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El titiritero del trap

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Facundo Arroyo

El productor estrella de la escena urbana local pisa fuerte en los festivales multitudinarios y proyecta el impacto de sus «Music sessions» a escala global.

Multitarget. Del encuentro con Quevedo a tocar «Jijiji» con el guitarrista del Indio Solari, su carrera produce noticias todas las semanas.

Foto: Guido Adler

La vida de un artista de la nueva generación vuela. Cuando Gonzalo Julián Conde estaba terminando la secundaria no sabía qué iba a ser de su vida. Y por esa época comenzó a ver que en Twitter algunos chicos decían que estaban cursando con Bizarrap. Hablaban de él, claro. Decidió que iba a ser productor y empezó a estudiar piano. No quería tocar, quería saber cómo componer música.
Como todo adolescente vinculado al rap y a la música electrónica, también había pasado sus buenos ratos en distintas plazas tirando algunas rimas improvisadas y escuchando lo que hacían los demás. Con la explosión del Quinto Escalón, la batalla de freestyle más importante de Buenos Aires, supo que había encontrado una ventana y proyectó su primera idea: hizo un remix con algunas de sus batallas preferidas. El impacto fue total e instantáneo. Y a las pocas semanas había raperos pidiéndole su propio remix. El de Duki, «No vendo trap», lo catapultó a una nueva altura.
El siguiente paso fue desarrollar su propio mundo, convertirse en productor con sus herramientas y a su manera. Así nacieron las «Music sessions», una bomba masiva que en cuestión de meses hizo que su canal de YouTube obtuviera más de un millón de suscriptores. La primera sesión de freestyle salió en noviembre 2018. Bizarrap lo quiso grabar al rapero Kódigo con lo que tenía a mano. No sabía ni cómo hacerlo. Llamó a un amigo que hacía video y tenía algunas luces y le dieron para adelante en su propio dormitorio. «El empapelado está desde que tengo doce años. Parece una joda pero es la verdad. Quedó y se convirtió en parte de mi esencia», dijo en el reconocido programa Caja Nagra. Y así se volvió una estética de marca, con el desarrollo visual de un producto de exportación. El mensaje era claro: «Cualquier chico puede hacer algo grosso desde su pieza». Una relectura más bien intuitiva del do it yourself de la cultura punk. 

Perlas y diamantes en bruto
Al igual que al cantante de la banda La Mosca, a Bizarrap se lo reconoce por sus gafas de sol. No existen fotos de sus ojos. Un dato de su pasado: cuando sus primeros videos multiplicaban los clics en You Tube, él miraba de reojo desde un banco de universidad. Antes de ser productor, fue estudiante de marketing en la UADE. Mucho azar pero también un alto grado de desarrollo orgánico en su trayectoria.
Generó a partir de sus convocatorias un gran portfolio de toda la escena urbana, primero argentina y luego iberoamericana. En ese marco, uno de los hits de 2021 fue la sesión con L-Gante, el cantante del género cuyo lema es «cumbia 420 pa’ los negros». Bizarrap lanzó al estrellato a un artista que, hasta ese momento, no era tan conocido por fuera del circuito.
Otro de los últimos hits masivos de Bizarrap es el que grabó junto a Nathy Peluso, la estrella argentina educada en Madrid. A un año de su lanzamiento ya tiene más de 326 millones de reproducciones. Aquí fue el revés: Peluso hizo posible que a Bizarrap lo conocieran en España, cuna del trap y la música urbana. Un dato más: Trueno y Nicki Nicole se conocieron en el estudio de Bizarrap en Ramos Mejía. La pareja más famosa de la música urbana local se formó gracias al productor.
La carrera de Bizarrap entrega novedades semana tras semana. La última fue su sesión número 52 junto a Quevedo, una figura de la escena española. La promoción se hizo desde el viejo continente con un video paródico: un Bizarrap vestido de empleado de la cadena de comidas rápidas más famosas del mundo, atiende a los fans de Quevedo. Son, actualmente, tendencia mundial en Spotify por la canción. Compiten con Beyoncé, que acaba de lanzar su nuevo disco, entre otros artistas masivos sostenidos por la industria global. Y ellos no necesitan de una discográfica ni de sponsors de peso para lograrlo. 
Un nuevo paso en su escalera a la fama fue trasladar su estudio-pieza al escenario. De alguna manera, su nombre era objeto de deseo en los eventos donde más recauda la música actualmente: los grandes festivales y las giras. Así es como Bizarrap encontró un lugar de privilegio frente a audiencias multitudinarias. No termina de ser un DJ que toca en vivo, sino más bien un productor que musicaliza sus propias creaciones con algunos efectos de sonido.
En ese marco entregó una perla histórica. Ocurrió en la última edición del Lollapalooza en Argentina, cuando el productor invitó a Gaspar Benegas, el guitarrista de Los fundamentalistas del aire acondicionado, la banda de Indio Solari. Benegas tocó el solo de «Jijiji» de los Redondos, mientras la base era lanzada desde las bandejas de Bizarrap. El pogo más grande del mundo quedó en manos del productor más joven de la historia de la música argentina. Un hito más en medio de este vendaval que surfea con las gafas intactas.

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