Gloria Carrá comenzó su carrera en la televisión cuando era una niña y llegó al teatro recién con la madurez. Después de lanzarse como cantante junto con su banda, regresa a la actuación.
8 de enero de 2016
No eligió ser actriz, pero es a lo que se dedica con éxito desde que tenía 7 años. Rubia, menuda, delgada, ligera, Gloria Carrá debutó en la TV en M.E.C. (Médicos, Emergencia y Catástrofe), con un papel mudo: debía mirar a un chico que jugaba a la pelota y tenía un accidente. Luego, desde los 8 hasta los 12 años, mientras otros niños se iban de vacaciones, ella se colocaba unos anteojos para hacer de Meche, una alumna de la recordada serie infantil Señorita maestra. Oriunda la localidad de Lanús, donde creció en el seno de una familia modesta, entonces se apellidaba Curra. «Aunque no me crié en un ambiente artístico, en casa yo bailaba y cantaba y, como imitaba a Raffaella Carrá, mi abuela le dijo a mi mamá: llevala a la tele, que le encanta. Y ahí me llevaron a castings», recuerda Gloria, quien tomó el apellido de la artista italiana, años después, por recomendación de Darío Vittori, para despistar a los fans que la acosaban por teléfono. En su repertorio doméstico, también figuraban las canciones de Ángela Carrasco y Camilo Sesto. Hoy, además de amar su profesión, que suma una treintena de producciones televisivas –como Poliladron (1996), Verano del 98 (1999-2000), Mujeres asesinas (2006), Patito feo (2007-2008), Para vestir santos (2010), Tiempos compulsivos (20120-2013) y Señores papis (2014)–, 8 películas –Una sombra ya pronto serás (1994), Las viudas de los jueves (2009) y Abzurdah (2015), entre otras–, y un puñado de obras de teatro –de la mano de Javier Daulte, Bésame mucho (2001), La felicidad (2008) y Estás ahí (2014) le reportaron 3 nominaciones a los premios ACE–, es líder y vocalista de la banda Coronados de Gloria. Como integrante de este conjunto colorido, también toca la guitarra y el ukelele, con la complicidad de Pedro Jozami, en guitarra y coros; Christian Terán, en clarinete, trompeta y coros; Colo Belmonte, en percusión y coros; y Lisandro Etala, en bajo y coros. Hace 2 años que están juntos y en octubre pasado estrenaron Sagrado, su disco debut, en La Trastienda. El álbum, que produjo Jano Seitún, hizo realidad su sueño de ser cantante. «Para mí, este disco es una felicidad enorme, es un poco como haber tenido un hijito, y estoy muy contenta con la banda. Desde hace mucho tiempo compongo. Tenía cosas archivadas y pensé que nunca las iba a sacar a la luz», dice, sentada ante un vaso de limonada: el cabello largo, los ojos azules, los dedos que tironean un colgante con corazón, en que se lee «Love». 14 canciones componen Sagrado, 12 de ellas escritas por Carrá. «Tu piel y mi piel, tu boca y mi boca/ tu frente y tu mano cuando me tocan, sagrado/ Creer que hay un dios, sentirlo en tu aliento/ Tus ojos, tus besos, tus huesos, tu pecho, sagrado», dice el tema que da título al álbum, dedicado a Luciano Cáceres, de quien se separó recientemente, luego de 7 años de matrimonio, y con el que tuvo a su segunda hija, Amelia. La primera, Ángela Torres –que sigue sus pasos como actriz, desde que debutó en Patito feo– es fruto de una relación con Marcelo Torres, exintegrante de Spinetta y los Socios del Desierto. La primera vez que Gloria se atrevió a cantar en vivo fue en Qué será de ti, un espectáculo que protagonizó con Antonio Birabent en el bar del Teatro Maipo, en 2012. Para lanzarse en serio y no «hacer un papelón», algo que temía, dejó de hacer TV en 2013 y comenzó a mostrar los temas junto a su banda un año más tarde. –¿De dónde viene tu relación personal con la música? –Viene desde siempre. En mi casa se escuchaba mucha música. Con mi hermano Luis, que era 14 años más grande que yo y falleció hace unos años, escuchábamos rock nacional de los 70. En este disco hay 2 temas para él: uno se llama «Luz para Luis» y el otro es «Los Monitos». Yo no me crié con él, porque él se casó joven, pero compartíamos mucho juntos y hay música de Moris o Sui Generis que tengo asociada con él. –De tu papá, ¿tenés algún recuerdo? –Tengo recuerdos difusos o, mejor dicho, imágenes, como si fueran fotografías. Él murió a los 43, de un cáncer de pulmón, cuando yo tenía 8 años. De niña no tuve mucha conciencia de su muerte, pero en la adolescencia hubo un período en que lo extrañé mucho: lo necesitaba. –Tu infancia fue bien atípica. –Sí, tuve muchas responsabilidades. Y el haber perdido a mi papá también me hizo pararme de una manera distinta en la vida, supongo. –¿Qué representó