Cooperativismo

Compromiso popular

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Nacida en 1964, en una zona por entonces obrera, los avatares sufridos a pocos años de su fundación no lograron detener su fecundo trabajo. Hoy es la filial Ovidio Lagos del Banco Credicoop.


Año 1975. Un grupo de asociados a la caja rosarina marcha hacia el estadio Luna Park, donde se celebraría el 17º aniversario del IMFC.

Tengo fe en el cooperativismo porque en su frente hay ciudadanos dignos y honestos, y porque tiene el respaldo de la comunidad. Y todo movimiento con respaldo popular jamás puede sucumbir». Las palabras pertenecen a Isaac Schmerkin, dirigente cooperativo y uno de los fundadores de la Caja de Créditos Rosario Norte, una de las experiencias financieras nacidas, precisamente, en Rosario, gracias al impulso del Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos.
Rosario Norte comenzó a planificarse hacia finales de 1963 y terminó de constituirse en los primeros meses de 1964. Fundada en un barrio obrero, se insertó rápidamente en ese paisaje social y económico de raigambre popular. Ramón Zarza fue otro de los cooperativistas que participó en la vida de la entidad rosarina (trabajó en distintos puestos, entre ellos el de gerente de la entidad) y detallaba al Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito: «No era la zona céntrica, sino cerca de la estación Rosario Norte, la única estación ferroviaria donde llegaba el ferrocarril Mitre, uniendo Rosario con Buenos Aires. Había siete empresas metalúrgicas, una actividad apropiada para el funcionamiento de la caja de crédito, para asistir con crédito a esas pequeñas y medianas empresas que no tenían cabida en otros bancos». Desde un pequeño local ubicado en la avenida Ovidio Lagos al 100, Rosario Norte llevó adelante una tarea que fue compartida, desde 1958, por el movimiento de entidades cooperativas ligadas al ámbito financiero: crédito popular y compromiso social. «Nosotros contribuimos al mejoramiento urbanístico del barrio. Los créditos se daban a los vecinos, a los profesionales y a los empresarios, basado sobre todo en el conocimiento y en la certeza de gente de bien y de cumplimiento. También se daban créditos en la iniciación de las clases para la compra de delantales y los útiles para la escuela. Fue una etapa donde, en Rosario, las cajas de crédito tuvieron un auge extraordinario», recordaba Zarza.

En expansión
La cooperativa creció rápidamente. A tres meses de su nacimiento, Rosario Norte ya contaba con cerca de 1.000 asociados. Esa expansión estaba en sintonía con un movimiento económico protagonizado por cajas de crédito, que recorría todo el país. «En el corto plazo adquirió un volumen financiero desconocido hasta entonces, pero sin perder el calor humano que lo sigue caracterizando», contaba Schmerkin al mencionado archivo sobre el sector que aseguraba el acceso al crédito a aquellas personas y proyectos productivos que no eran considerados por la gran banca.


Zarza. Dirigente histórico de la entidad.

Roberto Marcus, Mario Pasternó, León Brufman, Santiago Pedrazolli o Libio Gudiño son algunos de los nombres que aportaron, con su trabajo, al despliegue de una caja con sentido social. La labor comunitaria y la lucha y defensa cooperativa fueron también pilares de Rosario Norte. «Periódicamente –enumeraba Zarza– hacíamos talleres, cursos de educación. Nos daba mucho fruto eso porque se establecían relaciones con entidades de segundo grado, especialmente cámaras comerciales, con institutos educacionales, con facultades. Tratamos de combinar la actividad tanto social como financiera». La escuela Almafuerte, el complejo educacional Burruchaga o los clubes deportivos Rosario Estudiantil, Arroyito Baseball Club y Sportivo América son algunas de las instituciones que aparecen al rastrear las vinculaciones que establecía la caja. Esas relaciones se acompañaban de actos y actividades culturales. Fueron tradición de las entidades crediticias las cenas de fin de año, que reunían a una multitud en las instalaciones de las cooperativas. Zarza las recuerda: «Vale la pena mencionar esas famosas cenas donde los mismos socios hacían donaciones de regalo y después se rifaban. Hubo ocasiones en la que llegamos a tener 2.000 comensales. Nos llevaba mucho tiempo, casi tres meses dedicándonos a preparar eso, pero había margen porque había posibilidad de crédito, era otra la situación económica del país».

La primera embestida
A tan solo dos años de su fundación, la dictadura de 1966 embistió contra el sector cooperativo y sus cajas. «Aquellos años fueron de mucha movilización y reclamos. Viajamos varias veces a Buenos Aires. Hubo represión y varios dirigentes fueron detenidos. Fue una medida de intimidación para que bajaran los brazos. Pero la gente comprendió. Hacíamos asambleas, siempre denunciando el atropello y al mismo tiempo la finalidad del golpe que iba en contra del movimiento», señalaba Zarza. A esa primera gran defensa que permitió la vigencia del cooperativismo de crédito, se sumó, una década después, la lucha contra la dictadura cívico-militar de 1976 y su decreto-ley de Entidades Financieras. «El golpe del 76 –decía Zarza– no solamente afectó al movimiento cooperativo, a los bancos, sino que afectó a todo el país. No por casualidad tenemos 30.000 desaparecidos. Ahí tuvimos una actividad más bien de inteligencia. Si bien la movilización siempre existió, fue una cosa muy razonada: buscar la forma de neutralizar esa influencia de Martínez de Hoz. Ahí fue cuando obligó a los bancos a tener capitales mínimos, a tener una serie de condiciones que las cajas de crédito no podían tener. Entonces la disyuntiva era si las cajas de crédito se convertían en banco o desaparecían como cajas de crédito. Se optó por la vía del desarrollo, un desafío de entrar como banco cooperativo y fue aceptada porque las que no se convirtieron en banco terminaron con su recorrido. Fue así como el 1 de abril de 1979 la Caja de Créditos Rosario Norte pasó a formar parte del Banco Udecoop. Más tarde, culminada la experiencia de Udecoop, el legado de Rosario Norte, con base en la avenida Ovidio Lagos 132, pasaría a integrar el Banco Credicoop. Allí, hoy, se levanta la sucursal Rosario Norte del banco cooperativo.

Una economía distinta
Lo cierto es que las cajas de crédito fueron no solo una experiencia financiera exitosa. Representaron la sustancia de una economía distinta, fundada en ideales solidarios, orientada al bienestar humano. Uno de los documentos de la caja reflejaba precisamente este horizonte y afirmaba que «no puede haber progreso y bienestar social sin modificar la estructura económica en la cual vivimos, sin modificar el sistema actual de tenencia de la tierra y de concentración financiera y sin una adecuada defensa de la empresa nacional». Consecuente con esa visión, el dirigente Zarza explicaba: «Yo veo especialmente al movimiento cooperativo de crédito como una experiencia de gobierno. Por eso, creo que el cooperativismo tiene una función de modificar las relaciones de producción y de trabajo en la sociedad». Y concluía: «Como es una construcción que no tiende al lucro, tiende más bien a satisfacer las necesidades generales, creo que es la vía más idónea para establecer una República donde el cooperativismo puede tener una incidencia, sino total, muy importante en la organización nacional, porque en la realidad trata de ser equitativo con la gente, trata de satisfacer las necesidades generales y elimina el sistema individualista. La gente para enriquecerse apela a cualquier elemento. Creo que para la educación del individuo y para el hombre del futuro, el cooperativismo es un arma muy importante, fundamental».

 

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