14 de enero de 2014
Movimientos sociales, el futuro de la prensa escrita, el legado de Hugo Chávez y los vaivenes del tablero geopolítico internacional analizados por el periodista español Ignacio Ramonet.
Presentó en la Argentina su último libro, Hugo Chávez. Mi primera vida, resultado de más de 200 horas de conversaciones mantenidas con el líder bolivariano, a lo largo de más de cinco años de trabajo, en las que recuerda su infancia y su juventud y revela cómo se forjó políticamente el hombre que transformó Venezuela e influyó notablemente en la región centro y sudamericana. «Chávez es un milagro social, hay pocos ejemplos en la historia de un niño que haya nacido en las condiciones materiales en las que él nace y que haya llegado a una posición semejante, la del líder latinoamericano más conocido universalmente desde Fidel Castro», destaca el periodista y concluye: «Chávez es el primer presidente de Venezuela que se parece a la mayoría de los venezolanos».
En el hotel que lo refugió del calor porteño, Ramonet, periodista y escritor, director de la edición española de Le Monde Diplomatique, profesor emérito de Teoría de la Comunicación en la Universidad de París VII y analista internacional, dialogó con Acción sobre su reciente libro, el futuro del periodismo y los cambios que se avecinan en el escenario mundial.
–¿Hay reemplazo para un liderazgo como el de Hugo Chávez?
–Pienso que Chávez, como los líderes de su dimensión, evidentemente no tienen un sustituto. Porque llegan en un momento preciso y ellos mismos cambian el momento. Por consiguiente, el momento ya no es igual. Por otra parte dejan un gran vacío. A mí me interesan líderes como Fidel Castro, como Chávez o como el subcomandante Marcos, con los que he hecho libros de conversaciones, porque tienen una imaginación política fuera de serie. Son capaces de pensar, si quieres, estrategias que no han sido pensadas por otros y que son eficaces. Hugo Chávez es un líder que llega al poder en determinadas condiciones, después de las dictaduras militares, de las terapias de choque neoliberales, y tiene, según mi parecer, el atrevimiento de imaginar una política diferente, siempre basada en el apoyo popular democráticamente consultado. Entonces, ese líder, cuando desaparece, deja un gran vacío. Pero ha tenido 15 años de gobierno, ha encarrilado su revolución bolivariana. Y, por consiguiente, ya ahora, si hablamos de Venezuela, quizá no necesite un líder tan «titanesco» como lo fue Chávez. Evidentemente, el pueblo venezolano y la dirigencia lo echarán de menos, y Chávez quedará en la historia de Venezuela por mucho tiempo, quizás por siglos. Pero lo que quiero decir es que se necesita un tipo de líder para un momento de la historia y otro tipo de líder para otro momento de la historia. Yo pienso que Nicolás Maduro es el tipo de líder que se necesita para este momento.
–¿El proceso de integración de América Latina será igual sin Chávez?
–Coincidiría contigo diciendo que no sólo desde el fallecimiento de Chávez, el 5 de marzo del año pasado, sino que ya desde su enfermedad, se ha notado que el motor de la integración funciona a marcha más lenta. En realidad, funciona mal, dado que el ALBA y la UNASUR se han reunido menos, que no se han tomado iniciativas interesantes, que no se ha oído hablar de la misma manera de la CELAC y demás. Entre tanto, ha habido iniciativas como la Alianza del Pacífico con países que, estando en las sombras de estas instituciones, tienen una opción diferente. Ahí sí se nota. Y lo que se nota es que Chávez era el motor de la nueva integración latinoamericana.
Nueva vida para el periodismo
Ramonet es reconocido en el mundo por sus análisis sobre la acción de los medios de comunicación, sus vinculaciones con los poderes económicos y políticos y el rol de los periodistas. Entre otros libros sobre esta problemática, escribió La tiranía de la comunicación, La post-television. Multimedia, Internet y globalización económica y La explosión del periodismo.
–¿Qué futuro tiene la prensa escrita?
