Humor

En el bar

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En el bar pasan cosas. Hay palabras, gestos. Están los amigos, los conocidos, los «contactos», y gente cuyo tipo de vínculo con uno es sociológicamente indefinible. En esa mesa de café, uno que recién llegó se sienta y escucha.
–Esto no se puede creer –dice de pronto Juan.
–¿Qué es lo que no se puede creer? –pregunta Enrique.
–Ya te lo dije… esto.
–Bueno, pero hay que darles tiempo –dice Pedro, conciliador.
–¿A quiénes? –insiste Enrique.
–¡Eh, pará con las preguntas! ¿Qué sos vos, agente de la cia, conductor de la tele, psicoanalista?
–Bueno, no, yo solamente quería saber a quiénes hay que darles tiempo.
–A los que hacen esto.
–Esto no lo hicieron estos, esto ya estaba de antes –Pedro sigue en la suya.
–¿Vos decís de «antes», o de «antes antes»? –Enrique también pregunta.
–Depende –sigue Juan.
–¿De qué?
–Y… de muchas cosas. Mirá, si yo supiera de qué depende, estaría en Nueva York cobrando el Premio Nobel.
–El Premio Nobel se cobra en Estocolmo, Juan.
–Eso tampoco lo sabía. Pero si me lo dieran a mí la guita se iba a derechito a Nueva York.
–¿Te la ibas a gastar ahí o a depositar en un banco yanki?
–No, pibe, yo no, seguro que esa guita, antes de llegar a mi gentil bolsillo, iba a ser destinada a saciar el apetito de un joldó.
–¿Un qué?
–Uno de los fondos buitre, esos.
–Ah, un «jold aut».
–Vos lo decís en inglés, pero en inglés se dice «joldó», porque nos tienen re «joldidos».
–¡Hay que darles tiempo!
–¿Para qué? ¿Para que nos terminen de convertir en puré?
–Ojalá. Al menos las papas algo valen, están caras desde que se sinceraron.
–Uy, no me hables que me trae recuerdos de mi infancia.
–¿Tu mamá hacia un puré rico?
–No, pero la luz estaba barata.
–¡Muchachos, córtenla! –este fue Luis– Paren de lamentarse que para eso están las noticias. ¡Disfrutemos un rato la vida! Tomemos un cafecito.
–¡Pepe, otra vuelta de café para todos! –dice Juan.
–¿La vas a pagar vos? –Enrique y sus preguntas.
–No, ¡si la va a pagar Paul Singer!
–¡Entonces agregale un sanguchito! –dice uno.
Rudy

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