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Honor nacional

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El seleccionado tucumano derrotó a Santa Fe y se consagró bicampeón del Torneo Argentino de Mayores, un certamen nacido en 1928 que sirvió de proyección a muchos jugadores y mantiene su rasgo principal: el orgullo de representar a las provincias.


En cancha ajena. Festejo de Tucumán, en la sede del Firmat Foot Ball Club de Santa Fe. (Lisandro Carrobe)

 

De repente, todos se dieron vuelta y levantaron la cabeza. Ese hombre que no pasaba por la puerta era él, ese joven de 19 años del que muchos habían escuchado hablar. «Superé los 2,20 metros», dijo, y precisó algo que estaba a la vista. Jorge González, El Gigante, ese jugador de básquet que superó los 2,30 metros y tuvo sus horas más famosas como luchador y estrella de televisión, hacía su presentación en un torneo. Corría 1985 y el evento no era otro que la 52ª edición del Campeonato Argentino de Mayores. «El más argentino de todos los campeonatos», según cuenta la leyenda, en el que acaba de consagrarse campeón el seleccionado de Tucumán por quinta vez en su historia.
La presentación del chaqueño González, el basquetbolista argentino más alto de la historia, que falleció en 2010 a los 44 años, es solo una apostilla como tantas otras que han dejado las 82 ediciones que se llevan disputadas de este torneo, que se juega desde 1928 y que temporada a temporada consagra a un selectivo provincial como el mejor de la Argentina. Aquel año en Mendoza el país conoció al Gigante; este año, en Santa Fe, todos se maravillaron con Tucumán, el seleccionado que salió bicampeón a fines de julio.
El Campeonato Argentino de Mayores, desde hace décadas, mantiene un formato similar al de este año: lo juegan 12 equipos –ha variado el número– divididos en dos zonas en las que se enfrentan todos contra todos durante una semana. Los dos mejores de cada grupo avanzan a la semifinales y, luego, los ganadores van a la final. En 2016 la sede elegida fue Santa Fe. Allí, la zona A se disputó en el mítico estadio de Olimpia de Venado Tuerto y la B, en Firmat Foot Ball, donde también se jugaron las semis y la definición. A ese último partido llegó el combinado local contra Tucumán. Una final idéntica a la de 2015, aunque en aquella ocasión había sido en San Miguel, en el Jardín de la República. Ahora el partido definitorio tuvo todos los condimentos: los santafesinos buscando revancha del 2015 en su casa y los tucumanos, peleando por el bicampeonato, ese que finalmente llegó gracias al triunfo por 80-76.

 

Huella celeste y blanca
Es que aquí la gloria tiene otro sabor: si bien la Liga Nacional es ese sueño federal de León Najnudel, el entrenador que creó lo que sería la cuna de la Generación Dorada, en el Argentino se juega puramente por el honor. Es el hueco que cada jugador se hace para ir a representar a su ciudad; es la pelea que muchos tienen que dar con sus clubes para que los dejen participar. Y es, también, esa alegría desatada en el festejo arriba de un colectivo descapotable que tuvieron los jugadores de Tucumán cuando volvieron de Santa Fe con la copa del bicampeonato. «Este grupo da la cara por Tucumán, estamos orgullosos de vestir esta camiseta», explica Leandro Vildoza, una de las figuras del campeón, después de haber anotado 19 puntos en la final que le dio a su provincia el título en un torneo cuya lista de ganadores la domina la Capital Federal con 19 coronas.
«Hemos hecho historia. Hace poco festejamos el Bicentenario y ahora, el bicampeonato», cierra Iván Gramajo, de apenas 20 años y elegido la revelación del torneo. Al igual que al Gigante González, o como Hugo Oscar Porta, el padre de uno de los mejores jugadores argentinos de rugby que en 1939 también salió campeón con la selección de Capital Federal, Gramajo ya dejó su huella. Tal vez dentro de poco lo veamos con la celeste y blanca, porque el primer paso ya lo dio en el mismo lugar que tantos otros, en «el más argentino de los campeonatos», un rincón de historias increíble.

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