–Como bien sabes, soy de los que piensa que la prensa escrita no va a desaparecer. Pero está viviendo una crisis muy importante, que podríamos calificar hasta de extinción de títulos importantes. Hemos visto lo que ha pasado con The Washington Post comprado por una miseria, hemos visto como Newsweek, con tanta influencia, ya no existe. Y desaparecen periódicos constantemente. De los diarios de pago de la prensa escrita, probablemente muchos títulos van a desaparecer. Pero hay una nueva vida para esa prensa. Porque lo que quiere el público hoy es análisis y no la información. El problema es qué análisis hacemos. Y la capacidad de analizar rápido, en 24 horas, no la tienen todos los periodistas ni la tienen todos los equipos. Digo, analizar de forma sofisticada y analizar con argumentos para un público cada vez más educado. Porque el público, en Argentina y en cualquier país, va cada vez más a la universidad, tiene cada vez más títulos. Por consiguiente, es un público –sobre todo el que seguirá leyendo la prensa– que va a querer que lo traten de manera inteligente. Entonces, ese tipo de prensa no sólo se va a mantener sino que se está haciendo indispensable.
–En ese marco, el rol de los periodistas es analizar la realidad…
–Creo que existen dos roles fundamentales. El primer rol del periodista es encontrar información. ¿Cuál es su función? Difundir información. Pero también encontrarla, no sólo difundirla. Y lo que muchos periodistas están haciendo es difundir una información que llega de manera automática. A ver, llega por las agencias de prensa, por los comunicados de los ministerios, de las entidades y demás. Cada vez más carecemos de información. Vivimos un momento muy paradójico: tenemos la impresión de estar saturados de información y no tenemos información. ¿Cuál es la prueba de ello? Edward Snowden, Wikileaks. Es decir, de repente no sabíamos que alguien como Angela Merkel estaba siendo espiada por los Estados Unidos. Es una información absolutamente enorme y la ignorábamos. Entonces, para encontrar este tipo de información hay que moverse un poco.
El segundo rol es el análisis. Esto es, la capacidad de analizar rápidamente cuáles son las consecuencias económicas, políticas, culturales, sociológicas, geopolíticas, etcétera, de una atmósfera, de un evento, de una acción. A partir de un hecho hay que analizar qué significa, qué antecedentes tiene, qué puede pasar, dónde ha ocurrido de la misma manera en otras épocas, para que el lector disponga de una información que no sólo lo haga a él más inteligente –o que tenga la impresión de ser más inteligente– sino que le dé elementos que justifiquen el hecho de que compre ese periódico. De lo contrario, si va a encontrar lo mismo que dice la radio o Internet, para qué lo va a comprar.
–Mencionó a Snowden, a Wikileaks, ¿cómo analiza ese fenómeno de develación de archivos ocultos?
–Wikileaks es, si se quiere, el periodismo de la era Internet, es el periodismo que no se podía hacer antes, porque trabaja con archivos digitalizados. Entonces, efectivamente cada vez más se va a poder hacer un periodismo de big data; de grandes archivos informatizados que están a nuestra disposición y circulan a la velocidad de la luz de manera inmaterial. Evidentemente, cada vez más, el análisis de esos archivos va a revelar muchas cosas.
Podría decirse que este fenómeno habilita una cierta democratización en la circulación de la información, pero al mismo tiempo no se puede soslayar que Internet es un espacio muy controlado.
A ver, tú y yo votamos, pero eso no significa que nuestros partidos gobiernen. Siempre ganan los mismos partidos. Pero hay democratización. Entonces, la democratización es que ahora tú y yo podemos tener un periódico y antes no podíamos. Yo puedo abrir un periódico en Internet. No me cuesta nada; lo hago solo o le pido a varios de mis amigos que escriban. Antes esto era imposible. La idea misma de hacer un periódico suponía un costo imposible. Esto no es así hoy en día. Además, uno de los problemas del periodismo es que, hoy, cualquiera se dice periodista. Y con tener un teléfono inteligente puedes poner sonidos, fotos, videos, etcétera, en tu diario y estar, de esa manera, transformándote en un medio planetario, porque puedes tener una página web aquí y te pueden leer todos los que hablan español en el planeta entero. Entonces, eso es la democratización. Ahora bien, esto no quiere decir que los medios que tú y yo podamos crear van a sustituir a los grandes grupos como Clarín, O Globo, Televisa, etcétera. La prueba es que la mayoría de los sitios web de información de mayor audiencia son los que pertenecen a esos grandes grupos.
