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Los hermanos Francisco y Agustín Caffaro, ambos con una altura que supera los 2 metros, muestran grandes condiciones para desempeñarse como pivotes, un puesto clave. Los mundiales que se avecinan y el sueño de jugar juntos en el seleccionado.


Eliminatorias. Agustín tuvo un muy buen debut en el equipo mayor frente a Puerto Rico. (PRENSA CAAB)

Después de la Generación Dorada y mientras el proceso de recambio viene exhibiendo señales positivas, el básquetbol argentino tiene también otro motivo para ilusionarse. Por su técnica, carácter y condición atlética, los hermanos Francisco y Agustín Caffaro podrían darle en poco tiempo algo clave al seleccionado: presentar dos exponentes de más de 2,10 metros –se desempeñan en la posición de pivote– para poder emparejar el juego interno de las potencias europeas.
«No queremos apurarnos, pero sería un sueño», reconoció Francisco, 19 años recién cumplidos y 2,14 metros, sobre la posibilidad de coincidir en el futuro en la selección mayor con Agustín, de 24 años y 2,11 metros. Por el momento, su meta es liderar a la selección en el Mundial U19 que se jugará del 29 de junio al 7 de julio en Grecia. «Estoy esperando el Mundial hace tiempo», aseguró Francisco Caffaro en una entrevista con Basquetplus respecto de una copa del mundo muy esperada en el ambiente. Es que la camada 2000 está considerada como la mejor generación en mucho tiempo, con talentos que ya lucen en la Liga Nacional, y con Caffaro como la perla más reluciente.


Proyecto. Francisco, hoy en Estados Unidos. (PENNINGTON/GINA/AFP/DACHARY)

El proceso formativo de Francisco difiere del de la mayoría de los juveniles argentinos. Nacido en Piamonte, en el oeste santafesino, y formado en el club Trebolense, en 2016 decidió sumarse a la Academia Global de la NBA en Canberra, Australia. Y desde allí saltó el año pasado a la Universidad de Virginia, flamante campeona del torneo universitario de Estados Unidos. Por una lesión en la rodilla no formó parte del certamen, pero sí participó de los entrenamientos y la preparación del plantel. Para la próxima campaña se espera que tenga un lugar de privilegio. Con la pesada mochila que significa ser catalogado como «el gran proyecto» del básquet argentino, Francisco también muestra una madurez asombrosa. Alcanza con mencionar que su objetivo, según dijo, es entrenar para elevar su nivel, lejos de apurar los plazos.

En potencia
Distinta es la trayectoria de Agustín. Pese a su altura, el pivote de Libertad de Sunchales en la Liga Nacional recién pudo asentarse en esta temporada, ya con 24 años. Antes había pasado sin demasiado suceso por Quimsa de Santiago del Estero, Huracán de Trelew en el ascenso y dos temporadas por Boca. En Sunchales, su crecimiento resultó meteórico dado que, primero, se afianzó como titular y luego fue convocado por Sergio Hernández para jugar en la selección mayor. En el equipo albiceleste debutó en la última ventana de las Eliminatorias para el Mundial de China, con dos auspiciosos rendimientos frente a Puerto Rico y Estados Unidos. Debido a sus desempeños, y a la histórica escasez argentina en esa posición, la figura del club Libertad quedó con buenas perspectivas de ganarse un lugar entre los 12 jugadores que participarán del mundial, a disputarse entre el 31 de agosto y el 15 de septiembre.
De consolidarse en el seleccionado, Argentina sumará un hombre clave. Porque más allá de su altura, los desplazamientos en la zona de conversión lo vuelven un jugador ideal para el básquet moderno. A ello le suma efectividad en dobles (57,8 %) y en libres (76,9%), aunque todavía necesita mejorar el tiro externo (28,6%) para completar su arsenal ofensivo.
Francisco no duda del potencial de Agustín: «Está jugando cada vez mejor y ahora que este año le dieron la oportunidad está demostrando lo que puede hacer», sostiene. Una frase con especial significado teniendo en cuenta que no solo conoce el puesto sino también las virtudes de su hermano, un espejo como él mismo admitió. Al fin de cuentas, los Caffaro tienen objetivos parecidos: seguir creciendo para enfrentar nuevos desafíos. Sergio Hernandez y el básquet argentino, agradecidos.

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