30 de julio de 2021
Tarde de inverno, entre otoñal y primaveral. Tobías toma la palabra y, armado con ella, se dirige hacia su amada Rebequita:
–¿Cómo estás, Rebequita de mis colchones sin resortes?
–Ay, Tobías de mis retruécanos atemporales, ¡qué preguntas tan difíciles que me hacés! Apenas si sé dónde estoy, cuándo estoy, o por qué estoy, y vos me preguntás cómo estoy. Quizás no satisfaga tu ansiedad cuestionadora, pero te voy a responder que, por lo menos, estoy, y eso es mucho para estos tiempos de psicosis coloquial.
–Rebequita, me confundís.
–No Tobías, sos vos, no te confundo.
–Digo que tus palabras me confunden. Voy a dejar que fluya el río verbal y contarte qué estuve pensando.
–¿En serio estuviste pensando, Tobías de mi alma tipo comprador? ¡No lo puedo creer! ¡Te felicito, te admiro y te idolatro! En estos tiempos he conocido gente que estuvo sufriendo, corriendo, buscando trabajo, sexo o amor. Gente que estuvo engordando, que se estuvo reecontrando con desconocidos que hace mucho que no veía, que estuvo armando relaciones líquidas, sólidas o gaseosas, que estuvo haciendo terapia neurocogniosteomarketireflexocorpopsicoliberogelatoespiralidosa, pero que estuviera pensando, ¡no conocí a nadie!
–Pues yo pensé, Rebequita. Y después de mucho meditar, reflexionar, vacilar, cavilar, peripatear, filosofar y rememorar, llegué a la conclusión de que me gustaría vivir juntos.
–Ay Tobías Pescador, el hermano de Martín, ¡qué bueno que hayas pensado eso! Qué maduro, qué afectivo, efectivo, eficaz y eficiente. Pero me falta entender algo que quizás no sea menor. Vivir juntos… ¿junto con quién?
–Pero Rebequita de mis calzones de salir. Contigo, con vos, con usted, con you, con te, mitt dir, tecum, vace toi, com vocé y todas tus facetas, matices, avatares y personalidades que te componen.
–Ay Tobías de mis llanuras pampeanas. Me sorprende y estupefacta tremenda declaración de amor habitacional. Mirá, ahora no sé si es demasiado tarde o demasiado temprano, pero si me lo hubieras dicho hace 10 años…
–¿Me habrías dicho que sí?
–No, te habría dicho que todavía no, pero si me lo hubieras dicho hace 20…
–¿Me habrías aceptado?
–Tal vez, pero si me lo hubieras pedido hace 30…
–¿Te habrías mudado conmigo?
–Lo habría pensado un par de lustros, pero si me lo hubieras dicho hace 40…
–¿Habrías respondido afirmativamente?
–Te habría dicho que lo consultaría con mi bisabuela Cojía de los Santos Nubarrones; pero si me lo hubieras dicho hace 50 años…
–¡Hace 50 años no te conocía!
–Bueno, quizás entonces te habría propuesto que primero nos conociéramos, así podía tener los argumentos adecuados para rechazarte.
–Ay, Rebequita…
–No, Tobías, no hay. Pero cuando haya, habrá.
Así las cosas.