5 de mayo de 2022
La tergiversación de la realidad continúa siendo moneda corriente en el mundo actual y en nuestro país en particular. Desde sectores de la oposición neoliberal y autodenominada «libertaria», se recurre continuamente al argumento oportunista de denostar todo lo relacionado con la política y el supuesto «despilfarro» de dinero que ella involucra y que «falta en el bolsillo de los ciudadanos». Paradójicamente, todo lo contrario a lo que se propone en la iniciativa que critican y que implica gravar por única vez a la «renta inesperada» que recibió una minoría del sector empresario como consecuencia del aumento de los precios internacionales por la guerra en Ucrania. Ingresos fiscales que se destinarían a mejorar la situación económica de los trabajadores informales, cuentapropistas o jubilados con haberes mínimos.
También se quiso instalar la idea de que sería un impuesto más que se agregaría a la alta presión impositiva de nuestro país. Según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) Argentina tiene menor carga tributaria que países vecinos como Brasil y Uruguay. Además, se trata de una medida excepcional tomada en un momento excepcional y que apunta a ganancias extraordinarias que se produjeron sin ningún tipo de inversión empresarial. No es ni nueva ni exclusiva de nuestro país. Tributos similares se aplicaron en Estados Unidos en 1980 a las empresas petroleras por el alza en los precios, en el Reino Unido en 1997 a compañías de servicios públicos privatizadas, dadas sus ganancias extraordinarias en el mercado bursátil, entre otros.
Una legítima herramienta que utiliza el Estado para redistribuir el ingreso desde los que más ganaron últimamente hacia gran parte de la población que más lo necesita.
OCDE. De acuerdo a datos de la organización internacional, Argentina tiene menor carga tributaria que Brasil y Uruguay.
VICTOR TONELLI