tu papel en el programa Señorita maestra? –Fue algo buenísimo, porque si bien entré chica a la serie, fue en un lugar donde había otros chicos con los que además de actuar, jugábamos. Y hacerlo durante 4 años lo convirtió en un lugar de encuentro y de conocer amigos. No es que a los 8 años trabajé sola, en una novela con gente grande. Trabajé con chicos de mi edad y eso me vino bien, aunque antes ya hacía muchísimas publicidades: de jugos, de mayonesas, de muñecas. –No terminaste el colegio, ¿sentiste ganas de retomarlo? –No empecé la secundaria, porque estaba trabajando. Muchas veces lo pensé, pero después seguía trabajando y tomé otras cosas, como el teatro. Creo que lo que más perdí, en la adolescencia, fue el compartir con gente de mi edad. Yo fui bastante madura, porque me relacionaba con gente más grande. Es un poco lo que le pasa hoy a mi hija. –¿Con Ángela han hecho cosas juntas? –Hicimos algo para Verónica Chen que no salió nunca. Y ella trabajó en mi video de la canción «Marta Elena». –¿Vivís distinto el tema de la actuación con ella? –A su edad, yo era mucho más inocente en un montón de cosas. Ángela la tiene más clara. Después, me veo tratando de no hacer cosas que hacía mi mamá, que me acompañaba todo el tiempo a los castings. Yo no la acompaño nunca, salvo que ella me pida particularmente algo. En Condicionados, el unitario sobre la familia que hacía pornografía, la primera escena que tuvo fue en un bar con Oscar Martínez. Y ese día me pidió que la acompañara a la grabación, y yo la quería acompañar, porque era heavy. Ella tenía 12 o 13. Por lo general, es súper independiente. Y yo no podría estar en un canal esperando horas y horas a que mi hija grabe, porque tengo una vida. Mi mamá, que era ama de casa, se dedicaba a eso. Hay mamás que lo hacen. Daulte y la TV Gloria tenía 27 años y mucho rodaje encima cuando decidió que le faltaba formación y tomó clases de actuación con Carlos Gandolfo y Julio Chávez. Pero fue Javier Daulte quien le contagió su amor por el teatro. También, por él conoció a Cáceres, ya que trabajaron juntos en la obra Bésame mucho y, años después, repitieron en La felicidad, y ahí nació el amor. Desde este mes, la actriz vuelve a ser dirigida por Daulte en Red carpet, de Neil LaBute. El elenco se completa con Joaquín Furriel, Muriel Santa Ana y Eva de Dominici. El estreno de la obra fue suspendido a mediados de 2015 por la lesión que sufrió Furriel en la espalda, mientras jugaba con su hija. «Es una comedia que cuenta la historia de dos actores, Furriel y yo, que estamos filmando una película en Hollywood y el director nos pide que nuestra escena de sexo sea explícita. Entonces nos juntamos con nuestras parejas para charlar de este tema, y ahí empiezan a pasar muchas cosas», cuenta. Carrá dice que Daulte ocupa un lugar importante en su carrera. «Llegó en un momento muy especial para mí. De su mano me acerqué al teatro de verdad. Esto fue cuando tenía como 33, porque empecé a hacer teatro de grande. Me maravilla lo que él hace y me gusta mucho su impronta. Sus trabajos no son solemnes ni aburren, sino divertidos, nuevos. Además, es amigo. Para la presentación del disco de Coronados de Gloria, Javi escribió un texto que tiene que ver con lo sagrado». De la variedad de personajes que ha interpretado en la TV, son sus roles de villana los que han cautivado al público, en los últimos años: la platinada Blanca de Patito feo; María Eugenia, la competitiva e intrigante medio hermana de Susi (Gabriela Toscano) y Virgi (Griselda Siciliani), de Para vestir santos; y Teresa, la paciente con trastorno de personalidad múltiple, de Tiempos compulsivos, papel que le reportó un premio Tato y una nominación a los Martín Fierro. –¿Son esa clase de roles a los que les tenés más cariño? –Hay muchos y cada uno tuvo su etapa, pero sí, me gustaron mucho mis personajes de Tiempo compulsivos y Para vestir santos. Me encantó interpretar a Teresa, un personaje que, por sus desórdenes, me hacía interpretar a 3 personajes a la vez. Me pareció un desafío, sobre todo, tener que pasar de una personalidad a otra, en el momento. También era divertido. La compulsiva sexual era tremenda… Investigué mucho para hacer ese trabajo. Me reuní con una psiquiatra que trató durante 25 años este tema. Charlábamos mucho y yo me llevaba información. –¿Te gusta hacer de villana? –Me encanta. Me divierte. Mucho está escrito, pero luego uno va creando cómo se mueve o cómo habla el personaje en sí. La mala es la que puede hacer cualquier cosa y todo lo tiene perdonado y permitido. Blanca