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Las vidas de Pareto

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A los 33 años, la argentina sumó nuevas conquistas que abren expectativas rumbo a su gran objetivo: obtener la tercera medalla olímpica. El desafío de realizar la preparación en simultáneo con sus prácticas como médica. Palabras de su entrenadora.


Bakú. Ganadora del bronce, la Peque posa con una placa del Mundial 2018 junto a Funa Tonaki, Daria Bilodid y Otgontsetseg Galbadrakh. (DAVID FINCH/GETTY IMAGES)

Paula Pareto lo terminó de asimilar en diciembre: Tokio 2020 será, muy posiblemente, su último juego olímpico. No le fue fácil aceptarlo: medallista de bronce en Beijing 2008 y de oro en Río de Janeiro 2016, la vida de Pareto cambió a partir de esos triunfos. Hoy es una de las máximas referentes del deporte argentino. «Hay que escuchar al cuerpo», se dijo a sí misma, consciente de lo que exige competir en el más alto nivel.
De ahí que en 2019 intensificará su preparación con miras a clasificar a la gran cita a realizarse en la capital de Japón. Tiene motivos para la ilusión: sin ir más lejos terminó sexta en el ranking mundial de su categoría -48kg de la Federación Internacional de Judo el último año. Una ubicación para nada despreciable, aunque lo más destacable fueron sus conquistas en torneos que reunieron a las mejores del mundo. Entre esos logros se cuentan la obtención del campeonato panamericano en San José, Costa Rica, por cuarta vez en su carrera (se había coronado en 2009, 2011 y 2017), la medalla de bronce en el Mundial de Bakú, su primer oro en el Gran Prix de Cancún y otra presea de bronce, esta vez en el Grand Slam de Abu Dhabi, Emiratos Árabes. Claro que su temprana eliminación del Masters de Guangzhou, realizado en China, hizo que descendiera del cuarto lugar al sexto del ranking. Una caída, en rigor, relativa. Porque la entrada para el plato principal de los Juegos de Tokio 2020 aún no se sirvió en la mesa.
A sus 33 años Pareto, primera y única deportista individual argentina en ganar una medalla de oro olímpico, sabe que hoy debe regular sus fuerzas. En ese plano, lo más relevante en su camino a Japón lo afrontará en la segunda mitad de 2019. Allí comenzará otra etapa de torneos puntuables para la cita olímpica. La judoca cerró el año en el quinto escalón del ranking olímpico, clasificatorio a Tokio, lo que le entrega cierto margen de maniobra dado que logran obtener su pasaje las 18 primeras, sin repetir nacionalidades. Pero su objetivo es conseguir la clasificación este año y no esperar a la finalización de los torneos. «Clasificar para Tokio y, obviamente, ganar una medalla. No quiero soñar con menos de que eso», le dijo a la periodista Thais Pubul en el diario Olé. «Soñar con lo imposible puede hacerse posible en la realidad, por lo que tengo la convicción y la esperanza de que se puede dar otra vez». En comparación con su ciclo olímpico rumbo a los juegos de Río de Janeiro, el camino a Tokio ya tiene un mojón que lo hace más destacable: haber ganado el oro en el Panamericano, ausente en aquel período 2012-2016.
 
Apoyo conocido
Laura Martinel logró el séptimo puesto en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992. En 14 años como atleta de alto rendimiento, participó en 126 competencias. Desde los Juegos de Londres 2012, además, es la entrenadora de Pareto. «Este 2018 fue realmente muy bueno. El 2017 fue un año de descarga, de bajar el trabajo, porque lo cierto es que el anterior ciclo olímpico fue desgastante. No fue gratis llegar al oro olímpico en Río. Es algo muy potente, todo un trabajo extremo. Entonces 2017 fue más de relajar. Como le dije a Paula: “Hay que mantener los signos vitales, nada más”», le explica Martinel a Acción, y agrega: «Si comparamos el nivel de entrenamiento con el ciclo anterior, no es el mismo. Pero lo cierto es que es otra Paula. Es campeona olímpica y eso marca a una persona diferente, ella ya tiene una expertise. Eso quizá suple la falta de tiempo para un entrenamiento con mayor volumen».
Martinel califica 2019 como un año intenso. Dice que intentarán clasificar pronto para «descomprimir» la cantidad de competencias en 2020 y que Pareto pueda mantenerse tranquila física y mentalmente. «¿Qué se te puede enseñar ahora que sos campeona olímpica? ¿Todos nos tenemos que callar?», le dijo en 2016 Martinel a Pareto, que respondió con una sonrisa. Pero, realmente: ¿cómo es trabajar con una deportista dorada? «Cuando el deportista llega a esos niveles –agrega Martinel–, tiene un enorme grado de autoconocimiento, aunque siempre hay aspectos por mejorar. El tema es que tienen una madurez por la cual no hace falta que le digas ciertas cosas. Pero como coach acompaño, opino, consensúo. Después, ya es un tema de la atleta, que tiene que verlo. Porque si no lo ve, no lo hace». En los últimos tres años, a Pareto le surgió un rival: el tiempo. En 2016, luego de ganar el oro olímpico, comenzó la residencia de Traumatología en el Hospital de San Isidro, un capítulo aparte.
 
Jornada completa
Existe otra faceta de Pareto vinculada con su segundo oficio. Recibida de médica en la Universidad de Buenos Aires –la carrera académica la completó mientras seguía compitiendo en los certámenes más importantes del mundo–, asiste cuatro veces por semana al Hospital de San Isidro. Después de esa tarea, le toca el gimnasio y, más tarde, ejercicios sobre el tatami, como se llama el espacio físico donde se practica el judo. Recién después, descansa. Y si le queda energía, continúa con sus estudios. Así son las jornadas de Pareto, alteradas solamente por los viajes a las competencias, que luego cubre con días de vacaciones del hospital. En 2018, de hecho, participó de siete torneos. En cinco, logró subirse al podio. También viajó a Japón para entrenarse en uno de los mejores clubes de judo del mundo. Incluso fue «atleta modelo» en los Juegos Olímpicos de la Juventud de Buenos Aires 2018. «Sus tiempos para entrenar están más reducidos porque está haciendo su especialidad en kinesiología –cuenta Martinel, la entrenadora consejera–. Lo cierto es que le quita tiempo, sin embargo ella encara todo con responsabilidad».
Pareto sabe que cada competencia puede ser la última y que, al mismo tiempo, ese es un motor que la impulsa a seguir. «En mi vida –dijo en una entrevista reciente– gané mucho más de que lo que esperaba. Ahora no me lo tomo con presión, sino con tranquilidad. Pero a la hora de competir, no me gusta perder ni a la bolita». Bronce en Río 2007, oro en Guadalajara 2011 y plata en Toronto 2015, el primer gran desafío serán los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Aunque piensa en el retiro, los desafíos la obligan a estar enfocada. Es que hoy Pareto está preparándose para vencer a rivales a veces diez años menores que ella, mientras piensa en cómo llegar a horario al hospital después de arribar al aeropuerto de Ezeiza de un torneo internacional y busca hacerse un hueco en la agenda para ir a pescar con su hermano, o a comer asados con amigas y amigos. En el medio, y acaso cuando menos lo espere, los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la ruta final, estarán a la vuelta de la esquina.

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