1 de junio de 2021
Un mes antes de su muerte, ocurrida el 14 de noviembre de 2020, Mario Paoletti publicó un libro en el que reconstruyó su experiencia como preso político de la última dictadura y exiliado hasta que decidió radicarse en la ciudad de Toledo, en España. Lo llamó Memorias de un renegado, contra la opinión de algunos amigos, porque según explicó «renegado es el que somete a crítica sus orígenes y sus convicciones» y ese fue uno de sus principios como periodista y escritor: el examen de la propia conciencia como parte de la reflexión histórica.
Nacido en Buenos Aires el 20 de junio de 1940, en 1959 se mudó a La Rioja junto con su hermano Alipio «Tito» Paoletti. Ese año fundaron El Independiente, un diario que se destacó por sostener los puntos de vista de los trabajadores, al punto de suscribir en 1968 el programa de la CGT de los Argentinos. En 1971, convencido de que no se podía «editorializar de un modo y vivir de otro totalmente opuesto», Alipio Paoletti decidió convertir la pequeña empresa en una cooperativa que integró como socios al conjunto de sus trabajadores.
Después del golpe militar de marzo de 1976, Mario Paoletti fue detenido junto con otros diez trabajadores de El Independiente. Mientras intervenían el diario, los militares lo obligaron a firmar una renuncia en la que además se comprometía a no volver a ejercer el periodismo y lo mantuvieron durante un año en una celda de aislamiento, en La Rioja. Su cautiverio continuó en distintas cárceles de la dictadura, hasta que en 1980 pudo salir del país.
«En la cárcel, más que en ninguna otra parte, un hombre es lo que hace. No lo que dice ni lo que cree ni lo que piensa», escribió en Memorias de un renegado. Su testimonio focalizó en los gestos y las actitudes con la que los presos políticos resistieron el encierro y en el sentido de la solidaridad, «que viene de sólido, compacto, y tiene la misma raíz que sol y que soldado». En la Unidad 9 de La Plata, donde lo trasladaron en 1979, sus compañeros lo eligieron bibliotecario y ejerció el oficio como otra forma de reavivar la reflexión y los vínculos. «Si se va a mencionar algún mérito en mi funeral, que sea ese: fue bibliotecario en la cárcel, y no lo hizo mal», pidió.
Paoletti ya había reelaborado esa etapa crucial de su vida en las novelas Antes del Diluvio (1988; diluvio era la palabra con que nombraba al golpe), A fuego lento (1993) y Mala Junta (1999). Amigo de Daniel Moyano –también cronista de El Independiente, también detenido y exiliado por la dictadura– y de Mario Benedetti –hizo su biografía, El aguafiestas (1995)–, dirigió el Centro Internacional de Estudios de la Fundación Ortega-Marañón y escribió además poesía y obras de teatro, entre ellas La Higuera (2019), un drama dedicado a las últimas horas de Ernesto Guevara, en Bolivia.
En Argentina su obra no ha sido reconocida como en España, donde lo declararon «hijo adoptivo» de Toledo. El arte y la literatura, dijo Paoletti, quizás no puedan derribar a los déspotas «pero es lo que mejor funciona para develar el feo rostro de la crueldad y rendir homenaje a sus víctimas».