27 de diciembre de 2013
En referencia al excelente artículo publicado en el N° 1136 sobre los cambios en nuestra forma de alimentarnos, creo que tiene mucho que ver el escaso tiempo del que se dispone y la pérdida del poder adquisitivo de los trabajadores; tiempo y dinero, me parece, por lo menos para sentarse a almorzar con tranquilidad como se hacía hace décadas, cuando hasta las personas más humildes podían compartir un puchero y una charla en una fonda o un bar. Hoy todo es «de paso» y el sentarse a comer cualquier pavada, con una gaseosa, insume, como poco, $50 diarios o más. O sea, $1.000 en días laborables al mes. Si se trabaja los sábados, más aún. Lamentablemente, no le veo arreglo.
Susana Domenech
Ciudad de Buenos Aires