Cultura | Centenario de Ulises

La novela del siglo

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Susana Cella

Publicada en febrero de 1922, impugnada por su forma y su contenido, la emblemática obra de James Joyce revolucionó la literatura universal. Un clásico moderno.

Dublinense. Joyce nació el 2 de febrero de 1882 y murió en Zúrich en 1941.

CAFFREY/NEWSFILE /AFP/DACHARY

En febrero de 1922 la propietaria de la librería parisina Shakespeare and Co., Sylvia Beach, apostó a una publicación no poco controvertida. Se trataba de la novela del irlandés James Joyce, Ulysses (en español, Ulises), quien desde hacía dos años, en su elegido exilio de su Dublín natal, residía en París. El local de Beach, situado originalmente en la calle Odéon desde 1919 hasta que fuera cerrado durante la ocupación nazi, no era solo una librería en la que podían conseguirse textos de difícil circulación comercial o censurados, sino también un lugar de encuentro de escritores e intelectuales atraídos por la capital cultural de entonces. Partícipe de esa experiencia, el estadounidense Ernest Hemingway, lo consignó en su novela París era una fiesta. Tal vez lo sería entonces, luego de la finalización de la Gran Guerra de 1914 a 1918 y de la eclosiónde los movimientos de renovación generalizados en todas las artes. La novela de Joyce respondía claramente a las nuevas búsquedas.Si bien la publicación de Beach abarcaba toda la compleja novela, esta ya había tenido ediciones parciales en revistas como la Little Review de Estados Unidos y la británica The Egoist. En ambos casos la publicación fue suspendida, no por razones literarias, sino por ofensas a la moral.
Por otra parte, James Joyce ya tenía en su haber varios textos, entre ellos los poemas de Música de cámara, los cuentos reunidos bajo el nombre de Dublinenses, ensayos y bibliográficas, así como las novelas Esteban, el héroe, reelaborada para consagrar a su personaje Stephen Dedalus en Retrato del artista adolescente. Es este mismo el que integra la trilogía de los protagonistas de Ulises, junto a él, Leopold Bloom y su esposa Molly junto a una muy varia cantidad de personajes, todo ubicado en un recorrido situado en un día, el 16 de junio de 1904, fecha en que el autor conoció a la que sería su compañera de toda la vida, Nora Barnacle. El espacio no fue otro que la entonces capital de una provincia inglesa, Dublín, al punto en que pueden reconocerse sus calles, bares, instituciones por el prolijo marcado que hizo Joyce de su amada ciudad, pese a su distanciamiento y agrias críticas a los habitantes del lugar en que nació el 2 de febrero de 1882. No dejó de tener repercusión ese día: en Dublín, desde 1954 a la actualidad se instituyó el «Bloomsday», que remite a Leopold Bloom y que consiste en el recorrido que los personajes de la novela hicieran por la ciudad. Aparte de esta suerte de veta turística, que sirve para destacar la influencia que el autor rebelde tuvo y tiene en su tierra, la novela no pasó, en sus primeros años, inadvertida. Fue objeto de controversias que se desarrollaron inicialmente entre los años 20 y 30 del siglo XX y que siguieron en las décadas sucesivas.

Flujo de conciencia
Además de las objeciones por el contenido moral, estuvieron las literarias, la tal novela estrambótica era cuestionada por violar las leyes del género por su carácter fragmentario, sus mezclas discursivas, y procedimientos como el stream of conciousness o «flujo de conciencia» o «monólogo interior» para poner en escena lo que, sin puntuaciones ni comas, ni ordenamiento temporal o espacial, iba pasando por la mente de los personajes como el que cierra la novela, el de Molly Bloom. No faltó quien la calificase de «bolchevismo literario».
El despliegue de hechos, de vaivenes de los personajes, de citas y expresiones orales se contrasta, como en otras obras de Joyce, con un preciso sistema: Ulises está armado según una estructura basada en la Odisea, de Homero. El contraste entre ese orden calculado y la amplificación, en cada capítulo o episodios (Telémaco, Néstor, Proteo, etcétera) da como resultado un relato en el que la relación entre el orden y «el desorden» potencia la significación. Las historias particulares se proyectan a una totalidad que intenta dar cuenta de la tradición literaria occidental. Ni más ni menos esto es Ulises, lo que hace de él un clásico moderno, la posible representación del mundo caótico en que nos movemos.

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