22 de noviembre de 2022
En la medida que se acerca el año próximo, en el que se llevarán a cabo las elecciones presidenciales, la cuestión del empleo ganará seguramente espacio en la agenda del debate político, ya que en dicho proceso electoral se ponen en disputa modelos de país absolutamente diferentes.
En ese contexto, es importante rescatar el rol que los sectores progresistas y del campo nacional y popular le asignan al Estado en la planificación, regulación y direccionalidad de las políticas de empleo, muchas de las cuales forman parte de la agenda del Gobierno nacional y que fueron parte de la positiva experiencia desplegada durante los ciclos de gobierno de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, entre 2003 y 2015.
Los datos de fines de 2021 y del primer semestre de 2022 muestran una recuperación de los niveles de ocupación, que ya se ubicaron por encima de los valores vigentes antes de la pandemia. La tasa de empleo subió casi 3 puntos en la comparativa de iguales periodos entre 2021 y 2022, mientras que tasa de desempleo bajo del casi 11% que exhibía al final del periodo macrista a menos del 7% según el último informe del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC).
Este proceso de recuperación laboral contribuyó a la reducción de los índices de pobreza e indigencia, aunque aún se mantienen en niveles inaceptables para un país que produce alimentos para más de 300 millones de personas.
Los desafíos del acceso al empleo de las y los jóvenes, el fomento a la capacitación especializada articulada al universo laboral, resolver progresivamente las diferencias de género a partir de políticas de Estado, y profundizar programas que potencien el trabajo registrado, como se viene proponiendo, en la transformación de planes sociales en empleos formales, forma parte de una agenda imprescindible, desplegada en muchos de sus términos en nuestra propuesta cooperativa como ideas fuerzas de Gobierno.
En el debate de dos modelos de país en disputa promovemos un fuerte rol del Estado en la definición del perfil industrial, del rol de las pymes, de la importancia y el financiamiento de ciencia, técnica e innovación tecnológica, así como en el campo de la información y los bienes culturales, de modo tal que se pueda orientar la formación hacia el empleo formal y productivo.
Esta matriz se enfrenta con la propuesta neoliberal de la reprimarización de la economía, la que no permite el desarrollo pleno de las fuerzas productivas, que como bien lo señalaba el recordado economista Aldo Ferrer, «pueden aparecer ciclos que benefician a los países exportadores de productos primarios, pero esto nos puede llevar a caer en el error de que Argentina tiene futuro como «granero del mundo». La cadena agroindustrial solo puede emplear un tercio de la fuerza de trabajo, en cambio la industria, que incorpora los conocimientos de frontera se constituye en la clave de la mayor demanda laboral. Ferrer insistió durante mucho tiempo en destacar este aspecto: «Solo con el campo nos sobra la mitad de la población», dijo. Esto lo afirmó en tiempos de la dictadura cívico-militar y lo siguió planteando con intima convicción hasta los últimos días de su vida.
Fuentes de trabajo. Es fundamental el rol del Estado en la definición de un perfil productivo.
FOTO: NA