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Champions League, fútbol y espectáculo

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La edición 2018-2019 tuvo como principal atractivo las propuestas ofensivas de equipos como el Liverpool, ganador de su sexta corona, Tottenham, Ajax y Barcelona. La influencia de Klopp más allá del juego y de los intereses comerciales detrás de la pelota.


Estadio Wanda Metropolitano. Los jugadores del campeón levantan al alemán Klopp tras el cierre del encuentro decisivo en Madrid. (SORIANO/AFP/DACHARY)

Jürgen Klopp, de 53 años, siempre es requerido para que opine sobre asuntos vinculados con la política. Como alemán nacido en la localidad de Stuttgart que reside en Inglaterra desde hace cuatro años –el mismo tiempo que lleva como entrenador del Liverpool–, ya se posicionó en contra del Brexit, la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. «No hay una sola vez en la historia donde la división haya generado éxito», dijo. Hasta propuso que se votara de nuevo. Fue en esa misma charla con el diario inglés The Guardian, en abril del año pasado, cuando Klopp elogió a Angela Merkel, la canciller alemana, que navega por el centro político, volcada a la derecha aunque con una mirada más progresista en Europa respecto de un aspecto central: la inmigración. Por eso es posible que Klopp la elogie y a la vez se reivindique como un hombre de izquierda.
Klopp está en el centro de la escena, sobre todo en Inglaterra, donde el fenómeno del Liverpool campeón de la Champions­
–su sexta corona europea– llegó a ser utilizado como ejemplo por diversos sectores. En pleno debate por el Brexit, Jeremy Corbyn, líder del partido Laborista, le aconsejó a la primera ministra Theresa May que le pidiera algunas pistas al entrenador para lograr un buen resultado en Europa. Fue después de la remontada contra el Barcelona. May respondió: «Cuando todo el mundo dice que se ha acabado, que tu oponente europeo te va a ganar, que el reloj avanza en tu contra y que es tiempo de reconocer la derrota… se puede, de hecho, asegurar el éxito si todos nos unimos». Pero semanas después, May tuvo que reconocer su derrota y anunció la renuncia como primera ministra británica.
Klopp fue contratado en 2015 gracias a un modelo matemático que decidió seguir el dueño del Liverpool, el magnate estadounidense John W. Henry. Ahora, ganador, le observan el carisma. Ya rechazó con gracia las propuestas de algunos intelectuales alemanes para que se volcara a la política en su país. Merkel, les dijo el técnico del Liverpool, tiene dos semanas de descanso al año. «Esas son menos vacaciones que las que tengo yo, y ese no es mi objetivo», bromeó. Su rutina, además, ya estaba habituada a Inglaterra. Allí su equipo animó una Premier League que ganó Manchester City pero en la que Liverpool hizo una temporada de campeón. Consiguió 97 puntos, uno menos que el conjunto de Pep Guardiola. Nunca antes el primero y el segundo habían obtenido tantos puntos entre ambos: 195.

Máxima corona
Pero además de la liga local, Liverpool fue parte de la conquista europea de Inglaterra, una paradoja en medio de la discusión sobre el Brexit. La final de Champions League con el Tottenham del argentino Mauricio Pochettino solo tenía antecedentes en otra definición entre equipos ingleses, cuando Manchester United venció al Chelsea por penales en 2008, en Moscú. La Champions League 2018-2019 ratificó su reinado, con los condimentos que la hace inigualable: tiene a los jugadores más importantes del mundo, a las estrellas, a los grandes equipos y los mejores escenarios. Con el VAR incluido, a todo eso le agregó la épica. Solo hay que ver lo que ocurrió en semifinales. Si en los partidos de ida, unas crónicas se enfocaban en Lionel Messi, su gol 600, el tiro libre con el que el Barcelona le ganó 3-0 al Liverpool en el Camp Nou, y otras crónicas describían al fenómeno Ajax, que le había ganado 1-0 al Tottenham en Londres, una semana después todo fue diferente.


Mohamed Salah. Gol y revancha. (BOUYS/AFP/DACHARY)

La remontada de Liverpool, que parecía imposible, puso a Klopp y su equipo en las portadas. Es cierto que en el partido de ida no había merecido perder –y menos por semejante diferencia– pero adelante estaba Barcelona. Y Messi. «Nos motivó, pero, sinceramente, ni siquiera creía que la remontada ante el Barcelona era posible», contó días después Sadio Mané, el delantero senegalés del Liverpool. Y describió qué despierta Klopp en sus jugadores: «Es excepcional. Te dan ganas de luchar por él, de darlo todo por él». Si esa serie contenía la tensión necesaria para hacer de la Champions el torneo más atractivo del mundo, al día siguiente llegaría el suspenso que entregaron Ajax y Tottenham, que perpetró otro tipo de épica, más ajustada. Su remontada se produjo en el segundo tiempo. Esa semana, la del 7 y el 8 de mayo, habría que declararla la semana del fútbol.

Pasión de millones
Y es cierto que las estrellas, el dinero que mueve, el eurocentrismo del fútbol, alimentan la condición global de la Champions. Pero la última temporada matizó esa danza de la fortuna. La edición 2018 tuvo como gran protagonista al Real Madrid, que invirtió importantes sumas de dinero para defender el título. Debió superar, antes, a Juventus, otro que suele romper a golpe de billetes los mercados de pases. La de 2019 se cerró en Madrid con equipos que aportan otros ingredientes. Tottenham no intervino en el mercado de pases. Pochettino sabía que el club tenía otras prioridades, como terminar su nuevo estadio, que inauguró a principios de abril. Liverpool, en cambio, invirtió 195 millones en el último mercado de pases con la idea de volver a la carga por la Champions, pero también con el objetivo –que no consiguió por obra del City– de un título de liga, algo que no logra desde 1990. En diciembre de 2017, Liverpool pagó 84 millones de dólares por el defensor holandés Virgil Van Dijk, figura en la final con el Tottenham aunque el gol tempranero haya sido del egipcio Mohamed Salah, quien tuvo su revancha después de aquella fatídica lesión en la final de 2018.
Fue Gianni Infantino, el actual presidente de FIFA, quien cuando era secretario de la UEFA le dio los últimos toques a la organización de la Champions. Ahora es Infantino el que sacó a relucir un Mundial de Clubes de 24 equipos, cada cuatro años, con el aporte de un consorcio japonés que desembolsa 15.000 millones de euros. El jefe de la UEFA, el esloveno Aleksander Ceferin, lo ve como una amenaza a su torneo estrella. Todo es una guerra comercial. Pero como lo demostraron Ajax, Barcelona, Liverpool y Tottenham, cada uno a su medida y cada uno con sus resultados, lo que sigue importando es el fútbol.

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