Cultura | LITERATURA ADAPTADA

Historias prestadas

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Inés Moguillanes

En la era del streaming, cada vez más películas y series están basadas en novelas y cuentos de escritores argentinos. Claves y matices de la tendencia.

Personajes. María Valverde y Dolores Fonzi protagonizan Distancia de rescate, versión audiovisual del libro de Schweblin.

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Distancia de rescate, Yo nena, yo princesa, El prófugo, La casa de los conejos y Entre hombres son algunos de los títulos de origen local que, estrenados en cine y televisión durante 2021, encontraron su punto de partida en la literatura. Desde best sellers hasta obras aclamadas por la crítica, cada vez más libros van camino a convertirse en futuras películas o series, como ocurre con La muerte lenta de Luciana B., La uruguaya, Más respeto que soy tu madre, Las cosas que perdimos en el fuego, Las malas, La virgen cabeza y El fin del amor, entre otros.
Ante este panorama prometedor, asoman varios interrogantes. Para empezar, ¿estamos frente a un boom de la narrativa contemporánea argentina que, tras el reconocimiento de los críticos y la buena acogida entre los lectores, suscita el interés de productores y directores? ¿O la numerosa cantidad de adaptaciones audiovisuales más bien responde a la creciente oferta de plataformas de streaming, ávidas de historias para contar? Además, ¿cómo funciona el peculiar mecanismo de las transposiciones? ¿Y de qué depende que el pasaje resulte satisfactorio?
«No hablaría de boom porque el cine desde sus orígenes pidió prestada a la literatura historias para contar», opina Clara Charrúa, guionista y licenciada en Letras por la UBA. «La primera película muda, estrenada en 1914, fue la adaptación de la novela Amalia de José Mármol. Ese mismo año se estrenó Nobleza gaucha, que fue otro largometraje mudo que llevaba a la pantalla fragmentos de varios clásicos de la tradición gauchesca», ejemplifica.
Para el investigador y crítico de cine David Oubiña, en la actualidad se da una situación particular que favorece, más que en otras épocas, a la proliferación de autores emergentes. «Afortunadamente, en la Argentina se publica mucho. Hay nuevas y variadas editoriales, pequeñas y medianas, y eso es un fenómeno que entusiasma y estimula. De modo que, desde hace un tiempo, hay gran circulación de literatura», señala acerca de esta tendencia, que abarca a figuras como Mariana Enríquez, Gabriela Cabezón Cámara, Selva Almada, Samanta Schweblin, Camila Sosa Villada, Pedro Mairal y Federico Falco.

Traspaso. La casa de los conejos.

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El escritor Guillermo Martínez advierte que, en los últimos años, el surgimiento de plataformas de contenidos que llegaron para competir con Netflix, como Flow, Amazon Prime Video, Star Plus, HBO Max y Movistar Play, también se sitúa como un factor clave. «Es como si la forma de producción en miniseries hubiera agregado una dimensión a la cuestión de las adaptaciones. Antes casi la única opción para una novela o cuento largo era una película», expresa el autor de Crímenes imperceptibles (llevada al cine por el reconocido director Alex de la Iglesia, con John Hurt y Elijah Wood en los papeles principales) y La muerte lenta de Luciana B. (cuya versión fílmica está siendo rodada actualmente por Sebastián Schindel).
«Hay muchas plataformas que están asociándose a proyectos medianos e independientes en cuanto a la distribución y esto permite que los productores arriesguen un poco más, dado que ahora hay un canal que antes estaba muy restringido. Además, los medios técnicos se han simplificado mucho en comparación con la época de los grandes estudios: hay una cantidad de formas digitales de abaratar los costos», reflexiona.
Por su parte, para el escritor y editor Hernán Casciari la literatura actual también se vale, consciente o inconscientemente, del formato episódico de las narraciones. «Quienes somos escritores y escritoras miramos muchas más series. Entonces estructuramos distinto nuestro cerebro, pensamos de otra manera las cosas y es más fácil acceder a eso después. Ya nadie escribe con la ingenuidad de que el texto no pueda convertirse en una película o una serie», afirma.

Cambio de lenguaje
«No creo que haya ciertos rasgos que un libro debiera tener para ser potencialmente adaptable al cine. En todo caso, el único secreto es que un cineasta encuentre allí algo que lo invite a producir un universo audiovisual», considera Oubiña. Y agrega que, a menudo, el séptimo arte ha acudido a la literatura por pereza, tomando a los cuentos o a las novelas como si fueran una suerte de pre-guion, como así también por una genuina fascinación por el modo de narrar de un autor.
Ante todo, se trata de dos lenguajes diferentes, con materiales, códigos y procedimientos específicos. Para Charrúa lo que se pone en juego en el traspaso es la creación de un nuevo texto. «La idea de fidelidad está descartada desde el vamos, creo que es una excusa que usa la audiencia para buscarle fallas a las películas o a las series. Una adaptación es una relectura que crea otra obra», sostiene.
De acuerdo con Martínez, la afinidad de mundos del autor y del cineasta así como la presencia de ciertas cualidades en el texto literario son fundamentales a la hora de llevar adelante una trasposición. «Me parece importante que sea fiel en el espíritu, en la atmósfera de la novela. Pero también esta tiene que contar con algunos elementos visuales que puedan magnificarse en el film. Tiene que haber algo en el texto que permita amplificar las escenas dramáticas o visuales con la artillería del cine. Aunque es verdad que muchas veces los directores logran hacer grandes adaptaciones de libros que, en principio, uno no apostaría para ese cambio de lenguaje», reconoce.
En este sentido, hay procesos de reescritura más arduos que otros, como el que implicó la novela La uruguaya, de Pedro Mairal, para el primer proyecto de Orsai Audiovisual, la productora que Casciari fundó a fines de 2020. «Fue muy nutritivo el trabajo de pasar a audiovisual un fluir de la consciencia tan fuerte como el que tiene el libro, donde es todo pensamiento del protagonista. La elaboración del guion, a cargo de un equipo conformado por escritoras mujeres y que contó con la supervisión de Pedro, nos llevó unos seis meses, dando como resultado, más que una adaptación, una respuesta feminista a la novela», observa.

Policial. Entre hombres, con Gabriel Goity.

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Por el contrario, con algunos textos resulta casi inevitable no formarse una visión a medida que se van dando vuelta las páginas. «Entre hombres tiene un componente audiovisual muy grande: la leés y la ves», asegura Pablo Fendrik, responsable de coescribir y dirigir la miniserie basada en la novela de Germán Maggiori, que tuvo su debut en septiembre pasado por HBO Max. «El gran desafío estuvo por el lado de la estructura. Le dimos más vueltas en términos resolutivos porque es compleja, no lineal, va y vuelve en el tiempo. Pero más allá de eso, fue una adaptación que fluyó extraordinariamente bien, rápido», añade.
Algo similar le ocurrió a la escritora y guionista Erika Halvorsen cuando se topó con El fin del amor de Tamara Tenembaum, un ensayo a mitad de camino entre la filosofía y lo autobiográfico cuya adaptación, con Lali Espósito en el rol protagónico, podrá verse por Amazon este año. «Desde que leí sobre su infancia ortodoxa vi ese mundo lleno de texturas, sentí el potencial audiovisual», cuenta Halvorsen. «Comencé a ver escenas, colores, empapelados. Fue como una revelación y la contacté enseguida para pedirle los derechos e invitarla a escribir la serie juntas».

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