de Patito feo era una mala mujer, mientras que la «conchuda» de Para vestir santos a la gente le daba ternura, porque era mala a pesar suyo: había tenido una vida difícil. Antes, la protagonista buena hacía todo bien, era la que estaba enamorada y esperaba todo el día. Muy aburrido. Ahora ha cambiado el tema: las buenas también son divertidas. –En Para vestir santos las protagonistas eran mujeres, algo que no es la regla. –Sí, me encantó ese proyecto con Griselda, Gabriela y Celeste Cid. Son todas hermosas y muy diferentes entre sí: Griselda es mi amiga y me gusta mucho como comediante. Gabriela es lo más, me parece una genia desde hace muchos años. Y Celeste tiene una profundidad, un mundo interior que se ve cuando trabaja. –Todas son buenas actrices. ¿Eso hace más estimulante el trabajo? –Sí, siempre va a ser mejor que te pongan a alguien talentoso al lado. Te obliga a dar lo mejor de vos. Y no solo te obliga. Siempre una escena va a ser mucho mejor si tu compañera también es buena. Lo que te da, vos lo recibís y así te retroalimentás. –¿Es muy competitivo el ambiente de la televisión? –Sí, como todo ambiente, aunque con las chicas de Para vestir santos nos llevábamos muy bien. Yo no soy competitiva: a mí no me gusta eso. Me gusta trabajar, como decía, con una actriz que es buenísima, porque si ella lo hace bien, una también lo va a hacer mejor. Pero en todos lados hay ego. Somos las mismas personas en la tele, en el teatro y en el cine. –A propósito, ¿estás a punto de hacer algo en cine? –No, lo último fue Abzurdah. A mí me gusta mucho el cine, me gustaría hacer más: es otro ritmo. Primero, tenés al personaje de principio a fin, o sea, un desarrollo, no es que te lo cambian todo el tiempo. Y también son distintos los tiempos, porque por ahí en un día hacés 3 escenas, o estás 4, 5 horas para hacer una sola. En cambio, en la tele lo hacés en 5 minutos. Como actriz, es otra concentración. Me gustó mucho trabajar con Marcelo Piñeyro en Las viudas de los jueves. Era un buen elenco, otra vez estaba con Gaby Toscano. Y viajamos, porque se filmó acá y en España. Me gustaría repetir con Piñeyro y con Daniela Goggi, que es la directora de Abzurdah. También me gustaría trabajar con Lucrecia Martel. Un abismo En 2015, Carrá actuó en La casa del mar, una producción de Direct TV que arrancaba con la desaparición de la hija de un senador (Delfina Chaves), lo que daba origen a una investigación dirigida por el inspector Pelazas (Darío Grandinetti) en un balneario. Gloria era Ana, la amiga del principal sospechoso (Juan Gil Navarro). La serie, con guión y dirección de Juan Laplace, tendrá segunda temporada este año. También estará en Educando a Nina (Telefe), una comedia que protagoniza Griselda Siciliani. «Otra vez voy a ser la mala: seré la mujer joven de Juan Leyrado. En Mujeres asesinas lo maté, así que le voy a decir ahora que se cuide», bromea. –¿Qué representa hacer un proyecto por fuera de los canales de aire? –A mí no me llamaron por Direct TV. Yo había hecho la miniserie Perfidia, de la TV Pública, con Juampi Laplace y, después, me parece que se vendió el proyecto a Direct TV. Igual, me parece que llegó la hora de que haya un cambio en la ficción y que eso lo están entendiendo los canales de cable, porque se están asociando para proyectos específicos. Underground creó Historia de un clan para Telefe y también la pasaron por un canal de cable, por ejemplo. Ahora la gente tiene muchas más opciones, no es que se enciende la tele y se queda viendo un canal de aire. Todo pasa a otra velocidad. Yo creo que algo tiene cambiar. No sé bien para dónde tiene que ir la cosa, pero ya se ve que los proyectos tienen que tener menos capítulos. –¿Qué otros cambios fuertes has notado en el medio? –Desde que yo empecé hasta hoy, hay un abismo. Se nota en todo. Antes, todo era muy inocente en cuanto al rating o la estética. No existía. Ahora veo que los chicos están pendientes de eso, juegan con eso y me parece bien que sepan hacerlo. En Señorita maestra nosotros llegábamos, nos poníamos los guardapolvos y salíamos en pantalla, con los pelos como estábamos en nuestra casa. No es que nos maquillaban. –¿Cómo estás en esta etapa de la vida? –Muy contenta con lo que estoy haciendo, con haberme decidido y tener una banda, y con tener a mis hijas. –Luciano Cáceres te describió como «una de las mejores actrices del planeta». También tenían una complicidad muy grande y trabajaban mucho juntos. ¿Sentís una falta, en ese sentido? –No, no siento que me falte nada. —Francia Fernández Fotos: Jorge Aloy