Encabezados por Roger Federer, la mayoría de los tenistas exigen la fusión de la ATP y la WTA con el fin de que se unifiquen calendarios, premios y jerarquías entre varones y mujeres. Los antecedentes de un nuevo un paso hacia la igualdad de género.
9 de junio de 2020
Australia. El suizo y Serena Williams juntos, luego de disputar un partido de dobles, en 2019. (Greg Wood/AFP/Dachary)
En plena pandemia, el suizo Roger Federer, acaso el mejor tenista de todos los tiempos, actual número cuatro del ranking, lanzó la pelota al aire: «¿Soy el único que piensa que ahora es el momento para que el tenis masculino y femenino se unan y vayan juntos como uno solo? Imagino una fusión entre la ATP y la WTA. Es demasiado confuso para los fanáticos cuando hay diferentes sistemas de clasificación, diferentes logotipos, diferentes sitios web, diferentes categorías de torneos». Andrea Gaudenzi, presidente de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), y Micky Lawler, presidenta de la Asociación Femenina de Tenis (WTA), apoyaron la iniciativa. Y certificaron que ya trabajaban en pos de la unificación. Porque Federer, en ese sentido, lo único que hizo fue hacer pública una propuesta que, luego de su anuncio, suscitó negativas marginales. Se trata no solo de unificar premios y circuitos, sino de profundizar la equidad que ya existe en el tenis, un deporte pionero a la hora de la igualdad de género en relación con la brecha salarial entre varones y mujeres.
La ATP y la WTA interactúan desde enero para la unificación. El cese de la actividad por la pandemia de COVID-19 produjo que ambas entidades y la Federación Internacional de Tenis (ITF), las tres organizaciones principales, se unieran para conformar un fondo conjunto de 6 millones de dólares como ayuda económica a los jugadores que están entre el puesto 150 y 400 de cada ranking. Federer adelantó la novedad. De cualquier modo, el tenis desde hace rato que reclama una sola voz. En 1973, la estadounidense Billie Jean King creó la WTA junto con ocho mujeres con el fin de romper la hegemonía de la ATP. Para la edición de aquel año, la WTA igualó premios entre hombres y mujeres en el Abierto de Estados Unidos, el cuarto torneo de Grand Slam (GS) de la temporada. Antes ganaban hasta 12 veces menos. «Se debe crear un mando único –dijo ahora Jean King, avalando a Federer–. Lo digo desde los 70: una sola voz, hombres y mujeres juntos».
Mensaje común
Si el Abierto de Estados Unidos equiparó los premios en 1973, Wimbledon fue el último GS en el que el reparto de dinero se hizo de modo equitativo, en 2007. Australia ya lo había hecho en 2001 y Roland Garros en 2006. Pero en el resto de los campeonatos se calcula que por cada dólar que gana un varón, a las mujeres les corresponden ochenta centavos. Aunque no solo es una cuestión económica. El calendario de mujeres y hombres exhibe otras diferencias; por caso, solo coincide en los GS y en otros cuatro torneos (Indian Wells, Miami, Roma y Madrid). Y también hay diferencias en la suma de puntos para el ranking, en los derechos de televisación y en la denominación de los torneos. «Hay una idea generalizada en la ATP: existe la sensación de que las mujeres aprovechan el envión de los hombres para ganar visibilidad y ganancias. Durante mucho tiempo se cuestionó cuánto público y cuánta cobertura mediática tendría un Grand Slam solo femenino», escribió Lorenzo Ciotti en el sitio Tennis World.
Y, también, hay episodios como el que ocurrió en el Abierto de Estados Unidos de 2018, cuando sancionaron por conducta antideportiva a la francesa Alizé Cornet después de cambiarse la remera en la cancha, algo que suelen hacer los tenistas en cada partido. A la pelota lanzada por Federer, el español Rafael Nadal, número dos en el ranking, devolvió: «Sería fantástico salir de esta crisis unidos en una sola organización». Lo propio hizo el serbio Novak Djokovic, número uno. El «Big Three» (Los tres grandes) tiene el apoyo de la gran mayoría de los y las tenistas, incluida Serena Willliams, ganadora de 23 GS. «Es el único que piensa eso», dijo sobre Federer, sin embargo, el australiano Nick Kyrgios. Y el ruso Marat Safin, exnúmero uno del mundo, aseguró que «el tenis femenino es invendible». Machismo. Y palabras aisladas. A casi medio siglo de la creación de la ATP (1972) y la WTA parece haber llegado el momento del encuentro: que exista una nueva sigla le ponga nombre a las y los tenistas.