22 de mayo de 2013
Me considero afortunado por estar viviendo la corriente de libertad, pensamiento de avanzada, políticas de inclusión y proyectos comunes que se están gestando hoy en Latinoamérica y el Caribe. Mal que les pese a todos aquellos que se sentían cómodos con las relaciones carnales con Estados Unidos, Latinoamérica está transitando una etapa de unidad y concordancia en la aplicación de políticas que tiendan a mejorar la vida de sus pueblos, especialmente la de aquellas personas que durante el reinado del neoliberalismo de los 90 habían quedado excluidas.
Cuando todo se desploma en Europa, cuando la desocupación en España alcanza el 27%, cuando Italia está en plena crisis de gobierno y económica, cuando en Estados Unidos millones de personas pierden su trabajo o su casa, América Latina está dando al mundo un ejemplo de racionalidad económica y política al rechazar los dictados del Fondo Monetario Internacional y las recetas de ajuste continuo que tanto daño están causando en Grecia. Por supuesto que hay todavía mucho por hacer y persisten bolsones de pobreza y marginalidad en muchos de los países de nuestra América, pero los avances que se han logrado en materia de inclusión son enormes. No por nada países como Argentina, Ecuador, Venezuela, e incluso Brasil, sufren el embate cotidiano de las corporaciones mediáticas que responden al poder financiero. Por eso mismo, no me asombró leer los otros días en el diario que un catedrático finlandés, especialista en política internacional, no dudaba en asegurar que los países latinoamericanos habían entrado en la escena mundial; que, ante la crisis que afrontaban, habían empezado a observar las políticas económicas que se estaban llevando a cabo en Latinoamérica, incluida la Argentina. Esta vez lo podemos decir con fundamento: por algo será.
Miguel Quinteros
Ciudad de Mendoza