Cooperativismo | Unión C420

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Ulises Rodríguez

El proyecto social y autogestivo de manos artesanas confecciona zapatillas a base de cáñamo. Una apuesta al florecimiento de la industria nacional.

Protagonistas. La presidenta y otros integrantes de Unión C420. Zapatillas elaboradas con 30% de cáñamo, un producto novedoso. Foto: Franco Farias

Como planta salvaje, el cáñamo ya existía en algunas regiones de Asia Central desde los 8.000 años a.C, y el primer registro que se tiene de esta planta es un tratado de farmacopea china del año 2727 antes de nuestra era. Hay escrituras, incluso, que narran que el príncipe Buda sobrevivió comiendo únicamente semillas de cáñamo.
Argentina supo ser un país productor de cáñamo para uso textil y de materiales de construcción pero, en 1977, su producción fue prohibida por un decreto militar al considerarla una droga peligrosa.
Pasaron 40 años y hoy hay un resurgir de la planta en el país. Algunos de quienes bregaron por dejar sin efecto esa ley sin sentido forman parte de la cooperativa Unión C420 que produce zapatillas confeccionadas con este material.
Conformada por 14 asociados –siete mujeres y siete varones– Unión C420 confecciona en un taller de la Ciudad de Buenos Aires las Cañameras 420 utilizando como materia prima la tela de cáñamo.
«El cáñamo es un producto noble, ecológico que sale de una planta prima del cannabis pero que no tiene psicoactivos. Es una planta que regenera los suelos, es bastante versátil, tiene muchas funciones y se puede utilizar en todos los ámbitos, desde el alimento, la construcción y el calzado, hasta en la aviación», explica Valery Martínez Navarro, presidente de la cooperativa.
Martínez Navarro, cubano de nacimiento, que además de diseñador de calzados es músico y poeta, comenzó a fabricar estas zapatillas de manera artesanal, en soledad, hasta que se dio cuenta de que era mejor, y más productivo, hacerlo junto con otras personas. 

Paso a paso
Actualmente, el material para fabricar las Cañameras 420 se importa desde la India y en la cooperativa esperan ansiosos que la industria argentina del cáñamo vuelva a reactivarse.
«Para eso estamos impulsando este calzado, es una iniciativa para que pronto se vuelva producir el cáñamo en Argentina, ya que tuvimos una época de oro en el país, ocupando los primeros lugares en el mundo, pero esto se vio limitado con la dictadura, lo que hizo que se detuviera ese desarrollo y producción», afirma Martínez Navarro.
La unión es el factor clave que remarcan todos los asociados de la cooperativa, tanto puertas adentro como a la hora de coordinar acciones con otros pares.
«Tenemos cortadoras, aparadores, que es la costura del calzado, tenemos armadores, mesita de calzado. Son varias las manos que actúan para lograr una zapatilla. Para esto sí o sí usamos la común unión y el entusiasmo que tenemos que es de corazón», cuenta el presidente de la cooperativa.
El del calzado es un sector que en Argentina sufre con las importaciones, especialmente las provenientes de China, que tienen un precio mucho más bajo y de otra calidad, lo que significa una dificultad considerable y relega al oficio.
En ese contexto es donde aparecen ayudas indispensables para una cooperativa que está dando sus primeros pasos. «Estamos asociados al Banco Credicoop y tenemos un vínculo cercano. Es el banco con el que queremos trabajar», dice el artesano cubano.

Mujeres en unión
Unión C420 es una cooperativa en la que hay una representación equilibrada entre varones y mujeres. Camila Morales fue una de las primeras en acercarse a Valery Martínez Navarro cuando aumentó la demanda de calzado y, como suele suceder en las cooperativas, cumple más de un rol.
En su caso se encarga de los cortes, de la costura y de ser necesario también de las compras. Entre los objetivos a corto plazo, Unión C420 busca expandir el proyecto en lo social, enseñando el oficio a gente en situación de vulnerabilidad.
«Para mí es súper importante este proyecto, estoy muy tranquila en este trabajo, muy cómoda y esto del cooperativismo me encanta», cuenta esta trabajadora y madre de tres hijos. «Fui mamá muy joven y por eso fue una lucha también con los trabajos, al no terminar el secundario cuando debía», cuenta Morales, que viaja todos los días en tren desde Moreno hacia Buenos Aires para cumplir con sus tareas. Camila aprendió el oficio y dice que le «encantaría que mucha más gente se sume a aprender así vamos creciendo de a poco».
Ana Laura Fontán, artesana y bailarina, es otra de las asociadas de la cooperativa y detalla cómo se difunde la marca: «Dar a conocer este producto es mucho de boca en boca y a través de las redes». Las Cañameras 420 se hicieron en un principio a través de pedidos. «Nos las encargaban y hacíamos la entrega, luego cuando empezó a crecer y a expandirse empezamos a tener un stock consolidado», dice Fontán.
Las bondades del producto es que «son de diseño, hechas por un artesano y en trabajo en comunidad con artesanos. Tienen en este momento un 30% de cáñamo y vamos hacia un 100%», asegura. Para Fontán el mejor modo de vender las Cañameras 420 es que «son hermosas, tienen mucho amor puesto y son cómodas. ¿Qué más podemos esperar de un calzado?».

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