9 de marzo de 2016
Este asunto del pago a los fondos buitre tiene varias aristas. Todas ellas filosas, con las que podemos cortamos y desangramos. Por eso, más vale ir rápidamente a la guardia a que nos venden y esterilicen la billetera, que es el órgano más sensible de nuestra anatomía. Y hoy por hoy, el que más sufre. Sufre porque cuesta llenarlo y vienen de afuera y lo vacían con la ayuda y la autorización expresa de los de adentro.
En la India los llamaban Cipayos. Aquí no estamos en la India, pero ya que estamos también podemos llamarlos Cipayos Autóctonos.
La diferencia es que allá estaban a sueldo y aquí a sueldo y comisión. Y les aseguro que las comisiones que se cobran cuando hablamos de millones de dólares harían poner verde a más de cuatro, y locos de contentos a los pocos que las van a cobrar. Porque esos pocos las van a cobrar, y si no que le pregunten al Mingo.
De todas maneras, una de las enseñanzas que el acuerdo con los buitres –si los legisladores lo aprueban– es que si un Estado paga a señores usureros para que obtengan el 1.600% de ganancia, significa que se trata de una transacción correcta, lícita, normal, aceptada, cotidiana, bien habida, lo que se dice una joyita en materia de negociaciones económicas internacionales.
¿Se acuerdan cuando en las Naciones Unidas se intentó, por amplísima mayoría, ponerle un límite a este tipo de ganancias desorbitadas? Bueno, no, eso se acabó, caput. Un juez de un distrito de Nueva York dice que las cosas no pueden ser así y San Seacabó, el santo del garrote, hace su aparición y debemos ir todos a cantarle a Ignacio Corsini.
Creo que ni Adam Smith, ni David Ricardo pensaron jamás que las cosas podrían ser así.
Ahora que volveremos a endeudarnos es posible que pidan garantías más sólidas. ¿Qué pueden pedir? ¿Una libra de carne? Ya la pidió Shakespeare.
Se comenta que podrían cerrar el INADI y prendar a todas las señoritas en edad de merecer, especialmente a las botineras que ya son famosas. También se habla de que a algunos texanos les interesaría llevarse el Aconcagua, con la nieve incluida, para mejorar un poco el paisaje local. Otros hablan de Aerolíneas o YPF pero es posible que esas cosas ya no existan. Podrían pedir el satélite como garantía y si no pagamos, poner al ministro de Economía en órbita para que lo desarme y lo baje.
Lo que sí es seguro es que necesitan que en el país haya alguien que se encargue de pedirles plata prestada. Después ellos se encargan de todo lo demás, don’t worry, be happy.
—Santiago Varela