Piazzolla, Yupanqui, Mercedes Sosa y Spinetta fueron algunas de las figuras que grabaron discos emblemáticos en sus salas. Osvaldo Acedo y el legendario Portugués Da Silva reconstruyen la historia de un espacio que hoy es patrimonio cultural.
30 de junio de 2016
Socios. El Portugués Da Silva y Acedo, artífices de un estudio de grabación histórico. (Anita Kalikies)
Pisar los estudios ION es como entrar en un templo, y no es una exageración. Por este edificio de la calle Hipólito Yrigoyen, en el barrio porteño de Balvanera, han pasado las máximas figuras de la música argentina: Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Aníbal Troilo, Roberto Goyeneche y Astor Piazzolla, Luis Alberto Spinetta, Charly García, León Gieco, Pappo, Soda Stereo, Los Fabulosos Cadillacs. Y aún están, en las fotos que cuelgan de las paredes, como testimonio de una historia que cumple 60 años.
Fue en 1956 que el chelista húngaro Tiberio Kertesz y su mujer fundaron ION, en Díaz Vélez y Medrano. Cuatro años después, mudaron sus oficinas a la dirección actual. Entonces, sellos internacionales como Columbia, EMI-Odeón, Philips y RCA comenzaron a grabar allí a sus respectivos artistas. «No había estudios particulares. Empezó a haber sellos locales que necesitaban grabar y tenían que alquilar a multinacionales. A veces no tenían dónde grabar. Así nació ION. Fue uno de los primeros estudios que atendió a esos sellos que no tenían salas», recuerda Osvaldo Acedo, director y propietario de ION.
En las dos salas de ION –declarado Bien de Interés Cultural de la Ciudad de Buenos Aires en 2005 y Sitio de Interés Cultural de la Nación en 2015– se grabaron discos emblemáticos del rock argentino, como La grasa de las capitales, de Serú Girán. En los últimos años, también se convirtió en la locación de Encuentro en el estudio, el programa de TV en el que Lalo Mir charla con músicos que tocan sus canciones, mientras Jorge Portugués Da Silva, nombre ligado indivisiblemente con el estudio, las registra con maestría.
Acedo era un adolescente cuando el húngaro de ION le dijo a su padre, un concertino con quien tocaba en la Orquesta Sinfónica Nacional: «Mandame al pibe». Así, ingresó como cadete, luego pasó a las consolas y terminó por convertirse en dueño de los estudios, en 1996, cuando se los compró a los hermanos Kaminsky, que también tenían el sello Microfón. «Grabé muchísimo y sigo grabando, grabo las cosas que me interesan», dice.
Al Portugués, «el técnico más musical que existe», según Acedo, lo llamó en 1980, cuando tocaba el saxo en The Tropical Combo. «Yo escuchaba lo que él hacía para otros estudios y me asombraba. Acá estuvo de planta hasta el 95. Luego, con la crisis de la industria discográfica, tuvimos que achicarnos. Aún continúa como técnico freelance. Es muy reconocido y muy buscado». Da Silva tenía 49 años cuando llegó a ION. «Era el lugar que mejor equipamiento tenía», comenta el Portugués, que está acostumbrado a que le digan que es una institución de la música, pero que no cree en los número uno, en ningún rubro. «Simplemente, vuelco lo que siento en todos mis trabajos. Y cuando hay una afinidad con los artistas, eso se potencia», subraya. ¿Su particularidad? «Jamás se sienta… graba de pie», de acuerdo con una descripción de Andrés Calamaro.
Tanto Da Silva como Acedo son Académicos Honoris Causa de la Academia del Tango, que en 2014 los premió con un Gobbi de Oro. Aunque son muchos, Da Silva intenta resumir algunos hitos fraguados en ION: «Destacaría Piano bar, de Charly, un disco que se grabó en cuatro días, y La, la, la con Spinetta y Fito Páez, una colaboración de otro planeta. También, las grabaciones con Leopoldo Federico, Mercedes Sosa, Divididos y Riff», enumera.
El ranking de Acedo sería: «En tango, Troilo, Piazzolla, el Polaco Goyeneche y Susana Rinaldi. En folclore, Mercedes Sosa, Ariel Ramírez, Los Chalchaleros y Yupanqui. Y en rock, todo el movimiento que apareció en los 70. Ahora, las grabaciones con Piazzolla ocupan un lugar destacado, porque cuando lo grabé, él estaba luchando para ser reconocido. El primer disco fue María de Buenos Aires, una de las obras más lindas que he hecho en mi vida». Según Acedo, para continuar al frente de esta verdadera meca musical hacen falta «pasión, perseverancia y gran sentido profesional».