30 de julio de 2023
Trastornos en la sobremesa literaria
David Viñas
Fondo de Cultura Económica
312 páginas.
Escritura constante. El modo «viñesco» se nutre de frases populares, expresiones cultas, adjetivaciones irónicas y remates taxativos.
La extensa obra de David Viñas –las novelas, cuentos, artículos, ensayos–son para él, así lo dice, «desplazamientos que tienen como soporte un determinado continuo, un sustrato común: el trabajo literario». Tratar una misma problemática de distintas maneras le hace pensar en los géneros como «tácticas de composición. Como procedimientos heterogéneos, con sus propias peculiaridades, pero que operan sobre una materia común. En este caso, en mi caso, Argentina, sus problemas, sus hombres, sus lenguajes, sus miserias y sus contradicciones».
Ese nunca interrumpido trabajo que tuvo siempre como centro su esencial preocupación por el país desde el cual no dejaba de mirar el mundo con afinada perspectiva, se propuso como algo que denominó en su totalidad: apelar en el escrito tanto a los sentimientos como a la inteligencia, simultáneamente y puestos en relación sin separar «lo intelectual de las tripas». Esto es palpable en su inconfundible estilo, en el que se traman las referencias teóricas y el permanente análisis de las inflexiones de la ideología en distintos momentos históricos, con referencias a costumbres, modas y prejuicios (vale destacar sus menciones al uso del frac o las observaciones sobre algunas damas y caballeros en sus actitudes y gustos), sobre todo de las figuras históricas de las que se ocupa especialmente en un lapso que va desde los inicios de la patria cultural, con una figura intelectual como Manuel de Lavardén, hasta Rodolfo Walsh.
Con el nombre de Trastornos en la sobremesa literaria. Textos críticos dispersos, se han reunido cincuenta y un textos, de variable extensión y pertenecientes a décadas diversas pero no ordenados cronológicamente. Fueron publicados en periódicos (Clarín, Nuevo Sur, Página/12) y en revistas como Crisis, El Periodista, Trespuntos, Señales, Plural y Unomásuno de México, Revista de Crítica Literaria Latinoamericana (Lima), Triunfo (Madrid), Cahiers de Caravelle (Francia).
En esta edición, donde el prologuista Marcos Zangrandi provee una serie de observaciones sobre los textos y sobre Viñas, los escritos han sido agrupados en tres partes denominadas «Transversales», «Enfoques» y «Anatomías». En la primera se suceden artículos en los cuales, a través de figuras como Ulrico Schmidel, Mariano Moreno, Julián Martel, Leónidas Barletta, Raúl González Tuñón, Pablo Podestá, Macedonio Fernández, Roberto Arlt, Ricardo Güiraldes y Leopoldo Marechal, entre otros, se trata en realidad de abordar lo que bien sintetiza el título del ensayo inicial: «Buenos Aires. De la fundación a la vanguardia». Un lapso extenso, desde luego, donde se detallan rasgos de las épocas y de los personajes, que aparecen así no como registro de datos sino con una carnadura que los hace vívidos. Fidelidad de Viñas a su proyecto de construcción de tramas.
Los textos de «Enfoques» presentan subcapítulos de carácter temático: «Sarmiento», «Mansilla», «Lugones», «Arlt», «Borges», «Walsh» y «El continente», este último en proyección latinoamericana, que incluye a Brasil. Como en la parte anterior, aquí también se verifica la dimensión relacional propia de Viñas. Aun cuando el texto gira en torno a alguna de estas figuras, prevalecen las idas y vueltas sobre la actuación de los escritores, sus relaciones con la política, con el ámbito literario, con las ideologías, en definitiva, con los conflictos vigentes en cada momento. Bien puede decirse que Viñas pone en juego una tendencia comparatista que permite visualizar ideas y concepciones circulantes a nivel internacional y, asimismo, de qué modo se internalizan e interpretan en el país.
La última parte, «Anatomías», donde encontramos artículos dedicados a escritores como Pedro de Angelis o Eduardo Mallea, alude sobre todo al trabajo del escritor sin excluir el aspecto económico, al rol del intelectual y su relación con el poder y a la valorización de una auténtica actitud crítica por sobre un mero ejercicio académico o periodístico que, justamente, la desvirtuaría como tal. No faltan aquí alusiones autobiográficas, rememoraciones como la de la revista Contorno y tempranas preferencias por escritores como Ernest Hemingway.
De modo que esta especie de muestra de textos del Viñas anterior y posterior a su exilio, con todo lo que puede haber de cambio de un período donde prevalecía el intelectual comprometido a otro postdictatorial, donde tal cosa se desvanece, lejos está de ser una miscelánea porque prevalece una actitud y una escritura constantes: la combinatoria de coloquialismos o frases populares junto con expresiones cultas, uso de una primera persona aseverando e hipotetizando, adjetivaciones irónicas, remates taxativos, giros propios de la conversación y la contundencia del ritmo, en resumen, y «para no abundar» como repetía, el modo viñesco.