28 de enero de 2015
El estreno en enero de Papeles en el viento y El 5 de Talleres (el próximo 12 de marzo) viene a confirmar una tendencia que se instaló en el cine argentino hace unos años: la presencia creciente del fútbol como eje narrativo de varias películas. La primera cuenta la historia de tres amigos (Pablo Echarri, Pablo Rago y Diego Peretti) que intentan cumplir el sueño de un compinche fallecido (Diego Torres): vender por una suma millonaria al jugador que aquel representaba, con el fin de darle el dinero a su pequeña hija. Por su parte, la segunda narra la crisis que atraviesa el jugador del título (Esteban Lamothe) quien, ante su inminente retiro, comienza a replantearse su futuro.
Tanto Papeles en el viento como El 5 de Talleres hablan desde la nostalgia de un tiempo pasado, para construir a partir de este punto sendos melodramas costumbristas con toques de humor. El fútbol funciona como el motor pasional de los personajes, el impulso que ayuda a realizar hazañas con el fin de concretar sus objetivos, mientras que en el proceso se trabaja sobre la naturaleza de los vínculos: en un caso entre amigos y, en el otro, una relación de pareja (Lamothe-Zylberberg).
El fútbol es el deporte que moviliza los sentimientos de los argentinos y, a través de la pantalla grande, se presenta como un reflejo de las pasiones humanas: broncas, amores, tristezas, alegrías. Claudio Minguetti, periodista de Télam y secretario general de ACCA (Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina) señala que en estas producciones «lo que se subraya es la pasión y, en casi todos los casos, siempre hay cineastas talentosos que saben poner la cámara frente al arco para concretar, y lo hacen».
Tal relación existe desde el período clásico del cine local, aunque recién a partir del siglo XXI se puede hablar de un corpus real de filmes. Con motivo del Bicentenario, el INCAA realizó el primer ciclo de cine dedicado a la temática: «Fútbol argentino, fútbol para todos». Cada programa comprendía un cortometraje, entre los que circularon Tiempo de descuento y Un Santo para Telmo, seguido de cintas emblemáticas de antaño como Pelota de trapo (1948), El hincha (1951), El hijo del crack (1952), junto con documentales contemporáneos como Amando a Maradona (2005), La otra copa (2006) o Argentina Fútbol Club (2009).
Los documentales son los más representativos a la hora de dialogar con el universo de la pelota: desde las memorables Héroes (1987) y Héroes 2 (1990), pasando por otros que tocan un tema aledaño. En esa línea, el espectro es más amplio: Puerta 12 (la violencia), Cracks de nácar (fútbol de botones), Mujeres con pelotas (fútbol femenino) o Fulboy (la homosexualidad), sumados a los centrados directamente en un club determinado: Sangre roja, 100 años de gloria (Independiente), Esos colores que llevas (River Plate) o La pasión (Gimnasia y Esgrima de La Plata). En marzo (del 17 al 22) tendrá lugar el primer Festival Internacional de Cine Deportivo, en la localidad de Wilde. Su directora, Mercedes Benítez, cuenta que el material recibido «son sobre todo documentales, pero siempre focalizados en el hincha. Las películas argentinas, salvo algunos casos, no se centran en el deporte sino en la pasión del hincha por su equipo».
Después de aproximarse lateralmente a la temática con el personaje de Guillermo Francella en El secreto de sus ojos, ganadora del Oscar, el director Juan José Campanella se metió de lleno con la animada Metegol, que rozó los dos millones de espectadores solo en Argentina. Todo parece indicar que la relación interdisciplinaria transita su mejor momento y que, mientras la necesidad de un cine popular siga latente, la tendencia continuará.
—Emiliano Basile