barrio porteño de Parque Chas: «Conocí estas bibliotecas en Chicago, Estados Unidos. Al principio la gente no entendía que era gratis y que no había que anotarse», cuenta Inés.
La idea comenzó a multiplicarse en toda la ciudad y en las provincias donde se instalaron bibliotecas al paso en plazas, escuelas y en cualquier vereda.
«Hoy en nuestra página de Facebook hay un mapa donde tenemos ubicadas unas 40 distribuidas en toda la Ciudad de Buenos Aires, y en las provincias de Buenos Aires, San Luis, La Pampa, Córdoba, Santa Fe y Chubut, pero seguro debe haber más», concluye Inés.
(Horacio Paone)