Cultura

Compleja sencillez

Tiempo de lectura: ...
Elenco. Dimaio, Lestingi, Francia, Parodi, Trawier y Ferrari, los protagonistas de la pieza del autor de Ulises. (Jerge Aloy)

D ecir que James Joyce es uno de los principales escritores del siglo XX es un lugar común. Cuánto falta, todavía, por analizar de la obra rica y compleja de este irlandés nacido en 1882. Su pico creativo lo marca Ulises (1918), ese libro único e irrepetible que cambió definitivamente el concepto de novela y de la literatura toda, con 700 páginas que describen un día en la vida de tres personas en Dublín, la ciudad natal del autor. Se trata de un texto fundacional que desestructura y desmenuza el lenguaje para crear uno nuevo, uno propio y, por qué no, uno colectivo.
Entre sus trabajos también se encuentran los poemarios Música de cámara (1907) y Poemas a penique (1927); Dublineses (1914), su único libro de cuentos, en los que construyó una suerte de espejo donde la sociedad irlandesa podía, aun a su pesar, echar un vistazo a su propia realidad; y Retrato del artista adolescente (1916), una novela casi autobiográfica en la que describe y critica las convenciones burguesas y católicas de su tierra. Pero fue durante la escritura del Ulises que Joyce concibió su única obra de teatro, Exiliados, editada en 1918. Su estreno fue un fracaso comercial en aquellos años; recién en la  década del 60 llegaría su reconocimiento al ser representada en los escenarios británicos.
Esta pieza dramática aparenta sencillez tanto en su estructura como en la historia mínima que narra, aunque en su trasfondo, además de poner en la mira las costumbres anquilosadas de la sociedad de la época, intenta desentrañar el alma humana, hurgar en los sentimientos más profundos y analizar las acciones que éstos desencadenan en los protagonistas. Con numerosas menciones autobiográficas, Joyce puso en tres actos la historia de Richard Rowan, un escritor que, tras una temporada en el exilio, vuelve a su patria junto con su mujer Bertha (con la que no está legalmente casado) y su hijo. Robert Hand, periodista y amigo de la pareja, intenta conquistar a Bertha, y Rowan alienta esta posible relación.
Aquí el exilio remite a la patria, pero también a las leyes morales y los sentimientos humanos, a la intención de romper con los tabúes y a la total imposibilidad de una verdadera toma de distancia en lo afectivo. La puesta en escena de Exiliados nació como todo un desafío, y Claudio Ferrari lo asumió con creces al ponerla en escena por primera vez en la Argentina. Director de teatro en La señorita Julia o El que seré, dramaturgo y poeta, Ferrari eligió el Centro Cultural de la Cooperación para establecer una suerte de continuación de la experiencia que realizó Carmen Baliero adaptando el monólogo de Molly Bloom del Ulises, el mismo que fue interpretado por la acriz Cristina Banegas en 2013.
«Joyce, hace 100 años, con Exiliados, ya era absolutamente moderno en su modo de ver la moral y las convenciones sociales. De modo que nuestra puesta es por un lado muy sencilla y, por otro, muy compleja, porque sigue esos niveles aparentemente contradictorios, pero perfectamente coherentes y simultáneos, que propone Joyce», reflexiona el director.
Con un elenco integrado por Tony Lestingi, Maia Francia, Camilo Parodi, María Dimaio, Silvia Trawier y Franca Ferrari, la obra se puede ver los viernes y sábados a las 23 en la sala González Tuñón. Una puesta sencilla y compleja, entonces, que llega a la avenida Corrientes para alumbrar un pequeño retrato de la vida misma.

Jorge Freidemberg

Estás leyendo:

Cultura

Compleja sencillez