16 de agosto de 2025
Expresiones culturales de todo tipo encuentran en el sector solidario una forma de producción asociativa y colectiva donde todos ganan. El rol de MARCA y el IMFC.

La Delio Valdez. El grupo de cumbia argentino, uno de los pioneros en el ámbito de las cooperativas culturales.
Foto: Gentileza
En un contexto marcado por las tensiones del mercado, el avance del neoliberalismo y la precarización del trabajo, el cooperativismo cultural emerge en Argentina como una respuesta colectiva, creativa y organizada. Su expansión en la última década, especialmente tras el impulso de MARCA, la plataforma Cooperativa de la Economía Cultural y del Conocimiento, visibiliza una transformación estructural: lo que antes se pensaba como «el lado B» de la producción simbólica hoy se perfila como un sector económico estratégico, con capacidad de generar empleo, fortalecer el tejido social y proyectarse hacia el exterior.
Diseñado desde el Observatorio de Culturas Políticas y Políticas Culturales (OCPPC) del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini, en articulación con las federaciones IMFC, Cultura Popular y ARDE, MARCA es la continuación de la política pública impulsada desde el Ministerio de Cultura durante la gestión anterior.
Relanzada a fin del año pasado con el objetivo de articular una red de convenios para fomentar la conexión y circulación de cooperativas de las industrias culturales, cooperativas de artesanías y espacios culturales, hoy MARCA vincula a estos sectores con Universidades Públicas y sindicatos. Luis «Chino» Sanjurjo, director del OCPPC y exfuncionario del Ministerio de Cultura, explica que este aprendizaje «radica en invertir capacidad técnica para realizar las actualizaciones de las herramientas existentes y la creación de las necesarias para potenciar y tornar eficiente la gestión de este tipo de políticas públicas». Desde su visión, la clave del proceso fue doble: por un lado, la decisión política para facilitar el acceso a las matrículas cooperativas junto con la asignación de presupuesto, y por otro, una escucha activa desde el Estado que habilitó una relación de confianza con los colectivos culturales. «El rol que jugaron las cooperativas más conocidas, como La Delio Valdez, fue clave para inspirar a otros proyectos. La transferencia de ese activo de confianza fue determinante para pasar, en 2021, de poco menos de 400 cooperativas a unas 1.500 a fines de 2023».
Sanjurjo sostiene que «resulta clave el diseño de políticas en etapas, y también la jerarquización de políticas de comunicación que permitan impactar en el objetivo». A su entender, «no se trata solo de construir confianza con las cooperativas al calor de la gestión que resuelve problemas concretos, sino también de construir narrativas que expliciten las fortalezas del movimiento, pero también la visión política en la conducción de las políticas públicas».
Identidad propia
Dentro del vasto universo de la economía social, el cooperativismo cultural ocupa un lugar cada vez más relevante y en el país el fenómeno adquiere identidad propia. Desde el OCPPC se impulsó el estudio sistemático del sector, y en el marco de la investigación «Cultura y cooperativismo: hacia un fortalecimiento de la cultura cooperativa en Argentina (2020–2021)», trazaron un mapa que revela la diversidad y expansión de estas experiencias asociativas.
Ernesto Giacomini, coordinador del Programa de Desarrollo Federal del OCPPC y excocoordinador de MARCA, evalúa el balance como «sumamente positivo», sobre todo considerando el contexto adverso en el que nació la iniciativa. «El solo hecho de que durante su período de implementación se hayan matriculado más de 1.000 cooperativas con objeto de Industria Cultural y se hayan conformado dos federaciones, da cuenta del crecimiento del sector y del saldo organizativo que dejó la experiencia». Para Giacomini, MARCA fue un hito dentro del Ministerio de Cultura, tanto por su autenticidad como por su capacidad para interpelar a colectivos que eligieron producir arte de forma democrática. «La pandemia puso en jaque al modelo individualista y al mismo tiempo fortaleció las redes. En ese sentido, MARCA supo leer el momento y canalizar esa necesidad organizativa con una política pública concreta».
Además de estimular la creación de nuevas organizaciones, el programa impulsó la internacionalización como estrategia de desarrollo. Más de 100 cooperativas participaron de rondas de negocios en el marco del MICA (2022 y 2023), con una impronta que combinó economía solidaria, producción cultural e identidad territorial. Hoy, esa herencia se actualiza en sectores como las artes escénicas, la música, el audiovisual, la producción editorial, los espacios culturales y las nuevas tecnologías.

Protagonistas. En el Año de las Cooperativas, el IMFC convocó a representantes de este dinámico sector a un gran acto realizado en el CCC.
Foto: Jorge Aloy
Federalizar como desafío
Si se observa en detalle el mapa y las localizaciones, se puede observar una concentración de experiencias en la región Centro del país (78%), que revela una asimetría entre las posibilidades y la distribución de oportunidades, lo que exige, a su vez, políticas públicas federales que acompañen los entramados culturales en todo el país.
Para sostener y proyectar estas experiencias, Soledad Venegas, coordinadora del Programa de Desarrollo Sectorial del OCPPC, señala la necesidad de marcos normativos específicos, líneas de financiamiento público y políticas que simplifiquen los procesos administrativos. «Hace falta desarrollar herramientas concretas: capacitación en gestión cooperativa y cultural, acompañamiento técnico y plataformas públicas de visibilización y comercialización. Es fundamental propiciar la consolidación de agendas y circuitos culturales a nivel federal que permitan distribuir y difundir en el mercado productos y servicios culturales cooperativos». Venegas destaca también que «la desarticulación institucional que hoy afecta al asociativismo debe ser abordada con políticas sostenidas y con una mirada estratégica que reconozca al cooperativismo cultural como un actor clave del desarrollo económico y social».
Cruzar fronteras
La internacionalización también aparece como un eje estratégico. Adriana Benzaquen, coordinadora del Programa de Relaciones Internacionales del OCPPC, afirma que «en un contexto marcado por la retracción económica, resulta estratégico acompañar proyectos con alta capacidad exportadora desde una lógica de integración y desarrollo sostenible». En esa línea, destaca la construcción del Corredor Sur-Sur Cooperativo, orientado a fortalecer el intercambio entre cooperativas culturales de Argentina, Chile y Uruguay. «El objetivo es dinamizar el intercambio entre pares, promover el crecimiento de las economías sociales con una perspectiva de soberanía cultural, cooperación y justicia territorial». Para Benzaquen, «si consolidamos un espacio regional destinado a la promoción comercial, mejoraremos las posibilidades de internacionalización de las propuestas culturales cooperativas».
En tiempos de crisis e incertidumbre, el cooperativismo cultural en Argentina plantea alternativas concretas: propone comunidad, valora el proceso colectivo y apuesta por el arraigo territorial y la creación con sentido.