20 de septiembre de 2022
Un millón de personas siguen padeciendo el aire contaminado por los incendios en el Delta. Protestas, accionar de la Justicia y el clamor de una escritora.
Puente Rosario-Victoria. Miles de personas cortaron la ruta este fin de semana pidiendo el fin de las quema
Foto: Juan José García
Una saga interminable de desastres socioambientales se acumula en el territorio del Delta del río Paraná, castigado desde hace casi tres años por una inédita bajante y sequía que potenció como nunca antes los incendios forestales, que desde hace semanas están descontrolados. Tanto el fuego como el humo que emana de esos incendios –que solo durante 2022 ya se devoraron unas 232.000 hectáreas, el 10% del territorio total del Delta–, generan severos daños a ese ecosistema y ponen en jaque la salud pública de más de un millón de personas que tuvieron que volver a usar barbijos, evitar salir de las viviendas, no hacer actividades al aire libre y sentir miedo por su salud. Como a principios de 2020, pero sin coronavirus.
En Rosario y en otras localidades de la zona, como San Lorenzo, Villa Gobernador Gálvez, Pueblo Esther y Villa Constitución se alcanzaron niveles de toxicidad del aire varias veces por encima de lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Con el humor social ardiendo, actores políticos y judiciales intentaron marcar la cancha, cada uno a su modo y según sus intereses. El autoproclamado «grupo de acción» de intendentes del sur santafesino, con el rosarino Pablo Javkin a la cabeza, protestaron en el Obelisco porteño para visualizar el reclamo ante el poder central. «Vamos al Obelisco porque parece que si el humo no llega a Buenos Aires nadie hace nada. Se nos ríen en la cara. Acá todos los días hay fuego y humo y no hay nadie preso», dijo Javkin. Además, el sábado miles de santafesinos y entrerrianos se manifestaron en el puente que une Rosario con Victoria e instalaron un acampe en reclamo del cese de las «quemas intencionales» en las islas del delta del Paraná y de la urgente sanción de la Ley de Humedales.
En días previos, el desembarco de 8 de los 31 integrantes de la Comisión de Recursos Naturales y Ambiente de la Cámara de Diputados de la Nación al Concejo rosarino funcionó como otra muestra de que, de a poco, el poder Legislativo toma nota de las demandas sociales. El grupo estuvo comandado por Leonardo Grosso (peronismo), presidente de esa comisión: «Queríamos venir al lugar de los hechos, donde hay personas afectadas, y que esto nos permita a los diputados conocer la problemática en primera persona y avanzar en los proyectos presentados», dijo.
Tras esta iniciativa, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó, a pedido del diputado nacional Enrique Estévez, un emplazamiento para tratar la protección de humedales. Así, este jueves tendrá lugar un plenario de las tres comisiones intervinientes (Presupuesto, de Recursos Naturales y Ambiente, y de Agricultura y Ganadería), donde se analizarán los diez proyectos de ley existentes. La Multisectorial de Humedales se encuentra en estos momentos debatiendo en asamblea un posible desembarco ese día en la Ciudad de Buenos Aires y una acción simultánea en Rosario para sumar presión social a los legisladores.
Salud pública
Por el lado de la Justicia, señalada por el poder Ejecutivo nacional como la gran responsable de esta crisis, también llegaron señales. Un fiscal rosarino, Luis Schiappa Pietra, decidió pedir una audiencia judicial a las autoridades políticas de Entre Ríos por su responsabilidad en las quemas, ya que el 80% del territorio del Delta está bajo la jurisdicción de esa provincia.
Para el fiscal, los incendios descontrolados generan una «afectación a la salud pública» y, ante eso, cabe posiblemente la figura de incumplimiento en los deberes de funcionario público y lesiones.
La Multisectorial de Humedales –nacida en 2020–, es la organización que se convirtió casi en un emblema de la pelea a favor de una Ley de Humedales gracias a decenas de movilizaciones callejeras, intervenciones de todo tipo y hasta una kayakeada de 300 kilómetros entre Rosario y la Ciudad de Buenos Aires. Por otra parte, la escritora Claudia Piñeiro decidió teñir su discurso inaugural de la Feria del Libro de Rosario con palabras ardientes para defender la naturaleza. «Hay que enumerar palabras que nombren lo que hay que nombrar. Ecocidio. Ecocidio es la destrucción de gran parte del medioambiente de un territorio, especialmente si es intencionada e irreversible. Frente al ecocidio del Paraná, ¿cómo hablar de libros? ¿Cómo hablar de libros si no se puede respirar? ¿Cómo leer si no se puede respirar?». Para luego concluir: «Hay un proyecto de ley postergado y funcionarios que parecen no tomar cabal conciencia del valor de los humedales. Si no fuera así, harían algo».