Informe especial | CIENCIA FICCIÓN

De Julio Verne al ciberpunk

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En los futuros distópicos, las ciudades son parte del problema y no la solución. De acuerdo con Alejandro Alonso, tecnólogo y autor de ciencia ficción, «tal como en el Gótico, el castillo ocupaba un rol central y era más que la mera ambientación –algo así como parte del latido de la narración, incluso un personaje más–, ese espacio fue ocupado por las ciudades en una parte de la ciencia ficción clásica, y luego en el ciberpunk, que nació a partir de la década de 1980 (gracias a ese movimiento se popularizarán palabras como ciberespacio). Y, del mismo modo en que las cuatro paredes del castillo no te protegen de las fuerzas bestiales de la oscuridad, las ciudades de esta ciencia ficción distópica no te protegen de lo salvaje del ser humano, al contrario: lo intensifican. La arquitectura de la ciudad era, en alguna medida, reflejo de la arquitectura del mundo y, a la vez, del relato». Según remarca el editor del blog de Tecnología Netopics, películas como Blade Runner o Días extraños, incluso Robocop (y, antes de ellas o paralelamente, novelas como Neuromante, de William Gibson y los comics de la revista francesa Metal Hurlant) toman prestada y adaptan la idea de ciudad del policial negro, que se ambientaba generalmente en los callejones suburbanos, muy lejos de las casas señoriales o de los barrios limpios del policial más clásico a lo Hércules Poirot o Sherlock Holmes. «En la ciencia ficción clásica, la ciudad también puede ser opresiva y poco amigable. Tanto en 1984, de George Orwell, como en Un mundo feliz, de Aldous Huxley, la ciudad es eso que te segrega y te vigila al mismo tiempo, es un apéndice de la autoridad. No hablemos de novelas como Dayworld, de Philip Jose Farmer, donde esa segregación es absoluta», subraya. Por cierto, fue Julio Verne quien jugó con las ciudades del futuro en una de sus primeras obras, París en el siglo XX. El padre de la ciencia ficción escribió la novela en 1863 pero recién fue publicada en francés en 1994, después de que uno de sus descendientes la encontrara guardada en una caja fuerte. El texto proyecta una centuria con una sociedad masificada e hipertecnificada, donde los números han vencido a las letras; el latín y el griego han sido borrados de los programas educativos y los árboles se sacrifican para hacer pasta de papel.

Blade Runner. La distopía de Philip K. Dick.

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