21 de mayo de 2021
La conducción de Marcelo Méndez y un plantel con roce internacional alimentan la ilusión argentina de dar un salto de calidad en los Juegos Olímpicos.
A Tokio. Festejo albiceleste en el torneo clasificatorio disputado en China, una de las últimas competencias oficiales antes del parate por la pandemia. (Milad Payami)
La selección argentina masculina de vóley clasificó a los Juegos de Tokio 2021 a través de una vía por la que nunca había accedido en la historia, sin caminos alternativos: conquistó una de las dos plazas en el Preolímpico de China, hace dos años. Ahora, en Tokio, disputará sus octavos Juegos desde Los Ángeles 1984, y será la tercera participación consecutiva. Bronce en Seúl 1988, su mejor actuación olímpica, la selección que dirige Marcelo Méndez –39 títulos en Brasil, el entrenador más ganador en la historia en ese país– genera expectativas por el nivel de juego, la ambición del cuerpo técnico, la madurez de los jugadores que actúan en las mejores ligas del mundo y la calidad de los jóvenes. El paso previo a Tokio será la Liga de las Naciones, que se jugará en formato «burbuja» entre el 28 de mayo y el 27 de junio en Rimini, Italia. Serán 15 partidos asegurados para entrar en calor. El equipo albiceleste, por lo pronto y luego de un año sin partidos oficiales, ya inició la puesta a punto en el CENARD. En Tokio, Argentina debutará el 25 de julio ante Rusia y luego se medirá frente a Brasil, dos potencias mundiales. El grupo B, además, lo integran Francia, Túnez y Estados Unidos. Un poco difícil, pero nada imposible.
En el inicio del ciclo 2021, Méndez convocó a 17 jugadores: Manuel Armoa, Manuel Balagué, Juan Barrera, Gaspar Bitar, Joaquín Gallego, Matías Giraudo, Bruno Lima, Ignacio Luengas, Franco Massimino, Franco Medina, Cristian Poglajen, Flavio Rajczakowski, Tobías Scarpa, Pablo Urchevich, Luciano Vicentín, Mauro Zelayeta y Nicolás Zerba. Méndez es el entrenador que reemplazó a Julio Velasco en 2018, tras el Mundial de Italia y Bulgaria. Por jerarquía, conocimiento y trayectoria, Velasco había dejado un vacío profundo. Pero Méndez encaró la lenta reconstrucción. En marzo pasado hasta cortó el doble comando: dejó de ser el DT del Sada Cruzeiro de Brasil, club al que había llegado en 2009 y con el que hizo historia. «No siento presión por reemplazar a Velasco –había dicho Méndez–. Quiero dejar mi marca en la selección». En el primer año como entrenador, el equipo a cargo de Méndez logró la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Y, claro, luego clasificó como nunca antes a un Juego Olímpico.
Un buen momento
«En términos generales, el cambio de entrenador fue exitoso. Méndez administró a un plantel largo y fue campeón panamericano y clasificó a los Juegos. El cambio fue bien absorbido. Fue uno de los mejores entrenadores de clubes del mundo. Y la selección viene de un proceso de construcción muy interesante, con una camada que empuja a un grupo ya instalado en el contexto mundial. La sensación es que Tokio es el momento para un logro deportivo. Para Argentina se trata de clasificar a una semifinal, intentar subirse al podio. Pueden dar una linda sorpresa si se mantiene el nivel de juego», dice el periodista especializado Martín De Rose, de somosvoley.com y DeporTV.
Con el actual plantel, la selección logró el quinto puesto en el último Mundial de Japón 2019. Argentina tiene voleibolistas en los mejores equipos y las mejores ligas. Facundo Conte es uno de los atacantes más potentes del mundo: juega en el Sada Cruzeiro, el equipo que dirigía el entrenador Méndez. Luciano De Cecco (Lube Civitanova) y Sebastián Solé (Perugia) protagonizaron la última final de la liga italiana. Ezequiel Palacios juega en el Montpellier de Francia. Se les suman otros jugadores como Matías Sánchez y Agustín Loser (Tourcoing, Francia) y Santiago Danani (Padova, Italia), campeones Sub 23 en el Mundial de Egipto 2017. «Haber perdido con Brasil en los últimos Juegos Olímpicos fue una trompada en la boca. Fue una derrota muy dura. Tanto, que al año siguiente decidí no estar en la selección porque estaba abatido –contó Facundo Conte–. Me costó mucho volver a recuperar la energía y la motivación. Pero hoy la selección argentina tiene muy buenos jugadores jóvenes y yo intento transmitirles la experiencia a ellos».
Frecuencias distintas
En parte por el impacto de la pandemia de coronavirus, y en gran medida por el decaimiento de los torneos locales, la mayoría de los jugadores de la selección argentina juegan en el exterior. Fue una cuestión de supervivencia. Algunos incluso lo hacen en las segundas divisiones de Italia y Francia. En la última Liga Argentina, disputada en formato «burbuja» en Mar del Plata, se consagró UPCN San Juan después de vencer 3-0 en la final a Ciudad. En ella apenas compitieron siete equipos: Ciudad (Capital Federal), Defensores de Banfield (Buenos Aires), Once Unidos (Mar del Plata), Paracao Vóley (Entre Ríos) y tres de la provincia de San Juan: UVT, Obras, UPCN. La merma de los equipos responde, principalmente, a una cuestión económica. Hubo clubes que festejaron el ascenso desde la segunda división y después no pudieron mantenerse en la Liga Argentina. Bolívar, el equipo más ganador en la historia de la liga junto con UPCN –ambos conquistaron 8 trofeos–, no la jugó por primera vez en 18 años. La Liga Argentina es organizada por la Asociación de Clubes Liga Argentina de Voleibol (ACLAV). En paralelo, la ACLAV celebró durante una semana de febrero en Córdoba la Liga Nacional, en la que participaron 32 equipos de 17 federaciones provinciales.
La selección, en cambio, está bajo la órbita de la Federación del Voleibol Argentino (FEVA). En los Juegos de Tokio, Argentina dará pelea. Los candidatos a ganar el oro son Brasil, Rusia, Francia y Polonia. Brasil es el último campeón olímpico. Polonia, el bicampeón mundial. A Francia, cuya liga es la NBA del vóley, lo dirige el brasileño Bernardinho, el mejor DT del mundo. Por estructura, biotipo físico, inversión y organización institucional, marcan la diferencia. En los Juegos de Río de Janeiro 2016, sin embargo, la selección salió primera en su grupo (ganó 4 partidos y perdió 1), como nunca antes en la historia olímpica. Pero Brasil, que había terminado cuarto en la otra zona, le ganó 3-1 a Argentina en los cuartos de final y conquistó el oro. Una buena fase regular, ya quedó comprobado, no garantiza nada. Hay, también, una alta cuota de fortuna en los cruces. De ahí que el gran éxito de la selección argentina será jugar en su máxima expresión.