Economía | SITUACIÓN LABORAL

Trabajo y poder adquisitivo

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Mirta Quiles

La tasa de desempleo alcanzó su nivel más bajo de los últimos seis años. Sin embargo, el dato debe ser analizado en el marco de la caída de salarios.

Mujeres jóvenes. El desempleo en esta franja etaria bajó del 22,4% al 13,9% en un año.

Foto: Horacio Paone

En el segundo trimestre de 2022, el desempleo cayó a 6,9% y alcanzó su nivel más bajo de los últimos 6 años (9,3% en igual período de 2016), informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). En valores absolutos, el desempleo alcanza a 957.000 personas, si se considera la muestra de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Por su parte, la tasa de actividad (los que trabajan o buscan trabajo) se encuentra en niveles máximos históricos: alcanzó el 47,9%, luego de una sensible caída en pandemia. A su vez, la tasa de empleo –proporción de personas ocupadas en relación a la población total– se ubicó en 44,6%, también la más alta de los últimos seis años. Mientras que la subocupación se redujo respecto al segundo trimestre de 2021 (de 12,4% a 11,1%) y se mantiene en niveles similares a 2017 (11%). Sin embargo, la lectura de estos índices merece desagregarlos y contextualizarlos.
La presión sobre el mercado de trabajo se mantuvo relativamente estable. «El porcentaje de personas que busca trabajo ‒desocupados (6,9%), ocupados demandantes (16,3%) o que está disponible para trabajar más horas (5,7%)‒ ascendió al 28,8%», señala Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. Porcentajes que llaman la atención y evidencian que más de un cuarto de la población económicamente activa busca trabajo o pretende trabajar más horas. «Entre la población asalariada, el 62,2% cuenta con descuento jubilatorio y el 37,8% no lo tiene. La población asalariada con descuento jubilatorio presentó una disminución relativa de 64,1% a 62,2%, por lo que el conjunto de personas asalariadas sin descuento jubilatorio aumentó de 35,9% a 37,8%», señala el informe «Mercado de trabajo 2º trimestre 2022» del INDEC. El más alto en los últimos 7 años. «En comparación con el mismo trimestre del año anterior ‒sostienen desde el Centro de Economía Política (CEPA)‒, se puede asegurar que la reducción de la desocupación se vincula con la generación de empleo sin aportes jubilatorios (que pasó de 9,5% al 12,4%)».
¿Cómo se explica este incremento de casi 3 puntos? En gran parte por la caída de los ingresos, en un contexto de alta inflación, que lleva a los trabajadores a buscar un segundo empleo, junto con la falta de oferta en el mercado laboral formal. Pese a que los últimos datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) del Ministerio de Trabajo nacional registró un crecimiento del empleo registrado en el sector privado, de 0,5%, a junio pasado. Datos que ponen en evidencia la baja capacidad de generar empleo «en blanco» del sector formal privado. Es así que estos segundos empleos generalmente son «no registrados» o «en negro», e incluso se explican por aquellas personas que realizan trabajos «por cuenta propia» (actividades que aportan a sus ingresos). En ese contexto, el informe del INDEC señala que el «empleo por cuenta propia» registró, durante el segundo trimestre de 2022, también en un número alto: 22% del total de ocupados. Sumados los empleos no registrados más los denominados «cuentapropistas», alcanzan un alarmante 59,8%, y explica más de la mitad de la tasa de empleo. «La insuficiencia de ingresos en los hogares fuerza a los trabajadores a buscar ingresos adicionales (aumento de la tasa de actividad y de la tasa de empleo). La oferta en el mercado formal languidece, por lo que terminan recayendo en empleos no registrados o por cuenta propia», afirma Campos.

Transferencias
Algunos especialistas tildan de paradójica la situación actual: junto a una baja desocupación (6,9%), acaso por vez primera en la historia nacional puede verificarse una prolongada caída de los salarios, que lleva ya más de cinco años.
De acuerdo con el Informe sobre situación del mercado de trabajo de CIFRA-FLACSO, de mayo de este año, la participación de las remuneraciones en el valor agregado de la economía, que era de 51,8% en 2016, pasó al 46,1% en 2019 y descendió al 43,1% en 2021. Mientras que «entre 2016-2021 la trasferencia de ingresos desde los asalariados hacia el capital fue de 7,7 billones de pesos, equivalentes a 70.000 millones de dólares (a diciembre del 2021), que equivalen al 46% de la masa salarial y al 19,6% del valor agregado de esos seis años». Y cada mes el Instituto de estadística nacional lo releva.
Mientras que la estimación preliminar del Producto Interno Bruto (PIB), en el segundo trimestre de 2022, muestra un crecimiento del 6,9% con relación al mismo período del año anterior, cerca del 62% de la población ocupada tuvo un ingreso promedio de 66.552 pesos en el mismo período. Vale recordar que el mismo INDEC informó que la Canasta Básica se ubicó en agosto en los 119.757 pesos. Ese fue el monto para que una familia no caiga por debajo de la línea de pobreza. En tanto, el mismo grupo necesitó 52.990 pesos para no ser indigente. Además, en su informe «Distribución del Ingreso», precisó que el 10% más pobre de la población ocupada concentraba el 1,5% del total de ingresos, mientras que el 10% más rico concentraba el 29%.
En un contexto global donde a la nueva fase del modo de producción parece importarle poco garantizar la apropiada reproducción de la fuerza de trabajo, ¿podrá el heterogéneo mercado de trabajo argentino brindar respuestas satisfactorias a los trabajadores? El futuro no luce muy promisorio al respecto.

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