Creada poco antes de que se declarara la cuarentena, funciona como espacio de coordinación de las capacidades del sistema científico y tecnológico necesarias para realizar tareas de diagnóstico e investigación. Conocimiento y política.
12 de mayo de 2020
Lanzamiento. La unidad se presentó durante un encuentro encabezado por el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Roberto Salvarezza. (Lucas Vallorani)En los últimos dos meses la vida cotidiana de millones de personas se modificó rotundamente. La pandemia de COVID-19 se expandió tan rápidamente y provocó tanta incertidumbre que en muchos países las respuestas que se dieron llegaron tarde, tanto como para que la cifra de contagiados terminaran colapsando los sistemas sanitarios nacionales. Eso es lo que se ha visto en países como España, Italia y Estados Unidos, entre los más afectados. En Argentina, en cambio, se tomaron medidas políticas contundentes para aplanar la curva de contagios. La más importante de estas decisiones implementadas por el Gobierno fue el aislamiento social, preventivo y obligatorio, en torno al cual se desplegaron una miríada de acciones tendientes a morigerar no solo los efectos del virus SARS-CoV-2 sino también las consecuencias socioeconómicas generadas por la cuarentena. Se hizo tempranamente, aprovechando las semanas de retraso con las que llegó el virus al país en relación con lo que sucedía en Europa, y hoy ya se puede ver con claridad el efecto de esa decisión. Rápida fue la reacción del Gobierno nacional, pero también fueron veloces los reflejos de varios sectores sociales, entre ellos el científico, clave para dar respuestas a esta situación de emergencia. Antes incluso de que se declarara la cuarentena obligatoria, el 18 de marzo, el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación anunciaba la creación de la Unidad COVID-19 para coordinar las capacidades del sistema científico y tecnológico que fueran necesarias para realizar tareas de diagnóstico e investigación sobre el virus.
El ministro Roberto Salvarezza explicó que la conformación de la Unidad COVID-19 tiene como objetivo primordial «poner a disposición de la Presidencia de la Nación y de las autoridades del Ministerio de Salud de la Nación (MSAL) todas las capacidades de desarrollo de proyectos tecnológicos, recursos humanos, infraestructura y equipamiento que puedan ser requeridas».
Otras de las tareas que están encarando los integrantes de la Unidad COVID-19 es la construcción de herramientas epidemiológicas, informáticas y estadísticas para monitorear y modelar el desarrollo de la epidemia a nivel nacional. «Hay gente de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (de la UBA) y también del CONICET que está trabajando en el modelado de programas que permitan predecir cuál sería el curso más probable de la pandemia en Argentina, atendiendo a medidas que se tomen en la liberalización paulatina de la cuarentena», cuenta Geffner.
Estrategias y herramientas
Otros grupos están abocados a determinar cuáles son los mejores mecanismos para hacer testeos masivos a nivel poblacional; o a la producción de nanoanticuerpos que son capaces de neutralizar la infectividad (la capacidad del virus para invadir un organismo y provocar una infección); y otros trabajan en validar tests serológicos que sirven para medir los anticuerpos que produce un individuo infectado, «algo que indica cómo se distribuye en la población la infección y la inmunocompetencia que paulatinamente van adquiriendo las personas infectadas, y por ende un sector que va creciendo en la población, aunque por ahora, y esperemos que siga así, es un crecimiento muy, muy paulatino», explica el especialista. En algunos laboratorios están estudiando la forma de tipificar el genotipo de las variantes virales que circulan en Argentina –como ya se hizo con éxito en el Instituto Malbrán–, algo crucial para aportar información a los proyectos para desarrollar una vacuna. «En relación con la vacuna se está trabajando muy fuerte en el exterior. Las dos grandes estrategias que hay en este momento confluyen en un punto, que es inducir en el individuo inmunizado la producción de anticuerpos capaces de neutralizar la infección viral, que es algo común con todo el calendario nacional que tenemos nosotros, salvo la BCG. Se está hablando de un período de entre ocho y catorce meses para tener una vacuna, hay una apuesta muy fuerte en ese sentido», afirma Geffner.
La comisión de Prospectiva de la Unidad COVID-19 se encuentra estudiando escenarios para caracterizar el impacto social, económico y cultural que tiene la pandemia en nuestro país, para poder formular propuestas para el diseño de políticas públicas. Por otra parte, en lo que respecta a desarrollos tecnológicos se están centralizando las propuestas de insumos, equipamiento y respiradores artificiales, entre otros.
Para avanzar con premura en diferentes frentes, la Unidad COVID-19 lanzó la Convocatoria de Ideas-Proyecto «IP-COVID-19», para financiar proyectos de investigación, desarrollo e innovación orientados a mejorar la capacidad nacional de respuesta a la pandemia. Los proyectos serán seleccionados por su carácter innovador y su aplicabilidad en el corto plazo, en términos de prevención, diagnóstico, tratamiento, investigación, monitoreo y control frente al coronavirus. Se destinarán más de 300 millones de pesos y se priorizarán aquellos proyectos que se propongan obtener resultados dentro de los primeros 60 días, pero también serán de interés aquellos que puedan generar soluciones en los próximos seis meses.
En pocas semanas, con reflejos veloces, científicos y científicas de Argentina lograron movilizarse mancomunadamente para aportar sus conocimientos y poner a disposición sus laboratorios a fin de poder afrontar los desafíos que la pandemia vaya planteando día a día, antes y después de que la vacuna por fin llegue.