El tenista griego, quien ya venció a dos grandes como Federer y Djokovic, despierta pasiones en su país y asoma como la nueva figura del circuito afirmado en la variedad de recursos de juego. Los lazos de familia y el episodio que puso en riesgo su vida.
14 de marzo de 2019
Ascenso. En Melbourne, el heleno avanzó por primera vez a una semifinal de Grand Slam.
Stefanos Tsitsipas es, a los 20 años, no solo el tenista griego que más alto escaló en el ranking en toda la historia. También es una de las más prometedoras apariciones de un circuito donde siguen brillando leyendas como Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. En el Abierto de Australia le ganó a Federer –su ídolo– y accedió a la primera semifinal de un Grand Slam en su trayectoria. Rafael Nadal le puso un freno y, al mismo tiempo, le impidió una revancha a corto plazo. Después del Abierto de Australia de este año, Tsitsipas conquistó su segundo título en el circuito de tenis. Venció a Mikhail Kukushkin en la final del ATP 250 de Marsella. El primero había sido en Estocolmo 2018. En menos de un año, ya subió al puesto Nº 11 del ranking y quedó a poco más de 100 puntos del Top 10. Por todas estas razones no es arriesgado señalar que Tsitsipas es una amenaza para el trío legendario.
Claro que su ascenso a lo más alto de la disciplina no es fruto de la casualidad. Número 1 del mundo en la categoría Juniors en 2016, el nacido en Atenas ganó el año pasado el NextGen, torneo que reúne a los mejores tenistas menores de 21 años de la ATP, y en el Masters 1000 de Toronto eliminó a cuatro Top 10 antes de que perdiera la final con Nadal: Dominic Thiem (8º), Djokovic (1º), Alexander Zverev (3º) y Kevin Anderson (6º). «Tiene un prometedor futuro, buena estampa, implicación y seriedad. Imagino lo que supone para la sociedad griega el hecho de ver una irrupción así, en un deporte en el que no habían tenido a ningún jugador en el Top 100. Está abriendo la puerta de un futuro esperanzador», escribió Toni Nadal, tío y exentrenador de Rafael, en el diario El País. En 2007, el tenista griego Konstantinos Economidis había llegado a ser número 112 del mundo. De ahí que en Grecia, un país golpeado por continuas crisis, vivan ahora la aparición de Tsitsipas como si fuera un bálsamo nacional.
Menor a mayor
Hijo de Julia Salnikova, tenista rusa profesional en la década de 1980, y de Apostolos, también tenista pero en el ámbito universitario de Estados Unidos, Tsitsipas ya jugaba al tenis a los tres años. Sus hermanos menores, Petros, Pavlos y Elisavet, también juegan. Su abuelo, Sergei Salnikov, fue campeón olímpico con la selección de fútbol de la Unión Soviética en los Juegos de Melbourne 1956. Hincha del Olympiakos y amante del básquet, Tsitsipas tuvo como primer entrenador a su padre, a quien le dijo a los 9 años que quería ser profesional. Desde 2015, cuando entró a su academia en Niza, está bajo las órdenes de Patrick Mouratoglou, entrenador de Serena Williams. Sin embargo, en ese año no fue noticia por el tenis sino por otro episodio infinitamente más importante. Es que el jugador heleno se salvó de la muerte, como suele decirlo, porque casi muere ahogado en el Mar Egeo, cuando se metió junto a sus amigos en un descanso en la isla de Creta. «Mi papá, que nos miraba desde la orilla, se metió, nadó hasta nosotros y me tiró con fuerza hasta una roca. Ahí pude volver a respirar con normalidad y, lentamente, volvimos a la costa. Una experiencia muy fea que nunca olvidé», recordó en un video en la web de la ATP. Un año más tarde, en 2016, se convirtió en tenista profesional.
Desde ese entonces se enfocó en crecer. Horas mirando en YouTube los mejores partidos de Federer le dieron un exquisito revés a una mano. Cuenta con una amplia gama de recursos, a diferencia de otros jóvenes, por ejemplo el ruso Karen Khachanov, quien a los 22 años se ubica Nº 12 en el ranking gracias a una derecha de acero. «Tal vez Zverev esté mejor clasificado, pero para mí Tsitsipas es el mejor jugador joven. Tiene corazón, no tiene miedo de golpear la pelota, de atacar en la red», dijo el croata Goran Ivanišević, dos del mundo en 1994. Cabe señalar que desde 2007 –Djokovic, en Roland Garros– no aparecía un jugador tan joven (20 años y 168 días) en una semifinal de un Grand Slam.
Tsitsipas, que ya sabe lo que es ganarle a Federer y Djokovic y que analiza cómo hacerlo frente a Nadal, es el tenista sensación. El jugador del momento que busca dejar una huella en este deporte. Y también en su país.