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Qatar y la ecología

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Jorgelina Hiba

Aunque se quiso presentar este mundial como el más sustentable de la historia, organizaciones ambientales denuncian una gran operación de marketing.

Desmontable. El estadio «974» tiene capacidad para 40.000 espectadores. Es el primero reutilizable.

Foto: AFP/Dachary

«Save the planet»: este mensaje, escrito en verde sobre fondo blanco, estaba estampado en el brazalete de capitán que Lionel Messi, el mejor futbolista del mundo, lució en su brazo izquierdo durante uno de los partidos que Argentina disputó en la fase de grupos del Mundial de Qatar.
Si bien los mensajes van cambiando partido a partido y tienen que ver con objetivos nobles compartidos por toda la humanidad, el llamado a salvar el planeta encuentra correlato con una campaña diseñada desde la propia Federación Internacional del Fútbol Asociado (FIFA), que ha presentado a la actual Copa del Mundo como «la más sustentable de la historia».
Para eso, la FIFA y el Gobierno de Qatar armaron una estrategia comunicativa en la cual explican que, gracias a medidas sustentables de construcción de los estadios, obras para la gestión del agua y compra de bonos verdes para compensar las emisiones que el evento genera, el torneo es «carbono neutral».
Para organizaciones socioambientales globales como Greenpeace o Carbon Market Watch, todo es maquillaje o «greenwashing», una gigantesca operación de marketing para desviar el foco tanto de las denuncias de violaciones a los derechos humanos con las que carga el Gobierno de ese país, como el hecho de que se trata de un importante actor en la producción y exportación de combustibles fósiles, cuya quema explica en gran parte el calentamiento del planeta.

Mercado de bonos
Los argumentos utilizados para presentar a Qatar 2022 como el mundial más sustentable de la historia tienen que ver con los recursos usados en la edificación de los estadios, los campos de entrenamiento y la infraestructura de transporte, «diseñados y construidos de acuerdo con los estándares de construcción sostenible», según la FIFA. A eso se sumaron planes para la gestión de residuos y la reutilización y uso eficiente del agua, el bien más escaso en esa región del mundo.
Además, desde la organización argumentaron que al ser un país tan pequeño, la distancia máxima de viaje entre los diferentes estadios es de apenas 75 kilómetros, lo que elimina las emisiones del transporte para el traslado entre sedes.
La construcción de nueva infraestructura tiene al estadio llamado «974» como su máximo exponente. Con una capacidad para 40.000 espectadores, es el primer estadio cubierto desmontable y reutilizable por completo, al haber sido construido con contenedores y acero. Fue diseñado por la firma Fenwick Iribarren y está ubicado en la zona portuaria de Doha.
En relación con la compensación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) generadas por el evento, el recurso fue recurrir al mercado de créditos de carbono, que permiten compensar la contaminación emitida comprando créditos de proyectos que, o bien evitan emisiones, o capturan carbono de la atmósfera. El problema es que, según Carbon Market Watch, los créditos que se compraron «fueron insuficientes y de baja calidad y se usaron para limpiar su imagen».

Combustibles fósiles
El destino y la economía de Qatar, minúscula monarquía de la península arábica de apenas 11.500 kilómetros cuadrados de superficie y 2,5 millones de habitantes, cambió a partir de la década de los 40 del siglo pasado tras el descubrimiento de enormes reservas de petróleo y gas. En pocas décadas, la economía tradicional basada en la pesca y la recolección de perlas dejó lugar a la explotación y exportación de combustibles fósiles, lo que generó un crecimiento veloz de su nivel de vida.
Pero el éxito de sociedades construidas a partir del petróleo comenzó a ser puesto en debate a medida que surgieron evidencias científicas sobre el calentamiento de la Tierra y se identificaron las causas principales, relacionadas con la quema de ese tipo de combustibles y la emisión de gases contaminantes que han cambiado, como nunca antes, la propia constitución de la atmósfera.
En la actualidad Qatar es la segunda exportadora del mundo de gas natural licuado o GNL (106,1 miles de millones de metros cúbicos en 2020), uno de los combustibles fósiles cuya explotación y uso explica en buena parte el calentamiento del planeta.
Para organizaciones ambientalistas globales como Greenpeace y Carbon Market Watch, el sello verde del Mundial de Qatar no es más que una enorme y muy bien pensada operación de «greenwashing» o ecolavado. «Los combustibles fósiles nos están llevando a la crisis climática y energética, no podemos dejar que países que viven casi completamente de ellos se laven la cara y se presenten al mundo como socialmente aceptables. Necesitamos regulación que no permita el lavado verde y que fomente eventos deportivos que muestren al mundo que pueden ser 100% renovables», señalaron desde Greenpeace.
Por su parte, Carbon Market Watch presentó a mediados de año un documento llamado «Tarjeta amarilla a la Copa del Mundo y su afirmación de neutralidad de carbono», en el que pone en duda los datos presentados por la FIFA, según la cual el evento tendrá una emisión final de 3,6 millones de toneladas de gases de carbono. Para esa organización, el mundial dejará un nivel de emisiones de alrededor de 5,2 millones de toneladas de carbono. 

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