29 de enero de 2023
Origen, ascenso y caída del excéntrico millonario que construyó su pedestal en el firmamento mediático. Las obsesiones y polémicas que marcaron su vida.
Estrella fugaz. Después de su muerte, la figura de Fort se resignificó y ganó aún más adeptos que los que había tenido en su breve existencia.
Foto: Télam
Empresario, cantante, actor, conductor televisivo, productor teatral, Ricardo Fort tuvo un fugaz pero intenso pasaje por el mundo del espectáculo, acorde a su excéntrico estilo de vida y a una actitud irreverente. Tan solo cuatro años bastaron para que la estrella mediática dejara su estela en el firmamento vernáculo con mucha más personalidad que talento y, así, se convirtiera en leyenda para una multitud de fans que lo veneran como a un dios contemporáneo.
Nacido en Buenos Aires un 5 noviembre de 1968, el heredero de la reconocida empresa de chocolates y golosinas tuvo una vida tan corta como intensa, en la que nunca faltaron ni lujos ni excesos. Alejado de los mandatos familiares y dueño de un alto perfil, tuvo una pésima relación con su padre y sus hermanos, contrario a lo que sucedió con su madre, la recodada Marta Campa, que no solo lo apañaba sino que además compartía sus inquietudes artísticas.
Fort fue sin duda el millonario argentino más paradójico del nuevo milenio. En 2013 la revista Forbes lo ubicó entre las diez personalidades más influyentes en el negocio del espectáculo local. Pero la fama, el reconocimiento popular y el dinero no eran suficientes estímulos para él. La disconformidad con su físico lo perseguía desde su niñez y, para conseguir la imagen que buscaba, se sometió a 27 cirugías estéticas. Cuando sintió la necesidad de ser padre alquiló un vientre en Estados Unidos. Se confesó bisexual y a menudo se lo veía rodeado por modelos de ambos sexos con cuerpos trabajados en el gimnasio, pero su gran amor se llamó Gustavo Martínez, quien lo acompaño durante gran parte de su vida y tuvo la tutela de sus hijos mellizos.
Figura controvertida
En su meteórica carrera pagó para encabezar obras de teatro y programas de televisión. Creó una marca de ropa y, como toda estrella que se precie de serlo, tuvo su propio perfume y una autobiografía en la que contaba sus éxitos y fracasos. Tenía todo lo que el dinero podía comprar, pero la muerte metió la cola cuando menos lo esperaba.
En noviembre de 2013, a los 45 años, Fort murió repentinamente como consecuencia de un paro cardiorrespiratorio provocado por una hemorragia masiva. Tenía una infección en la rodilla y se había fracturado el fémur, pero el derrotero de internaciones había comenzado a principios de año. Primero padeció una úlcera duodenal con una perforación que le generó una peritonitis severa. Un par de meses después fue operado nuevamente por una obstrucción intestinal. En septiembre se sometió a una riesgosa cirugía de columna y tiempo después sufrió una descompensación, se cayó en el baño y se quebró el fémur. Lo internaron y días después falleció entre acusaciones de mala praxis, automedicación y desmentidas familiares.
Si la muerte convierte a los demonios en santos, la controvertida figura de Fort se resignificó y ganó aún más adeptos que los que había tenido en su breve existencia. Memes y stickers «del comandante», como a él mismo le gustaba llamarse, se empezaron a compartir en Whatsapp, Twitter, Instagram y otras aplicaciones populares. Tampoco tardaron en llegar proyectos con intenciones de contar su derrotero. Primero fue el podcast Basta Chicos: La vida de Ricardo Fort, narrado por el youtuber Damián Kuc. Y ahora, en pleno auge de las plataformas de streaming y las series, es el turno de El comandante Fort, una biopic documental que describe origen, ascenso y caída del heredero de uno de los imperios chocolateros más importantes del país.
Compuesta de cuatro episodios, rodados en diferentes locaciones de Buenos Aires y Miami, la docuserie aborda la vida de Fort a través de entrevistas a familiares y amigos cercanos, entre los que se encuentran sus hijos, Marta y Felipe, su hermano Eduardo, y Gustavo Martínez, que fue su pareja y se suicidó en febrero de 2022. En total, suma más de 200 testimonios, que abarcan desde compañeros de la escuela hasta personas que trabajaron con él en Estados Unidos. Las imágenes inéditas se cruzan con recreaciones originales, además de las escenas televisivas y teatrales que apuntan a dar una perspectiva artística de su figura.
Con reflexiones permanentes sobre los temas y polémicas que Fort instaló en la sociedad, cada capítulo analiza su vida lejos del sensacionalismo, privilegiando a la persona por encima del personaje, revelando sus luchas internas e indagando el contexto que acompañó su aparición mediática. Así, se abordan tópicos de relevancia social como la escena gay, la ferocidad del star system televisivo, la adicción a la fama y la manipulación extrema del cuerpo en pos de la imagen. Creada por Patricio Álvarez Casado, acompañado por un seleccionado de escritores integrado por Tamara Tenenbaum, Juan José Becerra y Nicolás Miguelez, Tomás Balmaceda en la asesoría de género y Eddie Fitte en la investigación periodística, El comandante Fort presenta a un pionero en la industria del entretenimiento digital, que creó su propio canal y se convirtió en uno de los primeros influencers de la región. Además echa luz sobre su vida como ícono LGBTQI+ y su camino hacia la paternidad mediante la subrogación de vientre, pero siempre corriéndose de las polémicas y efectismos propios de la frivolidad que lo rodeó para, en cambio, preguntarse sobre los motivos de su permanencia en el inconsciente colectivo de los argentinos.