12 de abril de 2016
Como todo el mundo sabe, en este sistema en el que vivimos, lo que vale es la guita. El paradigma de nuestro tiempo establece que la plata no es lo más importante, sino lo único importante. Además, para los moralistas, vale la pena recordar a Vespasiano que haciendo referencia a un impuesto al uso de urinarios públicos, dijo: la plata no huele, no importa de dónde venga. El que tiene plata, mosca, biyuya, moneda, tela, vento, morlacos, pasta, guita o como quiera llamarlo, puede comprar salud, tratamientos caros, sanatorios caros, médicos caros. Puede comprar justicia: abogados caros, fiscales caros, jueces caros. Puede comprar impunidad: comisarios caros, peritos caros, leyes caras. El que tiene cash puede comprar silencio o en su defecto, comprar difusión en las primeras planas.
Y en el caso concreto de nuestro país pareciera que la moneda que hay que tener es el dólar. La gente, los medios, los pibes, los viejos, todos hablan de dólares. Es como si el peso no existiera. Y algo de razón tienen porque a nuestro pobrecito peso lo han devaluado tantas veces que el pobre cada vez vale menos.
Por eso pienso que seguir insistiendo en imprimir pesos es un error. Es tirar la guita. ¿Cuál es la solución? Es obvio que lo que debemos hacer es imprimir dólares. Así de simple. Estados Unidos es lo que es, porque tiene la maquinita para hacer dólares y luego prestarlos. Lo que propongo es no decirles nada a los yanquis y hacer nosotros nuestros propios verdes. Suena a falsificación, lo se, pero sería con un fin noble: mejorar nuestra economía, pagarle a los buitres y no fundirnos en el intento.
Y esto no es nuevo ni original. Durante la 2da. guerra mundial, Alemania decidió fabricar Libras Esterlinas para lo cual montó una fábrica con las mejores máquinas y los mejores falsificadores que tenía, que casualmente estaban todos en cana. La guerra terminó antes y no les dio tiempo de usar demasiado de estos flamantes billetes. Además si fabricamos dólares –y esto es lo importante- nadie se daría cuenta. En efecto, hoy en día todos los países usan dólares para todo tipo de negocios, grandes y chicos. Nadie sabe, ni siquiera la Reserva Federal, cuántos billetes verdes hay circulando por el planeta, sean reales o bien como asientos contables. Y mejor que no se sepa. Por eso nosotros podemos aprovechar e imprimir papelitos con la cara de Franklin, en lugar de la ballena franca, que no serán tan lindos, pero que sí serían bastante útiles.
De nada.
—Santiago Varela