De los últimos 68 Grand Slam, Roger Federer ganó 20; Rafael Nadal, 19; y Novak Djokovic, 16. La disputa por el liderazgo y sus recursos de juego explican la vigencia de una de las competencias más atractivas y redituables de la industria del deporte.
13 de noviembre de 2019
Reyes. El serbio, el suizo y el español: desde 2004 dominan el circuito masculino y buscan sumar nuevos éxitos a sus carreras. (Fabi/AFP/Dachary; Jaspersen/AFP/Dachary; Lopez/AFP/Dachary)
El suizo Roger Federer tiene 38 años y debutó como tenista profesional en 1998. El español Rafael Nadal, de 33, entró al circuito de la Asociación Profesional de Tenis (ATP) en 2001. El serbio Novak Djokovic, quien cumplió 32 años, apareció en escena en 2003. Desde entonces, el tenis es sinónimo de Nadal, Djokovic y Federer. Son, en ese orden, los actuales 1, 2 y 3 del ranking de la ATP. En el tenis, se los conocen como el Big Three (tres grandes), los que marcaron una era que todavía sigue vigente. Porque, según las estadísticas, entre Federer, Nadal y Djokovic se repartieron 55 campeonatos de los últimos 68 Grand Slam (GS) disputados, los torneos más importantes: Abierto de Australia, Roland Garros y Abierto de Estados Unidos. Los números indican que Federer suma 20; Nadal, 19; y Djokovic, 16. Y que desde Marin Čilić en el US Open 2014 no hay un nuevo campeón en un GS. Ocurre que ninguno se aburre de ganar, que mantienen su espíritu competitivo y que los anima seguir reescribiendo los libros. Esta década se cerrará igual que la anterior: con el Big Three en lo más alto del ránking.
El cambio de mando, en lo que respecta a los primeros lugares, no parece que se produzca en el corto plazo. A Roger, Rafa y Nole, como se los llama con afecto, les sobra, todavía, nivel de top ten y ambición. «La transición hace tiempo que está en camino, lo que pasa es que nosotros seguimos aquí –dijo Nadal después de ganarle a Daniil Medvédev la última final del Abierto de Estados Unidos. Seguimos luchando por las cosas que nos ilusionan. El tenis, el físico y la cabeza, de momento, nos responde». La disputa es interna. Y a lo grande. Cuando en 2009 Federer ganó Wimbledon y superó a Pete Sampras (14) como máximo ganador de GS, pocos imaginaron que tan pronto otro tenista amenazara su reinado. Ahora, Nadal, como nunca antes, está a un título. Federer no gana un GS desde el Abierto de Australia 2018. En ese sentido, la edad ayudará a Nadal y a Djokovic. «Yo juego por mi historia», suele decir el español. «Entiendo el debate y es bueno para el tenis. Lo que pasa es que yo interiormente no puedo vivirlo así. Creo que me equivocaría si fuese así».
Pura historia
Hay coincidencia entre los especialistas del tenis: la era Federer-Nadal-Djokovic será irrepetible. Por lo pronto, siempre con el parámetro de los torneos grandes, superan a los grupos dominantes de décadas anteriores. En los 70, Jimmy Connors, Björn Borg y John McEnroe ganaron 26 de los 44 Grand Slam contemporáneos. En los 80, Mats Wilander, Ivan Lendl y Boris Becker, 27 de 56; y en los 90, Jim Courier, Andre Agassi y Sampras, 26 de 50. «El tenis actual –ironizó el sueco Wilander, ganador de 7 GS– es aburrido por culpa de Federer, Nadal y Djokovic». Pero no todo es ironía: exjugadores apuntan que, en concreto, el tenis se volvió un deporte más físico. Que los estilos se homogeneizaron, que prima el juego de peloteo desde la línea de fondo, y que se desechó la diversidad de tácticas y estrategias. Para muestra, vale recordar que la final de Grand Slam más larga de la historia tiene como protagonistas a Djokovic y Nadal: jugaron 5 horas y 53 minutos en Melbourne 2012.
En paralelo, y como prueba de que se trata de un momento histórico, el tenis se convirtió en uno de los deportes más seguidos en la industria del deporte. La ATP alcanzó los 995 millones de espectadores en 2017, más del doble que diez años atrás. Y superó los 125 millones de euros anuales de ganancia. «A diferencia de las épocas anteriores, la actual no se recordará por la rivalidad de uno contra uno, sino por la constante lucha de un conjunto de jugadores que se convirtieron en iconos globales, que coincidieron en el tiempo y el lugar para elevar el seguimiento del tenis a lo más alto –escribió la periodista Patricia López en el sitio Palco 23, especializado en el negocio deportivo–. Jamás esta disciplina había congregado tanto público en los estadios y frente al televisor, con el impacto positivo que ello ha tenido en el negocio del deporte de la raqueta». El grupo de grandes tenistas acaso también lo integra el escocés Andy Murray, ya que en 2006 llegó a ser número uno, el único que pudo dejar por un instante atrás a Federer, Nadal y Djokovic desde que el suizo subiera al tope del ránking en 2004.
No hay rivales
Para poner en contexto: solo siete jugadores ganaron un Grand Slam desde la irrupción del Big Three. Los únicos dos que lograron ganar más de uno fueron Stan Wawrinka y Murray, tres cada uno. Entre el grupo de los siete hay dos argentinos: Gastón Gaudio (Roland Garros 2004) y Juan Martín del Potro (Abierto de Estados Unidos 2009). «Federer, Nadal y Djokovic se fueron incentivando entre ellos para ser cada vez más buenos. Y no ha salido un jugador que pueda romper esta hegemonía. Los que ganaron tuvieron un rendimiento descollante en un momento puntual y nada más», dice Marcos Zugasti, periodista del sitio Fue Buena, a Acción, y agrega: «Existe en el circuito cierta incertidumbre de lo que va a suceder cuando Federer, Nadal y Djokovic dejen de jugar. Es abrumadora la regularidad, el recorrido». El ruso Medvédev (23 años), el alemán Alexander Zverev (22), el griego Stéfanos Tsitsipás (21) y, un poco más atrás, el italiano Matteo Berrettini (23) son los jugadores jóvenes que aparecen en el mediano plazo, un posible horizonte para el día después.
Este presente, de cualquier manera, es de Nadal, Djokovic y Federer. Djokovic tal vez no luce tanto desde el juego, pero tiene lo mejor de Nadal y lo mejor de Federer: la ofensiva que asfixia al rival y la capacidad de pasar de defensa y ataque en dos tiros. Es el tenista orquesta. «Tengo ventaja mental sobre Nadal y Federer», dijo el serbio. Nadal, en cambio, es resistencia y resiliencia: disputa cada punto como si fuese el último, porque físicamente es avasallante. Y Federer juega un tenis muy difícil de igualar. Gana con el saque, gana con golpes desde el fondo de la cancha, gana yendo a la red. Y, es cierto, casi nunca se lesiona. «Disfruto de mi rivalidad con Rafa y Novak», dijo el suizo. «Lo que hicieron es tremendo, y lograrán más. Pero yo estoy en el circuito para estirar mi liderazgo y para tratar de ganar más Grand Slams y títulos». En ese plano la expectativa se trasladará a Melbourne, Australia, primera cita grande de la temporada 2020. Los focos volverán sobre Nadal, Djokovic y Federer, tres fenómenos que ya marcaron la historia y compiten en la élite como si el tiempo no pasara.