12 de febrero de 2016
Cuando socialdemócratas y verdes integraban la oposición en Suecia, exigían al gobierno que fuera el primero de la Unión Europea en reconocer la autonomía del Sahara. A dos años de llegar al poder, la gestión de Stefan Löfven cambió esa postura. Estocolmo decidió aflojar las históricas tensiones con Marruecos, dejando de lado la afinidad que siempre tuvo con el Frente Polisario. La decisión de empezar a apoyar la mediación de la ONU entre los saharauis y el reino alaui llegó justo después de que las autoridades del país africano cerraran la sede de Volvo en Casablanca y bloquearan la apertura de Ikea en Rabat. El periódico marroquí Le360 aseguró que la nueva postura diplomática se debió a la presión sobre las empresas suecas, especialmente sobre la tienda de muebles, que recién desembarca en el Magreb.