20 de mayo de 2023
Se realizó, en el CCC Floreal Gorini, el primer Encuentro de Economía Feminista y Transfeminista. La actividad estuvo organizada por la Asociación Civil Memoria de Mujeres, en el marco de Programas Articular y Producir con apoyo del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad. Participaron Valeria Mutuberría Lazarini, Eva Raffoul Sinchicay, Diana Marisa Aravena y Bárbara Di Pilla como principales oradoras. El auditorio estuvo colmado de cooperativistas, gestoras culturales, productoras, comunicadoras, psicólogas e investigadoras. Cada una de las participantes pudo hacer sus aportes sobre experiencias en territorio y expectativas en la economía transfeminista. Se habló de la importancia de hacer nexos para enfrentar al sistema patriarcal-capitalista que oprime más a las mujeres y diversidades.
En el inicio del encuentro Valeria Mutuberría Lazarini, economista e investigadora del CCC, manifestó: «La economía feminista y la economía social y popular tienen en común el pensar en la sostenibilidad de la vida, en poner a las personas en el centro; el respeto por la naturaleza y el encuentro de lo colectivo». «Soy María Eva: doula, emprendedora de cosmética artesanal, terapia floral y acompañamiento de placenta. Soy todo eso y lo digo porque cuando hablamos de economía feminista tenemos que traer todas lo que somos», dijo María Eva Raffoul Sinchicay, economista y representante del área institucional de La Base, fundación que apoya y financia a cooperativas de trabajo y empresas recuperadas. También habló de la economía aplicada a las empresas asociativas. «En La Base trabajamos el financiamiento con los grupos. Es cierto que nosotras tenemos el capital y tomamos la decisión, pero pensamos de forma conjunta cuál es el mejor proyecto posible. Eso es para nosotras pensar las finanzas feministas. En la economía social hay que buscar otras formas de hacer, seguir moviendo dinero a partir de la producción y el trabajo».
Mutuberría, en tanto, agregó: «Tenemos la necesidad imperiosa de hablar de las tareas del cuidado, que generalmente es trabajo no remunerado y no reconocido. Todos los indicadores del mundo del trabajo nos perjudican: menos trabajo, menos salarios y menos sindicalización. Toda cifra empeora si pensamos en mujeres pobres o indígenas, y las diversidades no son medidas».
Barbara Di Pilla es referente de gestión y vinculaciones en la cooperativa Búfala, donde producen cosmética capilar vegana: «Yo descubrí que soy profundamente feminista sin saberlo. No fue un proceso intelectual, lo descubrí en la vida por las situaciones que me atravesaron. La maternidad nos unió en una cooperativa y desde allí ganamos independencia económica sin abandonar las tareas del cuidado».
Diana Marisa Aravena es integrante de La Paquito, una cooperativa textil integrada por lesbianas y mujeres trans. Después de varios años en el barrio porteño de La Boca, se mudaron recientemente al Espacio de la Memoria (Ex Esma): «Todos los obstáculos que marcan ustedes hoy en este encuentro se multiplican si pensamos en nuestra comunidad. Históricamente el único lugar reservado para nosotras, las mujeres trans, es la calle. Es sólo allí donde la sociedad piensa que podemos ser productivas, entonces cuando tomamos el desafío de encarar una cooperativa todo se complejiza y la opresión del patriarcado nos oprime dos veces».
A la hora de circular la palabra, fueron muchas las que tomaron el micrófono: «El cooperativismo habla de otra economía posible, y déjenme decirles que otra economía es imposible sin una intersexualidad, sin nosotras. Me alegro que en una charla de economía tengamos lugar las oyentes, las que muchas veces no somos escuchadas en el sector cooperativo», remarcó Ayelén Crapanzano, comunicadora y cooperativista. La intervención de Crapanzano fue reforzada por varias asistentes con la propuesta de «desnaturalizar las malas prácticas en la economía social y solidaria».
«Más allá de las tensiones, avanzamos. Nuestras organizaciones son herramientas de transformación social y ampliación de derechos. Y sabemos que el cooperativismo ha sido importante para muchas mujeres. Un lugar de contención y de desarrollo e independencia económica», concluyó Mutuberría.