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Autoayuda para chicos

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Pequeños lectores. Los textos de autoayuda para niños, una tendencia que crece. (Sonia Suárez)

E n la sección de libros infantiles de una conocida librería porteña se leen títulos de este tipo: Cómo comportarse en el parque, Los hábitos de los niños felices, Metafísica para niños. Todos están apilados bajo el rótulo «Desarrollo y crecimiento», que, hasta hace algunos años, no existía. Tampoco existían los libros de autoayuda infantil. En Argentina, la adaptación para chicos de ¿Quién se ha llevado mi queso?, el best-seller empresarial de Spencer Johnson, que plantea el cambio como «algo positivo», inauguró el segmento en 2003. A este le siguieron otros como El secreto de Milton, de Eckart Tolle, sobre «el poder del ahora». «Hay conceptos espirituales y esotéricos o de autoayuda, que los adultos desean enseñarles a los niños. Y es por eso que surgen estos libros, como ayuda, como soporte a esa transmisión de nuevos paradigmas y conocimientos», sostiene Anabel Jurado, directora editorial de Urano, sello que en 2015 editará Regalos del corazón, de Miguel Ruiz, basado en su libro sobre «los cuatro acuerdos» de la  filosofía tolteca.
Otros ven estos textos como herramientas para que padres e hijos lidien de manera más positiva con las angustias del mundo actual, o como recursos para dialogar sobre el nacimiento de un hermanito, el divorcio, la sexualidad o la muerte. Temas complicados que, a nivel local, también ha abordado la literatura infantil. A partir de los dos años de edad, ya hay libros que se refieren a la autoestima y el miedo. En los Estados Unidos, este subgénero cuenta con más de 3.000 títulos, como Where’s mom’s hair? (¿Dónde está el cabello de mamá?), de Debbie Waters, que aborda los efectos de la quimioterapia. También hay guías de salud e higiene, así como manuales para manejar dinero, como A smart girl’s guide to money (Guía al dinero para niñas inteligentes), que incluye «101 ideas para hacer plata». Al igual que la autoayuda adulta, este tipo de textos, que no están incluidos en el Plan Nacional de Lectura del Ministerio de Educación para la formación de lectores, tiene detractores, como Silvia Paglieta, escritora y coordinadora de la Región 2 (CABA y Provincia de Buenos Aires) del programa.
«Hay que ver cada caso en particular y tratar todo con mucho cuidado, porque se trata de material destinado a los niños. Al comité que hace la selección no le interesa esto. Hay un tema de posturas ideológicas. Yo, por ejemplo, no estoy a favor de promover conductas en relación con el dinero, pero sí en lo que respecta a la preservación del planeta», dice Paglieta. «Cualquier material de lectura puede ayudarme, no tiene que venir bajo una etiqueta de autoayuda. Las ficciones contienen moralejas, presentan el recorrido de un héroe que debe superar pruebas. El principito es un caso de auto-descubrimiento, con dobles lecturas y propuestas morales», agrega.
La autoayuda, en tanto, plantea que las respuestas están «dentro del mismo protagonista» y, también, del lector. La pregunta sería: ¿tiene un niño repertorio emocional suficiente como para ayudarse a sí mismo?

Francia Fernández

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