1 de octubre de 2021
Gestionada de forma cooperativa, la casa de medio camino ubicada en la Ciudad de Buenos Aires aloja y contiene a personas con padecimientos mentales.
Un lugar en el mundo. Actualmente la entidad alberga a 16 personas de entre 31 y 63 años.
Acompañando en Salud es parte de un sector que crece no solo en Argentina sino a nivel mundial: las cooperativas sociales. En sí, es una cooperativa de trabajo, pero bien podría reconocerse como de cuidados. La cooperativa, que acompaña a personas con fragilidad en la salud y padecimientos enmarcados en la Ley de Salud Mental N° 26.657, se constituyó formalmente en 2018 y hoy tiene 23 asociados y asociadas.
Dos figuras centrales en la cooperativa son las gemelas María Josefa y María de los Ángeles Ávila. Josefa es presidenta y tiene largos años de trabajo y experiencia en gestión de grupos y proyectos; mientras que su hermana es la tesorera y se recibió de Acompañante Terapéutica. Este tipo de casas son dispositivos de transición: «La idea es que las personas no vivan permanentemente allí sino que puedan tener una inserción social, laboral, revincularse con sus familias. Suele ser un paso intermedio entre la internación en el hospital y el regreso al domicilio», dice María José.
Ubicada en Remedios de Escalada de San Martín 4352, CABA, es además una empresa recuperada. Era gestionada por una S. R. L. para la que trabajaban las gemelas Ávila. La crisis de la empresa, relatan las entrevistadas, combinó problemas de todo tipo. Todo indicaba que el establecimiento iba a cerrar de forma definitiva. La palabra cooperativa, sin embargo, se coló en la sugerencia de los exdueños a Josefa y otros empleados y empleadas: «Lo que quería hacer era fraude laboral, pero nosotras nos habíamos adelantado y creado una cooperativa. Vi con claridad la necesidad de avanzar, pero no con todas las compañeras pasó lo mismo. Nuestro laburo es muy individual, también el de las cuidadoras, trabajan sueltas y muy precarizadas. Yo, en cambio, hace mucho vengo participando de cooperadoras, asociaciones civiles», agrega Josefa.
Empezar de nuevo
El proceso de reestructuración implicó recaudar dinero para un nuevo contrato de alquiler, pagar deudas, sostener la compra de alimentos y medicamentos, y lógicamente, sostener a la institución como prestadora. «El Hospital Italiano, que nos derivaba pacientes, no nos quería reconocer. La Superintendencia de Servicios de Salud no reconoce cooperativas de trabajo, recién ahora, lentamente, a las de cuidado», amplía Josefa, y marca que uno de los grandes baches en la Ley de Salud Mental tiene que ver con el proceso de desmanicomialización: «El 80% de quienes viven en el Borda no deberían estar allí, pero no tienen a dónde ir». La nueva gestión implicó además el armado de un nuevo equipo de profesionales.
Hoy viven en la casa 16 personas de entre 31 y 63 años. Las trabajadoras y trabajadores hacen guardias: las chicas de cocina que entran a primera hora de la mañana, las asistentes que otorgan la medicación, un psicólogo que va cuatro veces por semana; además de talleres de jardinería, arte, teatro, música, cocina. Josefa y Ángeles amplían: «Algunos usuarios estudian, otros tienen algún trabajito, si algún día se quieren ir, se van. Con la pandemia hubo que readaptarse, convivir mucho más».
Entre los proyectos a futuro están un servicio domiciliario de salud mental y un convenio con un Centro de Integración Social (CIS) en San Cristóbal que gestiona la Asociación Isauro Arancibia, que conduce el histórico centro educativo. «Nuestro rol es ser contención, tejer redes para aquellos que tienen un padecimiento mental, una vulnerabilidad social fuerte, y necesitan empezar a revincularse. Cuando no hay familia nuclear o amigos, ese lugar lo ocupan las cooperativas, una asociación civil, un club de barrio, la parroquia», explican. Con el norte puesto en fortalecer los acompañamientos terapéuticos y discutir el futuro de las cooperativas sociales, Acompañando en Salud hoy implica un ingreso principal –«y bastante satisfactorio», indican sus autoridades– para 20 asociados que construyen cercanía y sanidad desde el afecto.