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Protección al menor

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María José Ralli

Avanza la vacunación entre la población adolescente y se incorporan los chicos de entre 3 y 11 años. El impacto en la vida social y la inmunidad colectiva.

Viedma. La campaña comenzó con los chicos con diabetes, obesidad y enfermedad respiratoria crónica, y continúa con la población general.

TÉLAM

Comenzó la vacunación para la población de 12 a 17 años sin factores de riesgo y se analiza la inoculación para los más chicos. La meta es lograr antes de fin de año que toda la población mayor de 12 años esté inmunizada contra el COVID-19, una estrategia que se espera que tenga un impacto positivo más allá de prevenir formas graves de la enfermedad. Además, se avanza en la incorporación de la franja de 3 a 11 luego de que la Administración Nacional de Alimentos, Medicamentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizara la vacuna Sinopharm para esta población pediátrica.
Después de un año y medio, niños, niñas y adolescentes no solo se vieron afectados por la enfermedad, sino que la pandemia impactó en la socialización, la escolaridad y la movilidad de este grupo que también es clave en el cuidado de la salud de toda la sociedad. Con el avance de la vacunación se espera recuperar la vida social, el retorno a una educación presencial segura y, finalmente, favorecer el desarrollo de la inmunidad de rebaño, tal como lo confirma un Documento de Posición de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) realizado por especialistas de las Comisiones de Infecciones en Pediatría y Vacunas.
Datos de la Dirección de Epidemiología e Información Estratégica del Ministerio de Salud de la Nación revelan que un 10,5% de los casos confirmados de COVID-19 corresponden a menores de 20 años; en tanto que los grupos de 10 a 14 años y de 15 a 19 años representan la mayor proporción de casos.

Acorralar al virus
La SADI se pronunció a favor de la vacunación de los adolescentes de entre 12 y 17 años «priorizando en la primera etapa a aquellos que presentan factores de riesgo, para avanzar luego con los adolescentes convivientes con personas con comorbilidades que impliquen una menor respuesta inmune a las vacunas y posteriormente con la población de adolescentes sanos». Por su parte, la Sociedad Argentina de Pediatría dio a conocer su posición «a favor de la vacunación de menores de 12 años con vacunas seguras como herramienta de protección para su propia salud, tratándose de individuos actualmente vulnerables, como necesidad epidemiológica general para disminuir la circulación viral comunitaria y como factor importante para garantizar la presencialidad escolar cuidada».
Hasta ahora llegaron al país más de dos millones de vacunas de Pfizer que forman parte de las 20 millones de dosis que se esperan para este año y, según señaló la médica especialista en infectología pediátrica Silvia González Ayala, son las necesarias para vacunar a diez millones de adolescentes sin factores de riesgo, cifra a la que se estima llegar de aquí a diciembre. «Hay que ser muy prudentes para no generar falsas expectativas», advierte González Ayala. Asimismo, con una población pediátrica estimada en un 25% del total, considera que «el impacto se va a tener cuando el piso sea del 70% de población vacunada y para hablar de inmunidad comunitaria, cuando se llegue al 85%. Recién ahí se va a quebrar la fase aguda de la pandemia».
Carlota Russ, integrante del comité de infectología de la Sociedad Argentina de Pediatría y representante en la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CONAIN) resalta la importancia de haber llegado a la inmunización de la población más vulnerable, como los mayores de 60 años, los mayores de 18 con factores de riesgo y la población de adolescentes de riesgo. En esos grupos, el impacto de la vacunación «va a determinar que tengan menos probabilidades de tener COVID-19 y en estos pacientes puede ser importante para disminuir la morbilidad». Con respecto a los adolescentes sin factores de riesgo, el beneficio se verá reflejado en la disminución de la transmisión. «El objetivo es tratar de disminuir las posibilidades de contagio en una población que se moviliza y circula». En un escenario de escuelas abiertas con presencialidad plena y gran concentración de alumnos y docentes, la vacunación extendida a esta nueva población objetivo «disminuye la alteración de las burbujas, y más aún cuando estén aprobadas las vacunas para los menores de 12 años», dice Russ. La médica pediatra señala además que «en la medida que uno va restringiendo y acorralando al virus, quedan poblaciones más chicas para inmunizar».
Para Russ, saber cuándo se alcanzará la inmunidad de rebaño «es difícil de precisar» en la medida que surgen variantes más contagiosas que se diseminan y obligan a que se requiera de un número mayor para la protección colectiva. Si bien en algún momento se pensó en el 70% para una vida casi normal, las nuevas variantes «nos van corriendo el número, tendríamos que llegar casi a un 80%. Y ahí probablemente nos podríamos quedar tranquilos, siempre que no aparezcan nuevas variantes que nos compliquen la vida», adelanta.
Las dos médicas pediatras coinciden en que para los más chicos es fundamental sostener la socialización, dentro y fuera del ámbito escolar. Pero volver a una vida cercana a la normalidad requiere, además de sostener las medidas de cuidado y prevención, lograr que la mayoría de la población esté inmunizada. «Es necesario volver a la vida social, tanto para los adolescentes como para los adultos que están guardados con miedo aún al contagio», dice González Ayala. «En la medida que aumente la población vacunada, uno espera ir quebrando la cantidad de casos y las muertes. El objetivo es ir sumando para lograr la inmunidad comunitaria y así evitar la emergencia de variantes. Todo va encadenado», resume.

El vaso medio lleno
Carlota Russ tiene una mirada positiva y dice que «si vemos el medio vaso lleno estamos en un buen camino». Con la campaña de vacunación orientada a completar las segundas dosis e incorporar a la población adolescente y con un horizonte hacia diciembre que incluya a los más chicos, «tenemos un panorama bastante alentador como para llegar a fin de año con una gran cantidad de gente protegida», dice, y recuerda que «tenemos que tener claro que es un virus nuevo, estamos aprendiendo y a lo mejor lo que decimos ahora probablemente podamos no decirlo más adelante».
La representante de la CONAIN también subraya el éxito de la campaña de vacunación y sostiene que, si bien se comenzó más tarde de lo que se hubiera querido «debido a factores que tuvieron más que ver con la realidad mundial», se superó esa etapa difícil. Hoy las vacunas no paran de llegar al país y también llegan masivamente a la población, lo que se refleja en la disminución constante de casos. «Hoy estamos mucho mejor de lo que pensábamos que íbamos a estar y eso tiene que ver con la vacunación. Y a pesar de lo que muchos digan, esta es una campaña de vacunación excelente», dice Russ.
Si se compara la adhesión a la campaña de inmunización con lo que sucede en otros países del mundo, Argentina viene cumpliendo un papel importante. La llegada de dosis para esta nueva población objetivo hace pensar que las próximas fiestas de fin de año serán distintas. Falta, pero cada vez menos.

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