Cooperativismo | CÓRDOBA

Al servicio de Miramar

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Texto y foto: Bibiana Fulchieri

La cooperativa eléctrica CESPM nació por la necesidad de alumbrar a un pueblo signado por las inundaciones. Una historia de 50 años.

Empuje colectivo. Pedrotti, Marchetti, Castellino y Zapata.

Sobre la costa sur de la Laguna Mar Chiquita o Mar de Ansenuza (el espejo mediterráneo de agua salada más grande de Latinoamérica) está la localidad de Miramar, ubicada 200 kilómetros al noreste de Córdoba capital. 
Allí, muy cerca del antiguo embarcadero céntrico, hoy rodeado de ruinas emergentes de la edificación inundada en 1978, se encuentra la sede de la Cooperativa Eléctrica y de Servicios Públicos Miramar (CESPM), emplazada en un predio frondoso compartido con el Museo Fotográfico Dante Marchetti.
«Nuestra historia como pueblo y como institución está muy ligada a los vaivenes de la Laguna Mar Chiquita», cuenta Lidia Castellino, administrativa a cargo de la cooperativa, y dice, mostrando un gráfico de la cantidad de kWh de energía vendida que atestigua los aconteceres de «la mar», que «todos quedamos muy marcados después de cada período de inundación, o como ahora, que producto de la sequía aparecieron los escombros de las antiguas construcciones del pueblo». 
Cuando nació la cooperativa en 1965, en Miramar no había luz eléctrica y solo se alumbraba el centro por unas horas mediante una pequeña usina, «pero en la zona rural, con muchos criaderos de nutrias, nada de nada», recuerda Castellino. Entonces un grupo de vecinos gestionó llevar energía al pueblo de la Empresa Provincial de Energía Eléctrica de Córdoba (EPEC), desde la localidad cercana de Balnearia. «A partir de entonces comenzó la expansión en el área turística, la ruralidad y el desarrollo de la comunidad miramarense, que en las décadas del 60 y 70 generó demandas a la cooperativa local, que fue incorporando otros servicios como ambulancia, sala velatoria y sepelios, ortopedia, grúa y banco de sangre», resume Castellino y reconoce: «Hemos crecido mucho». 

Nuevos desafíos
Saludcoop es un sistema de beneficios asistenciales que surgió a instancias de la cooperativa Miramar. Su presidente Luciano Pedrotti explica cómo funciona esta iniciativa que brinda prestaciones para mejorar la atención primaria de la salud: «Contratamos a jóvenes profesionales asociados que reciben además de un pago fijo mensual, luz y consultorio, que nos permite ampliar la cartilla de prestadores en diferentes áreas como odontología, bioquímica, fonoaudiología y psiquiatría, entre muchas otras», describe y añade que para cubrir todas las especialidades tienen acuerdos con el dispensario municipal y un centro de diagnóstico. 
La organización, que tiene 1.764 socios en una población estable de 3.000 habitantes, que llegan a triplicarse en temporadas de vacaciones, «ha crecido institucionalmente sin olvidar que somos un bien social y como tal queremos brindar los mejores servicios incorporando innovaciones», expresa Pedrotti. 
En cuanto a los avances, el presidente detalla que desde 2016 ofrecen servicio de Internet y hoy cuentan con un tendido por fibra óptica «que significa una mejora en velocidad y calidad para nuestros beneficiarios, e instalamos tres reconectores que detectan preventivamente anomalías y pueden reestablecer el servicio en forma automática en caso de cortes». 
La cooperativa también incide en el ámbito cultural, articulando con empresas privadas para salvaguardar memorias materiales vinculadas a la identidad miramarense. Como la reconstrucción y puesta en valor de la Capilla-Museo Croata San Antonio, sitio que fue refugio de niños huérfanos durante la Segunda Guerra Mundial, o la creación del Museo Fotográfico Dante Marchetti. «Este museo nace a partir de la compra de la colección fotográfica de un vecino y para la cooperativa significó un rescate histórico», relata la historiadora Mariana Zapata, que está a cargo y es guía del lugar desde hace 20 años, «donde se mantienen vivas las memorias». «Aquí la gente puede venir a descubrir el pasado de gran esplendor que dio origen a este pueblo», invita Zapata y asegura que, para interpretar el presente de Miramar, «es muy relevante esta misión educativa y cultural que se refleja en la cantidad de visitas escolares y de turistas, ávidos por conocer nuestra historia tan cambiante».

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