30 de noviembre de 2015
La tarde venía cayendo y no había manera de levantarla. Así son los días, todos ellos. El mate, la radio, lo cotidiano que enmarca el cuadro. Pero si Boni anda por ahí, todo puede cambiar en menos de un segundo.
–Pa, tengo miedo.
–Eso ya me lo dijiste, Boni, pero no me dijiste a qué.
–Eso ya te lo dije, pa. ¡Tengo miedo, pero no sé a qué! Así funciona ahora. Y vos tratás de retrotraerme a épocas en las que la gente sabía a qué le tenia miedo… Ves, eso me da miedo, pa, ¡la gente como vos, que quiere volver al pasado!
–Boni, yo no quiero volver al pasado.
–Claro, no querés volver porque… ¡ya estás en el pasado! Para vos el pasado es el presente y lo de hoy es el futuro. Y eso me da miedo.
–¿Yo te doy miedo?
–¡No! No te tengo miedo a vos, le tengo miedo a un montonazo de gente que quiere volver al pasado. ¡Empiezan por la economía, siguen por cultura y seguro que terminan por la tecnología! Hay gente que quiere que nos quedemos sin compu, sin Internet, ¡sin realidad virtual importada!
–Pero, Boni, ¿de dónde sacaste eso?
–Lo escuché, pa, lo escuché. Quieren ganarle a Internet, imponer una realidad que ya no existe más.
–Boni, ¿de qué me estás hablando?
–No sé, pa, ¡no sé! Por suerte, no sé de qué te estoy hablando. En el siglo XXI no hay que saber de qué estamos hablando ni por qué decimos lo que decimos. Lo importante es el cómo, la forma, ¿entendés? Uno se siente contenido. Sabe que si te van a dejar sin comida, sin trabajo o sin casa, lo van a hacer amablemente, porque, «bueno, sobrás, no entrás en los números».
–¿Y eso no te asusta, Boni?
–¡Y dale con las preguntas, dale con las preguntas! Pa, los hijos son los que preguntan, los padres son los que tienen las respuestas y deben dárnoslas para que los hijos podamos decirles que están equivocados. Así es como funciona, ¿entendés?
A veces todo se pone difícil. Pero otras veces, se pone muy difícil.
—Rudy