8 de febrero de 2022
El viaje de Alberto Fernández a China y Rusia generó acuerdos y compromisos de inversión. Consolidación de los lazos políticos y económicos con ambas potencias.
Beijing. El presidente argentino con su par chino, Xi Jinping en el Gran Palacio del Pueblo.
PRESIDENCIA
El viaje del presidente Alberto Fernández a Rusia, China y Barbados es, sin dudas, el más importante de lo que va de su gestión. Demorada dos años su visita a China (el punto más alto de la gira) por las restricciones de la pandemia, ahora se concretó y logró todos los anuncios que se esperaban.
Fernández tuvo otros importantes protagonismos en la enrarecida arena internacional de este tiempo. Uno de ellos fue, apenas asumió y junto con México, su compromiso absoluto contra la breve dictadura de Bolivia y a favor de la protección de la vida de los derrocados Evo Morales y Álvaro García Linera, entre otros funcionarios. Tuvo también una presencia importante en Estados de la Unión Europea para congregar apoyos a las negociaciones de la Argentina con el Fondo Monetario Internacional, más allá de las legítimas polémicas que ese tema amerita. Pero en materia de anuncios concretos, el breve periplo que acaba de hacer el jefe de Estado y su comitiva por Moscú y Beijing es el mejor logro, hasta ahora, de su agenda de exteriores.
El embajador Sabino Vaca Narvaja, que fue tejiendo el viaje a China con una intensidad y un compromiso absolutos, en medio de una logística compleja por la pandemia, definió la tarea como «viaje histórico» y valoró sobre todo el hito del ingreso de nuestro país a la Iniciativa de la Franja y la Ruta (IFYR) –conocida como «nueva Ruta de la Seda»– a la que ya adhirieron más de 140 naciones. Para él, esto significará un salto en la relación con el principal socio que tiene hoy Argentina (en lo comercial, junto con Brasil) tanto en obras de infraestructura como en el propio intercambio de bienes y servicios.
Si en 2004 el entonces presidente Néstor Kirchner firmó con su par Hu Jintao la Asociación Estratégica, y si diez años después Cristina Fernández de Kirchner aceptó con Xi Jinping elevarla a Asociación Estratégica Integral (categorías que define la diplomacia china), ahora Alberto Fernández marca otro mojón con el ingreso de nuestro país a la IYFR.
Por fuera de ese anuncio, Argentina y China rubricaron una docena de convenios más que involucran a varios ministerios y áreas: ciencia y tecnología, energía, agro, desarrollo productivo, defensa, medios, etcétera.
Avanzarán así obras que van desde gasoductos hasta represas y energías limpias, y desde ya la cuarta central atómica Atucha III, que significará la mayor inversión china en nuestro país: más de 8.000 millones de dólares.
En total, los montos que aparecen en el conjunto de acuerdos anunciados triplica esa cantidad, unos 24.000 millones de dólares, la mayoría proyectos que ofreció Argentina en el mecanismo de Diálogo Estratégico de Cooperación y Coordinación Económica, y que negociaron la Cancillería (tras una coordinación federal de cada iniciativa con las provincias por parte de la Secretaría de Asuntos Estratégicos) y la poderosa Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma de China. El resto surgirá una vez que Argentina comience a explorar los mecanismos que ofrece la IFYR. La institución que financia la mayor parte de esos proyectos es el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura, con sede en Beijing y del cual Argentina ya era miembro.
Vacunas y algo más
Respecto de Rusia, la visita de Fernández también fue importante, más aún en el contexto geopolítico actual –aunque estaba prevista desde antes del conflicto en torno a Ucrania–, porque consolidó una buena sintonía entre Moscú y Buenos Aires que hizo pivote, sobre todo, en la irrupción del COVID-19 y los acuerdos de provisión de vacunas Sputnik V, cuya validez fuera de Rusia fue reconocida en primer lugar por Argentina. Este tema, por cierto, también debe sumarse a la agenda con China y los vínculos con Sinopharm, que, al igual que la vacuna rusa, podría fabricarse en nuestro país. Fernández y Vladimir Putin hicieron mucho énfasis en ese gesto.
Pero además del tema sanitario, Rusia también busca –con menor intensidad que China porque es una economía mucho más chica y con otra agenda– relacionarse mejor con el Cono Sur. Así, a fines del año pasado envió a Argentina una inusual delegación empresarial nucleada en torno al Fondo Soberano Ruso de Inversión Directa (RDIF) que marcó agenda. Ella contiene –y ahora se avanzó hacia esa dirección en este viaje de Fernández y su misión (en este caso, incluyendo al ministro de Economía, Martín Guzmán)– negocios en las áreas de trenes eléctricos, gas y petróleo y en los sectores químico, eléctrico y financiero.
Finalmente, la última escala en Barbados tiene que ver con el compromiso del presidente, titular temporal de la CELAC, de visitar la mayor cantidad posible de países de la región. También influyó en la parada la postura militante del nuevo Gobierno caribeño, en particular de su primera ministra, Mia Mottley, frente al desafío que significa para la humanidad el cambio climático, un tema en el cual también Argentina ha mostrado siempre una voluntad de cooperación multilateral.
Nada será de un día para el otro, pero las concreciones del viaje se irán viendo paulatinamente, marcando una nueva etapa para el Gobierno federal y el de muchas provincias involucradas en las inversiones anunciadas.