En medio de los polémicos arbitrajes y los cambios reglamentarios, Atlanta, Estudiantes, Barracas Central y Riestra consiguieron subir a la B Nacional. Historias y virtudes de juego de cuatro clubes que estuvieron en el centro de la escena.
22 de mayo de 2019
Villa Crespo. Los bohemios celebraron el ascenso a la segunda categoría después de 8 años. (Federico Imas)Alguna vez Sergio Rondina, actual entrenador de Arsenal, recientemente ascendido a la Superliga, dijo que la B Metropolitana, la tercera categoría del fútbol argentino, es la más difícil de todas. Rondina sabía de lo que hablaba: es uno de los pocos entrenadores que dirigió en todas las divisiones de Ascenso. La temporada 2018-2019 de la B Metropolitana confirmó aquella frase si se analiza el plano futbolístico, arbitral y organizativo. Porque salió campeón Barracas Central y, detrás, ascendieron también a la B Nacional Estudiantes de Buenos Aires, Atlanta y Deportivo Riestra, todos clubes con estructuras y trayectorias muy dísimiles. Porque hubo arbitrajes más que polémicos, de los cuales se hablará por largo tiempo. Porque a mitad de torneo, la AFA cambió el reglamento y, en lugar de dos ascensos, decidió que haya cuatro directos y uno para el ganador del Reducido. Todo eso ensombreció el torneo.
Pese a ello, hubo incidencias deportivas dignas de destacar. Atlanta, que jugó 64 temporadas en Primera División, escaló a la B Nacional después de ocho años. Primero con José «Pepe» Castro como entrenador, un ídolo del club, y en el cierre del torneo, bajo el mando del uruguayo Alejandro Orfila, quien le aportó solidez defensiva al equipo. De hecho, el arquero Francisco Rago batió el récord de valla invicta en la historia del club, cuando alcanzó la línea de los 802 minutos sin recibir un gol. Pero también tuvo contundencia en el ataque con la dupla goleadora que armaron Horacio Martínez e Ignacio Colombini, y un soporte en la mitad de la cancha con Nicolás Previtali, futbolista surgido de las inferiores del club. Lejos de polémicas, de los apremios económicos que lo llevaron a la quiebra en 1991, con estabilidad económica y actividad social en Villa Crespo, Atlanta tendrá ahora como objetivo principal volver a Primera, una categoría en la que no juega desde hace 35 años.
Otro protagonismo
El otro histórico que regresa a la B Nacional es un club centenario, Estudiantes, situado en Caseros. Después de 18 años, jugará por quinta vez en la segunda categoría del fútbol argentino. Los 13 goles de Lionel Altamirano, que emigró en diciembre a Santiago Wanderers de Chile, le dieron aire en el inicio del campeonato. Otra clave del equipo de Daniel Martínez, además de mantener gran parte del plantel, fue Diego Figueroa, autor de conquistas decisivas entrando desde el banco de suplente, y el desequilibrio ofensivo que aportó Fernando Joao. Los otros ascendidos, Barracas y Riestra, también exhibieron virtudes futbolísticas: Barracas, el club que logró afirmarse en el ascenso de la mano de Claudio «Chiqui» Tapia, actual presidente de la AFA, dominó el torneo gracias a los goles de Facundo Castro y Carlos Valenzuela, ambos surgidos de Racing. También por el aporte de jugadores con experiencia en Primera: el lateral Leonel Bontempo (ex Quilmes) el central Ezequiel Filippetto (ex Huracán) y el arquero Elías Gómez (también ex Huracán). Dirigido por Salvador Daniele, Barracas, un club con 115 años de historia, jugará en la máxima categoría del Ascenso después de 70 años. Por otro lado, Riestra, dirigido por Guillermo Duró, disputará la B Nacional por segunda vez después de estar en la temporada 2017-2018. Lo logró por su poder para armar un equipo con recambio y por contar con Gonzalo Bravo, autor de 20 goles, uno de los mejores del torneo junto con Valenzuela.
Al margen de los méritos fútbolísticos de los ascendidos, el torneo será recordado también por motivos extradeportivos: hubo arbitrajes que con errores favorecieron a Barracas, el club del presidente de la AFA; a Estudiantes, cuyo titular es Jorge Barrios, asesor de Chiqui; a Riestra, el club del abogado y empresario Víctor Stinfale; e incluso a Acassuso, que aún puede ascender por el Reducido y cuyo presidente es Javier Marín, un armador político en la llegada de Tapia a la presidencia de la AFA. Los clubes que ascendieron a la B Nacional esta temporada contarán con otra ventaja: participarán de un certamen con 32 equipos, en el que no habrá promedios de descenso.
Esto último fue otro factor que agregó mayor competitividad y, también, nuevas sospechas. A tono con la dinámica de un certamen que, como pocas veces, generó extendido interés en los aficionados de la pelota.