Indignados sin poder
Nacido en Redondela, Galicia, pero criado en Tánger, donde sus padres, republicanos, se exiliaron luego del triunfo del dictador Francisco Franco, Ramonet es un agudo analista de la política internacional. Una nota suya publicada en Le Monde Diplomatique fue el punto de partida para la creación de la Asociación por una Tasa a las Transacciones Financieras especulativas para Ayuda a los Ciudadanos (ATTAC) en 1997. Poco tiempo después, fue uno de los impulsores de la construcción del Foro Social Mundial, iniciado en Porto Alegre en 2001.
–Europa está viviendo una crisis profunda y muchos de los países del bloque aplican políticas restrictivas y neoliberales. ¿Existe una reacción popular a la altura del ajuste que se está implementando?
–Hay resistencia. En España, así como en Grecia y Portugal, hay una combatividad social como nunca la había habido en estos últimos 20 años. No caben dudas de eso. En Europa, todo gobierno que se presenta a una elección, pierde. Todos menos Merkel, que es la excepción que confirma la regla. Porque ella es la matriz de la nueva política, una política que no le va mal a Alemania. A ver, si bien le va un poco mal, es menos mala que la de otros países. Entonces, es posible que en las próximas elecciones en España, Portugal o Grecia, la izquierda vuelva al poder. ¿Eso sería una solución? No lo sé. Porque si son los mismos socialdemócratas que ya estaban aplicando las terapias de choque, que fueron derrotados por esa misma política, no sé si son una solución. Estos nuevos movimientos –los indignados, los movimientos contra los desahucios, contra los bancos y las hipotecas, etcétera– no han conseguido organizarse y asociarse como sucedió en América Latina. Por ejemplo, Evo Morales en Bolivia es el resultado de una organización de los diversos movimientos sociales que consiguieron sustituir a los partidos tradicionales. Lo mismo ocurre en Ecuador con Rafael Correa. Allí, la protesta organizada ha podido proponerse la conquista electoral democrática del poder y conseguirlo.
–Al mismo tiempo están creciendo con fuerza expresiones de lo más rancio de la derecha política.
–Lo que se ve es el crecimiento de la extrema derecha y no así el de la derecha tradicional. Es el fenómeno dominante. Hoy en toda Europa del norte están surgiendo partidos de extrema derecha muy importantes. Evidentemente esto está vinculado con la crisis, porque crea sufrimiento social y desarrolla, en particular, un sentimiento de repulsión y de xenofobia hacia los extranjeros, hacia los inmigrantes.
–¿Está de acuerdo con quienes dicen que Estados Unidos resigna espacios de poder internacional en favor del crecimiento de China y del grupo BRICs?
–Claro. Pienso que ese es el movimiento largo del siglo XXI. Estados Unidos no ha dejado de ser la primera potencia del mundo ni va a dejar de serlo en poco tiempo. Va a seguir siéndolo, probablemente, a lo largo del siglo XXI. Pero la tendencia general es que está cediendo poder correlativo con respecto a los poderes emergentes que están surgiendo. Me refiero a China y la India esencialmente, aunque también Brasil, Sudáfrica y toda una serie de países de primer y segundo rango que pueden constituir efectivamente un poder multipolar. En mi opinión, esto se inscribe en un movimiento más importante: el final de la hegemonía occidental sobre el mundo iniciada con la conquista de América al final del siglo XV y principios del XVI. Durante cinco siglos Occidente ha dominado el mundo. Me refiero a los países europeos occidentales o su extensión europea en Estados Unidos. Y pienso que a lo largo del siglo XXI vamos a ver la caída o el debilitamiento de esta dominación. Hay que ser prudentes. Porque la dominación norteamericana sigue siendo muy poderosa tanto desde el punto de vista militar, como desde el punto de vista financiero y cultural. Quien domina el soft power, el poder que penetra en nuestras mentes de manera silenciosa y que nos transforma desde el interior, sigue siendo Estados Unidos. Todo lo que es Internet es estadounidense. Están muy presentes en la nueva era tecnológica, como lo estaban en las precedentes. Ellos inventaron el automóvil, el teléfono, la electricidad, etcétera. Y son los inventores de Internet. Pero la tendencia, lenta, es que están perdiendo poder relativo, y ese poder se traslada a Asia, donde está el gran juego del resto del siglo XXI.
—Jorge Vilas
Fotos: Juan Carlos Quiles