27 de octubre de 2015
En la cancha del Barrio Güemes, la más grande de la Villa 31 de Retiro, no solo se juegan partidos de fútbol. Un grupo de mujeres decidió que en ese campo también se disputaba su derecho a practicar aquel deporte y de concretar una realidad opuesta a la que estaban destinadas debido a su condición de género y de habitar un barrio humilde. Teniendo en cuenta situaciones cotidianas en el marco de una ciudad que margina y precariza las formas de habitarla, no pocos fueron y son los desafíos de estas mujeres. Por caso, una familia que prohíbe, vecinos que prejuzgan y comentan o una pareja que demanda labores domésticas.
Estas mujeres decidieron que esa cancha de fútbol sería el territorio en el que inscribirían la lucha por conquistar su deseo. Y eso, en uno de los barrios humildes mas emblemáticos de Buenos Aires, no es un juego. El Censo Nacional de 2010 indica que en la Villa 31 viven unas 27.000 personas, aunque hoy las estimaciones trepan hasta 40.000, marcando un crecimiento que se percibe como constante si bien el territorio habitable sigue siendo el mismo. En ese contexto en el que cada metro cuadrado cuenta y cada vivienda se construye con la idea de sostener a la siguiente, una cancha de fútbol es también un campo en disputa, es el teatro en el que se escenifica la vida del barrio y el lugar de encuentro donde se dirimen pertenencias y rivalidades.
Con esa idea nació, en 2007, La Nuestra Fútbol Femenino, una asociación civil compuesta por entrenadoras, educadoras sociales y las propias jugadoras, que se transformó en el espacio de contención del equipo de fútbol Las Aliadas de la 31. El equipo fue fundado por Alison Lasser, una estudiante estadounidense. Tras el regreso a su país, el proyecto tomó nuevo impulso con la adhesion de Mónica Santino, exjugadora del Club Atlético All Boys, actual entrenadora de Las Aliadas y difusora del fútbol femenino.
Estas mujeres, jóvenes y adolescentes, han logrado horarios fijos de entrenamiento en la cancha a fuerza de poner el cuerpo –literalmente– frente al monopolio del juego masculino. Hoy todos los vecinos saben que los martes y los jueves por la tarde el campo de juego es de las chicas.
Actualmente, La Nuestra está compuesta por alrededor de 50 mujeres que conforman el equipo mayor, Las Aliadas, e inauguraron un reciente espacio para las niñas –muchas de ellas hijas y hermanas de las mayores– llamado las Mini-aliadas.
También han generado un espacio de charla y reflexión en el que tratan temas organizativos, vuelcan sus percepciones y sensaciones alrededor de la actividad y adquieren herramientas para hacer frente a las situaciones de desigualdad, discriminación y violencia de género de las que son víctimas.
Para La Nuestra, el fútbol es el objetivo y también la herramienta; desde una perspectiva del deporte como actividad dinamizadora de prácticas sociales colectivas y transformadoras. De esta manera, ellas fortalecen su identidad, rompen con estereotipos de género, se adueñan de su salud reproductiva y abren caminos que luego transitarán otras mujeres.
La Nuestra es un equipo, es una tribu que crece, ocupa el territorio y lo riega con sudor y gambetas; La Nuestra son mujeres fuertes que ya no aceptan un «correte, nena, que este es un juego de varones».
—Texto y fotos: Subcoop